domingo, 28 de septiembre de 2025

Palacio Superunda. Colección Caprotti-De la Torre

 

Una vez instalado en Ávila en 1917 Caprotti inició su nueva trayectoria en España a partir de la Exposición Nacional de Bellas Artes. Allí presentó la obra Los ojos de la noche, donde los faroles de unos serenos iluminan la noche bajo uno de los arcos de las puertas de la muralla medieval de la ciudad.
 
Invierno, 1940. Óleo sobre lienzo

El crítico José Francés compara su pintura con el estilo de Anglada Camarasa. "Tienen además del color y de la línea, el sabor y el olor de la vieja Castilla". Es a partir de ese momento cuando las gentes del campo y los tipos populares se convierten en el motivo más importante de su obra.
 
Retrato de niña serrana. Pastel y carboncillo sobre papel

Deslumbrado por el tipismo austero y a la vez colorista que Ávila y otras poblaciones castellanas le ofrecían y, siguiendo el ejemplo de otros pintores españoles como Zuloaga, Sorolla, Chicharro, los hermanos Zubiaurre..., el pintor italiano se identifica plenamente con esa España rústica y trágica que tanto había fascinado a los artistas de la generación del 98.
 

Una gran nevada paró el tren en Ávila. Me indicaron un hotel: "Hotel Inglés" se llamaba entonces el actual Hotel Continental. Entre pues en Ávila. Y al llegar ante una muralla espectacularmente nevada...la luz me llenó los ojos y el alma...En la noche esplendorosa de Plenilunio, bajo un arco de la muralla, un hombre cantaba ¡Ave María Purísima!...Me dijeron era un "sereno" y decidí quedarme en Ávila...esa impresión ha influido en toda mi vida dedicada principalmente a ensalzar esta tierra que tanta raigambre ha cogido en mi corazón...
 
 Un murmullo escuché leve y entristecido
y me detuve quieto rodeado de tumbas:
"¿Por qué, viejos amigos, -dije- estáis apenados,
si libres sois de la agitada vida?"




"¡No es por estar aquí por lo que nos dolemos,
sino por ver ya cerca nuestra segunda muerte,
cuando los vivos pierden memoria de nosotros
y un olvido total nos sobreviene!"

Plaza de los Faroles (Córdoba)
 


 
 


 A partir de entonces, la vetusta población, rodeada por el áureo anillo de sus incomparables murallas e impregnada de la religiosidad mística de sus iglesias y conventos, se convierte en la ambición artística suprema y en el más amoroso empeño del pintor. Desde entonces el paisaje abulense no tendrá secretos para él. J.C.Brasas Egido
 
 
 
 
 
 
Gran paisajista ya en su época italiana, Caprotti seguirá cultivando el género tras su llegada a Ávila. Buen ejemplo son las obras fechadas en Segovia, Burgos y Toledo hacia 1916.
 
Murcia, fiesta nocturna

Ávila en particular y Castilla en general actuaran de catalizadores de un proceso en el que su pintura se hace sobria.
 
Compenetrado con la ciudad de Ávila, recorre todos sus rincones y día a día descubre los múltiples encantos que la vieja ciudad castellana le revela: la belleza de sus pétreas murallas, sus plazas y empedradas calles, su luz, sus señoriales casonas, las ermitas e iglesias románicas, sus recoletos conventos o la aspereza de la Sierra en sus alrededores. Todos esos fragmentos del paisaje abulense van a integrar uno de los conjuntos más afortunados de la pintura de Caprotti.
 
 
 

Estoy completamente conquistado por el ambiente de México, que yo desconocía por completo, como desconocen la mayoría de los europeos. La pintura mexicana me impresiona como un arte grande, en el que se funde el sentido atávico del arte previo a la conquista, con toda la exquisita belleza de los fresquistas primitivos italianos...He podido apreciar la grande obra de los artistas modernos mexicanos, que sin dejar de ser una continuación del arte tradicional del país, tiene cierto parentesco lejano con la pintura de los grandes primitivos italianos, por ejemplo Paolo Ucello.
 

 En su última etapa, Caprotti, viaja frecuentemente y reside varios años en México, donde además de pintar numerosos retratos, queda prendado del pintoresco ambiente popular, lo que, unido a la admiración que suscita en él la pintura mexicana, y singularmente las obras de los grandes muralistas, le lleva a realizar una serie de lienzos de escenas de género.
 
Bajo la influencia de la obra de los grandes muralistas como Diego Rivera, Clemente Orozco o Siqueiros, pinta una serie de composiciones, algunas de considerable tamaño, protagonizadas por vigorosas figuras de nativos y campesinos, a veces familias enteras, en las que hace gala de una paleta luminosa. La mayor parte fueron pintados en 1953 durante su larga estancia en San Miguel de Allende.
 

 


Palacio Superunda 
Pl. Corral de las Campanas, 3. Ávila  




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