sábado, 11 de mayo de 2019

Tintes del cielo. Natsume Sóseki


Ignacio Pereria. Moncloa.


 Revuela un grillo
entre sones de gong,
al rezar sutras.

Los sutras son las escrituras sagradas del budismo, y su recitación es un acto solemne en la tera o templo budista.Los saltos y cantos de un grillo se entremezclan aquí con el rito, dándole un aire espontáneo de naturalidad. (Pág. 17)
 


Autor: Natsume Sóseki
Título: Tintes del cielo

Selección, traducción, introducción y notas: F. Rodríguez-Izquierdo
Colección: Maestros del Haiku - 4 

Editorial Satori
Edición 2016

Nº de páginas 155
Edición bilingüe 




Río en otoño:
de allí, una piedra blanca
lleve conmigo.

Un buen recuerdo de algún paisaje fluvial puede ser una piedra blanca, recogida de la orilla. El color blanco, síntesis cromática de todos los otros colores, atrajo poderosamente la atención del poeta; máxime, cuando la piedra estaba bien lavada por la corriente del río. (Pág. 37)


Ignacio Pereira. La Puerta del Sol.
 

La ipomea, ya a punto
de florecer: lo avisan
tintes del cielo.

Por las tonalidades cromáticas del cielo podemos barruntar el inminente florecer de la ipomea.¿Contagian los pétalos a las nubes, coloreándolas, o es a la inversa? Una curiosa simbiosis entre los seres naturales nos plantea la cuestión. 


Ignacio Pereira, La Gran Vía.
 

Yace aquí abajo
todo un atardecer,
con posible tormenta.

Este haiku lo usó Sóseki como inscripción sepulcral de su gato doméstico. Apesadumbrado por la muerte de su gato, el que seguramente le habría inspirado su famosa novela Wagahai wa neko de aru (Yo soy un gato), Sóseki le dedicó este epitafio, que es una pura -y simpátida- metáfora.


Jaume Plensa, Julia.
 

En una tina
caen flores de camelia,
para allí helarse.

Las flores pueden formar un ramo, o lucir en una composición de ikebana, o adornar un altar...En cualquier caso, merecen mejor destino que caer en una tina a la intemperie, donde -dado el rigor del clima invernal- se van a helar. Pero esto último es lo que -tristemente- iba a ocurrir.

Colina herbosa:
corta al sur el paisaje,
donde el trigal.

Ver el paisaje en términos geométricos -formas triangulares (como una colina) que cortan a otras superficies contiguas, que a su vez se cortan entre sí...- es parte de la arquitectura mental de un dibujante. La técnica del shasei o del "esbozo de la naturaleza" para el haiku, puesta en relieve desde Yosa Buson, es aquí la herramienta capital para la descripción que plantea Sóseki.


Lluvia otoñal:
me evoca aquel son rítmico
de una oda china.

La lluvia tiene una cadencia y una música, justo como la poesía. Oyendo caer la lluvia tardo-otoñal, Sóseki se acuerda del ritmo que percibió leyendo un poema chino de Guan. El haiku, por su ritmo dentro de la brevedad, es un metro muy apropiado para recoger tal impresión.


 
Pacto que enlaza
presente con futuro:
nieve sobre el bambú.

La nieve cubriendo el bambudal es una estampa reiterativa de cada año, pero no por ello anodina. Nos recuerda generaciones pasadas, nos asoma al futuro. La vieron nuestros ancestros, la verán nuestros descendientes.