jueves, 29 de junio de 2023

Mezquita de Córdoba, el esplendor musulmán.

Entre las muchas mezquitas que la Córdoba musulmana llegó a tener, la Aljama destacaba por su grandiosidad. Hoy como ayer, en las ciudades islámicas tiene categoría de Aljama la mezquita de mayor tamaño y es en ella donde se pronuncia la kutba coránica, el sermón de los viernes al mediodía.
 

 
Puerta de al-Hakam II, en la Mezquita

 En esencia, las mezquitas musulmanas tienen los mismos elementos arquitectónicos. Se componen de un patio con galerías en tres de sus lados y de un recinto techado, aunque abierto al patio, del que forma parte principal el muro llamado qibla, en el que se sitúa el mihrab, hacia la que los fieles dirigen sus rezos.

La Puerta del Perdón


 
La característica más llamativa de la mezquita de Córdoba es su orientación. Todas las mezquitas del mundo están orientadas hacia la ciudad sagrada de la Meca; esta, en cambio, en lugar de mirar hacia el este, mira hacia el sur.
 

 


Sala de Columnas en la Mezquita


La mezquita se fue reconstruyendo por tramos rectangulares. Fue el emir Abd al-Rahmán I, el que ordenó la construcción del primer tramo. Lo hizo en la que había sido basílica visigótica de san Vicente que, según afirma la tradición, moros y cristianos utilizaron conjuntamente para practicar sus devociones.
 

Abd al-Rahmán adquirió la basílica a los cristianos por la exorbitante  suma de 1000.000 dinares.Posteriormente mandatarios llevaron a cabo sucesivas ampliaciones de este espacio , hasta formar un edificio de 125 metros de ancho por 175 de largo lo que la convierte en el mayor edificio religioso del mundo musulmán.
 



Posteriormente, en 1236, cuando se produjo la conquista cristiana, el obispo de Osuna, cumpliendo las órdenes de Fernando III, consagró la Aljama, dándole en aquel momento el nombre de iglesia de santa María Madre de Dios.
 

 

  
La mezquita de Al-Hakam II, menos de un siglo más tarde , la Mezquita había vuelto a quedarse pequeña y el entonces califa al- Hakam II, hombre culto, amante de las ciencias, las artes y las leyes, se propuso su ampliación. Ésta se realizó manteniendo la anchura y volviendo a incrementar la profundidad con doce nuevos tramos. Es la parte más suntuosa de la Mezquita, aquella en la que se pone de manifiesto todo el esplendor de una arquitectura y cristaliza en el que sería llamado estilo califal.
 

En su configuración actual, es también una de las partes más complicadas de describir. Se introdujeron novedades arquitectónicas: las columnas, sin basa como en la ampliación anterior, fueron labradas in situ y se alternan las de mármol rojo con capitel compuesto y las de mármol verde jaspeado con capitel corintio, además de los arcos de herradura, aparecen los bellos arcos lobulados, de origen mesopotámico, polilobulados, entrecruzados y decorados con ataurique, los pilares que soportan las arquerías altas ochavados y se adornan con pilastrillas decoradas a base de motivos geométricos; dado que la profundidad de la nueva Mezquita no permitía la llegada fácil de luz desde el patio, se construyeron cuatro lucernarios cubiertos con cúpula.


Ante el Mihrab (construido en 969) de la gran mezquita de Córdoba, uno de los más espléndidos testimonios de la arquitectura islámica de Occidente. prescindiendo de las columnas de las arcadas y del arco del Mihrab, tenemos ante nosotros puras formas islámicas: los motivos de plantas sobre fondo dorado, brillantes mosaicos, franjas de escritura cúfica, adornos increíblemente finos y el escudete hermosamente coloreado del arco de herradura.




 



viernes, 23 de junio de 2023

Medinat al- Zahra

Córdoba

Conjunto arqueológico Medinat al-Zahra
  
 Medinat al-Zahra ha sido explicada tradicionalmente como el capricho de su fundador, Abd al-Rahman III, por su concubina al-Zahra, de la cual tomaría el nombre la ciudad. Esta interpretación romántica, trasmitida por autores árabes tardíos, no ha hecho más que ensombrecer su verdadera significación y su papel como capital de al- Andalus y sede del estado califal instaurado por Abd al-Rahman III, en el año 929. En este contexto, Medinat al-Zahra se erige como la expresión arquitectónica de la recién estrenada autoridad califal del soberano omeya y símbolo del esplendor político, económico y cultural del califato.
 Su vida, sin embargo, apenas duró 75 años. Las obras se iniciaron en 940, desarrollándose una intensa actividad constructiva a lo largo de los últimos 20 años del reinado de Abd al-Rahman III -terminación de la mezquita Aljama en 941, traslado de la Ceca (fábrica de moneda) en 948, impulso oficial de la edificación privada- y los 15 de su hijo al- Hakam II (961-976). Con Hisam II (976-1013) se produce su decadencia, al ser trasladad la corte y las instituciones administrativas a Madinat al-Zaira, la nueva ciudad construida por Almanzor al este de Córdoba.
 
 Entre 1010 y 1013, las luchas internas que provocaron el fin del califato omeya, supusieron también el comienzo del saqueo y destrucción de la ciudad, intensificados durante las dominaciones de los almorávides (1091-1148) y, sobre todo de los almohades (1148-1236). Tras la conquista cristiana de Córdoba en 1236, Medinat al-Zahra se convirtió durante siglos en cantera inagotable de materiales de construcción para los edificios civiles y religiosos de Córdoba. En 911dieron comienzo las excavaciones, iniciándose un proceso de recuperación


  La diversidad de edificios y espacios de Medinat al- Zahra expresa la existencia de ámbitos de actividad bien diferenciados en el palacio: la vida política y administrativa, por un lado, la vida doméstica, íntima y privada de sus habitantes, por otro, y las funciones relacionadas con las culinarias o la seguridad.
 

 

  La especialización de funciones se observa también en algunas de las viviendas que integran el sector privado, donde existían viviendas y espacios con un definido carácter de residencia, junto a otros que son ámbito de trabajo. El diferente estatus de sus moradores, desde los servidores hasta los altos funcionarios del Estado, con el propio califa a la cabeza,se refleja también en las distintas organizaciones y cualificación de viviendas, desde las "más sencillas", como las viviendas superiores, hasta las más suntuosas, como la casa del Califa (Dar al-Mulk), la del Primer Ministro (Casa de Ya'far) o la conocida como Vivienda de la Alberca. Todas ellas se estructuran entorno a patios y están volcadas hacia el interior, protegiendo la privacidad de sus oradores.  
 



  La seguridad ocupaba también una parte importante de la actividad diaria de Medinat al-Zahra. Las estancias del cuerpo de guardia que custodian la entrada al sector privado y las comunicaciones entre distintas partes del alcázar, testimonian el papel relevante de esta función en su interior.
 

 


  La vida cotidiana en la zona palaciega de Medinat al-Zahra giraba entorno al califa y a las actividades protocolarias y de representación que su figura generaba, en la que se incluía la recepción de embajadas.
 

  El itinerario que efectuaban estas embajadas desde Córdoba a Medinat al-Zahra, y el recorrido seguido por el interior de la ciudad hasta alcanzar el salón de recepciones, constituye uno de los aspectos más importantes de todo el ceremonial de representación del poder.
 

  El salón de Adb al-Rahman III, destinado a esta función y a la celebración de las dos grandes fiestas religiosas anuales del Islam, constituye, el lugar central de la vida pública del palacio. En él culminaba el ceremonial religioso y político de acuerdo a un riguroso protocolo que se iniciaba cuando el califa abandonaba la mezquita, después de realizar la oración. La secuencia de este ceremonial es bien conocida: junto al califa, que se sentaba en la nave central, se situaban sus hermanos y a continuación los visires, colocados en dos filas de izquierda a derecha. Tras éstos, por estricto orden jerárquico, los diferentes funcionarios del Estado, que llegan a ocupar algunas de las naves laterales. El califa, a diferencia de los ceremoniales abbasí y fatimí, no se ocultaba tras una cortina.


 

La vida oficial presentaba, además, otras facetas relacionadas con el gobierno y administración del Estado califal. Estas actividades, realizadas por una jerarquizada burocracia integrada por multitud de funcionarios, a cuya cuya cabeza se situaban los visires (ministros), se desarrollaban en diversos edificios como el salón basilical de la terraza superior, aunque por ahora es problemática la identificación de las funciones de cada uno.




 

 La imagen de "desnudez" que muestran en la actualidad los muros de Medinat al-Zahra es radicalmente distinta a la que presentaban originalmente, pues todos los paramentos, tanto internos como externos, de cualquier edificación iban cubiertos de distintos materiales que ocultaban y protegían las fábricas de sillería.
 
 El sistema más representativo consiste en recubrir los muros, total o parcialmente con un placado de piedra tallada donde se desarrolla un rico programa decorativo. Su rasgo más singular es que está labrado en una piedra distinta a la empleada en la construcción de los edificios, superponiéndose a ésta como si se tratara de su epidermis.
 Esta decoración la recibieron, con mayor o menor extensión, diversos conjuntos arquitectónicos: la propia residencia califal -Dar al-Mulk-, la Casa de Ya'far, Vivienda de la Alberca, la Mezquita Aljama y, sobre todo, el Salón de Abd al-Rahman III y el pabellón Central del Jardín. En estos dos últimos edificios, el exorno cubría la totalidad de las superficies de los muros, destacando los grandes tableros que ocupan la parte inferior, donde se desarrollan composiciones arbóreas estructuradas simétricamente por troncos, tallos y elementos florales cuidadosamente trabajados. La más simple y extendida consiste en disponer en la parte baja un zócalo color almagra (rojo oscuro), dejando blanco el resto del paramento. En las paredes donde apoyan escaleras y en las letrinas, el zócalo de almagra adquiere un diseño escalonado.
 

 

 La circulación del agua por el interior del palacio constituye uno de los aspectos más destacados de Medinat al-Zahra, que poseyó una completa infraestructura de canalizaciones, tanto para distribuir el agua destinada al consumo humano y el riego delos jardines, como para expulsar las aguas residuales.
 El sistema de abastecimiento contó con una gran conducción exterior que penetraba en el palacio por el denominado "callejón del agua"; de dicha conducción general se desprendían tuberías de plomo para abastecer los diferentes edificios del sector privado (viviendas superiores, espacio trapezoidal, viviendas de servicio, Patio de los Pilares, Casa de Ya'far y Vivienda de la Alberca) y, finalmente las grandes albercas de los jardines alto y bajo. En las viviendas más importantes abundaban, las pilas y las fuentes con surtidores que tenían una función estética y decorativa.
 

  El sistema de saneamiento y drenaje de las aguas residuales o integra una compleja red de canalizaciones subterráneas de diferentes formas y tamaños que recogen as aguas de lluvia a través de los sumideros de los patios y las aguas negras procedentes de cocinas y letrinas. En estas últimas existen también pilas de muy diversos tipos y materiales que sirven tanto para su limpieza como para la higiene personal de los usuarios.
 

 Para el abastecimiento de agua se reutilizó y reparó una antigua conducción romana, llamada hoy Acuducto de Valdepuentes por el magnífico puente califal de tres arcos de herradura tendido sobre el profundo cauce del arroyo del mismo nombre.
 

 



miércoles, 21 de junio de 2023

Palacio de Viana. Córdoba

Córdoba

Palacio de los Marqueses de Viana

 
 

El Palacio de Viana fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en 1981 gracias a sus cinco siglos de historia y a su increíble colección de patios.
 
En pleno barrio de Santa Marina se encuentra este edificio de los más interesantes de la ciudad califal y uno de sus monumentos  más visitados: el Palacio de Viana. Con más de 6.500 cuadrados, la mayoría dedicados a patios, jardines y espacios abiertos, esta lujosa residencia es un reflejo de la historia de Córdoba y de la ostentosidad de su nobleza. 
 

Patio de recibo
 
Su configuración es del siglo XVI, de la época del II señor de Villaseca, Luis Gómez de Figueroa y Córdoba, que transformó la casa medieval en mansión renacentista como demostración del estatus socioeconómico de la familia.
El pórtico que lo rodea carece de columna en el ángulo de entrada para permitir la vista desde el exterior y facilitar el paso de carruajes. 
Destacan el suelo enchinado, las piezas arqueológicas que lo adornan y la armonía entre arquitectura y jardinería.
 



 Las caballerizas
 
El Palacio de Viana, "casa vivida" a lo largo de cinco siglos, el acceso al Palacio se realiza desde la Plaza de Don Gome a través de una peculiar portada en ángulo. De carácter renacentista, se concibió con una bóveda de arco cruzado para facilitar la entrada de carruajes al señorial Patio de Recibo. Esta solución arquitectónica se ha convertido en uno de los más reconocibles iconos del patrimonio cordobés.
 

 

Comedor de Madrileños
 
Llamado así por ser el comedor que utilizaba el servicio proveniente de Madrid en las visitas de los marqueses de Viana a esta casa de Córdoba. Mobiliario de carácter popular español, medidas de estaño inglesas del siglo XVIII, sobre la mesa jarra de peltre (aleación de cobre y estaño), tapiz flamenco del siglo XVI y retrato anónimo del Papa León XI, cuyo pontificado duró solo 18 días desde su coronación. La lámpara, como casi todas las de la planta baja, es de estilo holandés, de bronce calado.
 

 Salón de porcelanas

Las vitrinas y armario barroco-rococó muestran parte de una vajilla de la Compañía de Indias, regalo de S.M Alfonso XIII al II marqués de Viana. Sofás y sillones estilo Luis XIII y columnas barrocas salomónicas.
 
 
 



Salón del mosaico
 
Entrada principal a la casa desde el siglo XVIII. Toma este nombre del mosaico romano del siglo IV, mandado traer a este palacio por el II marqués de Viana en 1923, procedente de otra propiedad de la familia.
 
Decoran la sala una caja de caudales de triple llave y compleja cerrajería, una lámpara votiva del siglo XVIII y escudo heráldico del II marqués de Viana.
 


 
 "Aquí estamos los soñadores, los ingenuos,
los que aún creemos en la fuerza de las palabras."
                                                                    -Anónimo-
 
 
 

Patio de las rejas
 
Este patio fue realizado en el siglo XVII por el III señor de Villaseca, Gómez de Figueroa de Córdoba. Se abre al exterior por tres grandes rejas manieristas que le dan nombre, y es uno de los iconos del Palacio de Viana y del barrio donde se inserta.
 

El jardín
 
Auténtico pulmón verde en el seno del barrio de Santa Marina, este jardín de más de 1.200 metros cuadrados alberga algunas de las especies botánicas más antiguas de Viana.
 
De inspiración francesa, responde al deseo del VII marqués de Vilaseca Diego Rafael Cabrera y Fernández de Mesa (siglo XIX), de que el palacio contara con un jardín, siguiendo así la moda de otros nobles de su época.
 

 

Patio de las columnas

 El patio más reciente de todo el conjunto, fue construido en los años ochenta del pasado siglo con el objetivo de dotar a Viana de un espacio para eventos y celebraciones, una vez abierto el palacio a visitas públicas.

Es el patio más extenso, solo superado por el jardín. En él destaca su estanque central, de inspiración nazarí. Entre sus plantas más señaladas están el arrayán o mirto, típico de Sierra Morena y la buganvilla.


La alberca
 
Este patio, junto al Pozo y los Jardineros, era parte de la zona de servicio de la casa de los Torres Cabrera, anexionada a Viana en el s. XIX. También llamado del Invernadero y, anteriormente de los Venados, este típico lugar de trabajo es hoy centro neurálgico del equipo de jardinería del palacio.
 
En la alberca que le da nombre se solea el agua procedente del pozo antes de ser destinada a riego. En el invernadero, de 1960, elemento poco común en los patios, se crían plantones para macetas primaverales.
 

 El Pozo, la fuente de Viana
 
Toma sus aguas del arroyo Colodro que fluye subterráneamente, del que obtiene caudal suficiente para suministrar agua a todos los patios y fuentes del palacio.
 

 




 


La capilla
 
Patio principal de las casas de los condes de Torres Cabrera, su configuración es del siglo XVII, pero se incorporó a Viana en el siglo XIX. Debe su nombre a la existencia de una capilla anexa, hoy recuperada.
 
Es un pequeño museo arqueológico por la cantidad y valor de las piezas que alberga. La fresca penumbra formada por los cítricos y la armonía de su composición arquitectónica favorecen un ambiente de calma e introspección. 
 



 "Es la calidad de las convicciones y no el número de seguidores
lo que determina el éxito."
                                                                        -J.K. Rowling-