Emperatriz Isabel [Leone y Pompeo Leoni] 1564 bronce, 177 X 84 X 93 cm, firmado y fechado: "Leo. Pompe. F. Aret. F. 1564" inscripción: "DIVA. ISABELLA. AUGUSTA. CAROLI. V. IMPERATORIS.
La estatua monumental de la emperatriz formó parte el encargo realizado por el emperador a Leone Leoni, en 1549, junto con el grupo Carlos V y el furor y otros seis retratos imperiales, que se conservan también en el Museo del Prado. Siguió, por tanto, la misma trayectoria que éstos, saliendo del taller de Milán en 1556, para ser mostrada al emperador en Flandes, y llegó a España en septiembre de ese mismo año. Acabada por Pompeo, estuvo en el taller de Madrid hasta su fallecimiento en 1608.
Entonces fue reclamada por Felipe III que mandó guardarla, junto con las demás, en las bóvedas del Alcázar. Allí permaneció hasta su traslado a la Academia de Bellas Artes de san Fernando, a fines del siglo XVIII, e ingresó en el Museo del Prado en 1829.
La emperatriz falleció en Toledo el 1 de mayo de 1539 a los treinta y seis años de edad, y Carlos V no volvió a contraer matrimonio. No conservaba retratos suyos, por lo que tuvo que pedir uno a su hermana la reina María de Hungría, que al parecer había sido realizado por un artista flamenco, para que sirviera de modelo a varios lienzos que pintó Tiziano.
Estos retratos le acompañaron siempre, hasta su retiro en Yuste, lo que demuestra la veneración que Carlos V sentía por su esposa. En 1546 Leone Leoni fundió una medalla en Venecia que representa el anverso de la efigie de Carlos V y en el reverso de la emperatriz. Se inspiró precisamente en los lienzos de Tiziano que le había mostrado el propio emperador.
Tiziano, La emperatriz Isabel de Portugal, 1548. Óleo sobre lienzo 117 X 98 cm. Museo del Prado, sala 056.
El bronce del Museo del Prado, sin embargo, depende concretamente del que presenta a la emperatriz sentada delante de una ventana abierta, con un libro en la mano. En él, Isabel aparece representada de pie, con el mismo vestido de amplias mangas, ricamente bordado. La sobrefalda, abierta por delante, tiene un ribete adornado con mascarones y grutescos. Con la mano derecha sujeta el cordón del cinturón, que cae casi hasta el suelo, mientras que la izquierda la apoya sobre la falda sujetando la manga. Lleva una gran joya colgando del cuello y un anillo en el meñique de la mano izquierda, además de las que sujetan su cabello recogido con doble trenza.
Sin embargo, la posición frontal, el hieratismo, la majestuosidad de la figura y la minuciosidad de los detalles derivan directamente de las estatuas del mausoleo de Maximiliano I de Innsbruck, sobre todo del retrato de Margarita de Austria, tía de Carlos V y regente de los Paises Bajos de 1507 a 1530.
Ya en España, durante 1562, Pompeo se vio obligado a contratar a dos plateros, Felipe Jusarte y Micael Méndez, para que se ocuparan de la terminación del vestido, una obra de gran minuciosidad técnica y digna de orfebres. En el Museo del Prado se conserva una versión casi idéntica, pero en mármol, procedente del mismo encargo de Carlos V a Leone Leoni en 1549.
María de Hungría fue, junto a su hermano Carlos V, el más importante patrono de Leone Leoni en la corte imperial. El escultor y la gobernadora de los Países Bajos coincidieron en tres ocasiones: en Bruselas en 1549, en Augsburgo tres años después, y de nuevo en Bruselas en 1556.
Este retrato, junto a nueve más de cuerpo entero, fue encargado en 1549 con destino a la galería dinástica que María había proyectado en el palacio de Binche, aunque Leoni demoró su realización hasta al menos 1553, según consta en una carta del 28 de diciembre de ese año de Ferrante Gonzaga a Carlos V. Leoni vuelve a aludir al encargo en una carta del 14 de agosto de 1555, donde enumera las estatuas que pensaba llevar a Flandes. La estatua fue entregada a María en Bruselas en 1556, dos años después que las tropas francesas arrasaran Binche, por lo que nunca llegó a ocupar el lugar para el que había sido diseñada.
Ese mismo año María se trasladó a España, donde fallecería en Cigales, cerca de Valladolid, en 1558. Las esculturas siguieron el mismo camino acompañadas por Pompeo Leoni, que en 1556 se trasladó a Madrid para completarlas, lo que explica su firma con la fecha 1564 en la basa.
La condición de viuda de María (Luis II de Hungría había muerto en 1526 en la batalla de Mohacs) obligó al escultor a reprimir su tendencia al abigarramiento decorativo en las vestimentas. Esta limitación fue a la postre beneficiosa, pues Leoni jugó con los pliegues de la indumentaria, imprimiendo a la escultura un dinamismo del que carecen, por ejemplo, los hieráticos retratos de la emperatriz.
María aparece de pie vestida de viuda, con las manos juntas sosteniendo un misal. Los largos extremos de la toca, rematados con sendas cruces y anudados sobre la nuca, caen hacia delante formando una especia de estola. Se trata de la indumentaria que, según su biógrafo Alessandro Nogarola (1553), lucia cuando iba a la iglesia o cuando si appresenta in maestá, y de la misma con la que posó para Tiziano en 1548 (París Musée des Arts Decoratifs).
Para la realización de esta escultura Leoni partió de un busto en terracota realizado durante su primer encuentro en Bruselas en 1549 y que sirvió también de modelo para dos bustos más de María en mármol (Museo del Prado, E 262) y bronce (Viena, Kunsthistorisches Museum, inv. 5496), este último realizado para Antoine Perrenot de Granvela (Texto extractado de Falomir Faus, M.: El retrato del Renacimiento, Museo Nacional del Prado, 2008,p.390).
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