El lavatorio 1548 - 1549. Óleo sobre lienzo, 2,10 X 533 cm
En 1547 la Scuola del Santísimo Sacramento de la iglesia de san Marcuola en Venecia encargó a Jacopo Tintoretto El lavatorio y una Última cena, aún "in situ". Estas "scuole" estaban dedicadas a fomentar el culto a la Eucaristía, y en sus reuniones, el guardián ofrecía a los cofrades agua bendita, imitando el gesto de Jasús al lavar los pies a los apóstoles.
Esta exaltación de la humildad era recurrente en los textos devocionales de la época. como I Cuattro libri de la humanita di Christo de Pietro Aretino (1539), cuya recreación del lavatorio es más evocadora que el relato evangélico (Juan, 13, 12-15), que no dice que los apóstoles introdujeran los pies en una jofaina, o que el paño utilizado fuera blanco en alusión a su pureza; lo que sugiere un conocimiento del texto de Avetino por Tintoretto, que en 1545 había pintado para el escritor.
El lavatorio delata as´i mismo la afinidad de su autor con los "poligrafi" escritores populares que asumían un distanciamiento irónico de la alta cultura, perceptible en la confluencia de una profunda religiosidad con situaciones no exentas de humor, como el esfuerzo de algunos apóstoles por desprenderse de las calzas.
El lavatorio es fruto de un concienzudo proceso creativo. Tras trazar el escenario, Tintoretto introdujo los personajes pensando en el punto de vista del espectador. Ello explica que, si bien al contemplar frontalmente el lienzo los personajes aparecen distribuidos aleatoriamente, la impresión cambie al mirarlo desde la derecha, desde una posición similar a la de la feligresía en san Marcuola. Desaparecen así los espacios muertos entre las figuras y el cuadro se ordena a lo largo de una diagonal que, partiendo de Cristo prosigue por la mesa en la que aguardan turno los apóstoles para acabar en el arco al fondo del canal.
Ello explica además la ubicación de los actores principales de la escena. Cristo y san Pedro, en el lateral derecho del lienzo. El lavatorio ilustra la nueva concepción espacial que irrumpió en la pintura veneciana en la década de 1530 por influjo del manierismo toscano y la presencia en Venecia de Sebastiano Serlio.
El lavatorio lo adquirió Ferdinando Gonzaga ( 1587-1626), VI duque de Mantua, a finales de la primera década o principios de la segunda década del siglo XVII.
Broncino Florencia, 1503 - Florencia, 1572
Broncino representa el manierismo toscano, dominando en solitario, gracias a su ilimitada invención y excepcional pericia, el arte en la corte de los Médicis desde los años treinta hasta los sesenta del siglo del siglo XVI.
Este retrato de García de Médicis (1547-1562), tercer hijo varón de Cosme de Medici y Eleonora de Toledo, ejemplifica como pocos la escasa atención dedicada a los niños en el retrato hasta la Ilustración. Broncino reproduce con veracidad los rasgos menudos e indefinidos de un niño, pero lo representa con la misma actitud distante e impasible, con la que caracteriza en sus retratos a los adultos de la corte florentina. García es ante todo un heredero al ducado de Toscana, y por eso Broncino anula toda expresión o gesto que permita pensar que estamos ante un niño.
Así García, cuyo estatus se refleja en su lujosa vestimenta de seda roja y oro, rematada en el cuello y en los puños de la camisa por un rico recamado de perlas, no juega con el suntuoso pinjante que sujeta con su mano, sino que lo muestra con cierta ostentación, como si fuera consciente de su valor.
Esta joya erróneamente identificada en ocasiones con un sonajero, era un amuleto que servía para ahuyentar el mal de ojo, y está compuesta por una arpía que descansa sobre un cuerno, del que pende una piedra preciosa. Los amuletos con arpías-sirenas eran usados por las mujeres napolitanas para proteger su embarazo, por lo que tal vez pudo ser regalado a García por su madre, Eleonora, o por su abuelo, don Pedro de Toledo, virrey de Nápoles. En su otra mano el infante sostiene una flor de azahar recién abierta, símbolo de la pureza y de la inocencia propias de su edad.
Francesco Salvisti, pseudónimo de Francesco de Rossi (Florencia, 1510 - Roma, 1563). Pintor italiano. Pasó por los talleres de Giuliano Bugiardini, entre otros, para terminar su formación al lado de Andrea del Sarto. Permaneció con el maestro hasta la muerte de éste y después fue a Roma durante el invierno de 1530-1531.
Allí encontró la protección del cardenal Giovanni Salviati, de quien tomó el nombre. En una Ciudad Eterna huérfana de artistas eminentes tras el Saco de 1527, Salviati se dedicó al estudio de las obras de los grandes maestros, sobre todo de Rafael y sus seguidores, además de Miguel Ángel, quien tras algunas vacilaciones volvería a establecerse en Roma en 1534.
La vida de Salviati se desarrolló fundamentalmente entre estas dos ciudades: Florencia y Roma, aunque realizó escalas importantes en otros lugares, como Bolonia y Venecia (1539-1540) o Francia (1556-1557) . Esta es la única obra del Museo del Prado de este pintor, a la que seguramente se refiere su amigo Vasari cuando la cita en la década de 1540 siendo pintada en Florencia para Pasquino Bertini.
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