viernes, 21 de febrero de 2025

Nubia y Egipto

Estatua de Harsomtuemhat

Esta estatua de un hombre llamado Harsomtuemhat representa a un aciano cuyos rasgos realistas y expresivos reflejan la moda escultórica de la época tardía. El personaje está sentado, con las piernas encogidas, sujetando un sistro (sheseshet) formado por un mango y el rostro de la diosa Hathor. El papel del instrumento era apaciguar la cólera de los dioses y ponerlos en disposición de escuchar las plegarias. Harsomtuemhat fue sacerdote de Horus, de Neith, de Hathor y de Metyer, además de noble, príncipe y escriba de los documentos reales, lo que indica su elevada posición social en los estamentos civil y religioso.
 
La colección egipcia y nubia del Museo se formó por distintas vías. En el siglo XIX llegaron las piezas encontradas en Saqqara por Lameyer, las colecciones compradas a Asensi, Abargues y Toda Güel, así como varios sarcófagos donación del gobierno egipcio. En el siglo XX se incorporaron, entre otros, la donación de Roque Martínez, la compra de Várez Fisa y depósitos del Museo del Prado y la Real Academia de la Historia.
   Una segunda vía es fruto de la participación española en el salvamento del Patrimonio de Nubia ante la construcción de la presa de Asuán en la década de 1960. Se recibieron más de 3.000 objetos y se concedió un permiso para excavar en Heracleópolis Magna que, hasta 1980, incluía la autorización para traer a España parte de los objetos encontrados.
 

Oriente Próximo
la colección de objetos de Oriente Próximo conservada en el Museo Arqueológico nacional es fruto de intercambios con otros museos, de donaciones o ventas de antiguos viajeros, coleccionistas, sacerdotes y diplomáticos.
  
Sahara
Los materiales procedentes del antiguo Sahara español y de algunas zonas del norte de África que se conservan en el Museo tienen su principal fuente de ingreso de la colección formada por Julio Martínez Santa-Olalla. Adquirida a sus herederos por el Estado Español en 1975, este enorme conjunto de objetos estaba integrado por sus propios hallazgos durante la realización de las "Expediciones Paletnológicas al Sahara español" en la década de 1940, en las que se prospectaron grandes áreas y se dieron a conocer numerosas representaciones de arte rupestre sobre todo de Saguiat el Hamra. 
  
Halcón Horus
 El halcón se identificó con Horus, "el elevado, el que está por encima". Fue un dios muy antiguo de la mitología antigua, vinculado a la realeza y tutor de los monarcas. El faraón fue siempre la manifestación de Horus en la Tterra, un Horus viviente.
 
Oriente Próximo Antiguo
La historia de Oriente Próximo Antiguo es el relato de la vida de los pueblos que habitaron desde el Egeo al valle del Indo, y desde Asia Central y el Cáucaso hasta la Península Arábiga. Hará unos doce mil años, en la región conocida como Creciente Fértil nacieron la agricultura, la ganadería y las primeras aldeas, que pronto se expandieron. en torno a 3500 a.C. se desarrolló en Mesopotamia la primera cultura urbana y el Estado. Surgieron entonces la realeza y las ciudades-estado con los sumerios, extendiéndose el proceso de urbanización por todo Oriente Próximo. En 2350 a.C el rey Sargón de Acad fundó el primer gran estado territorial, y la ciudad de Ur y su III dinastía se declararon en 2100 a.C herederas de las tradiciones sumerias y acadias.
   La Babilonia de Hammurabi (1792-1750 a.C.) y de sus sucesores se convirtió en un centro neurálgico del poder político hasta que surgieron grandes potencias como Mitanni o Hatti. Y durante el I milenio, antes y después de Cristo, hasta la llegada del Islam en 636 se vivió el pujante y sucesivo desarrollo de los grandes imperios asirio, babilonio, aqueménida, parto y sasánida, y la integración de partes de oriente en el mundo helenístico y romano-bizantino. Hoy sabemos que todos esos pueblos y otros, como cananeos y hebreos, arameos y fenicios, urarteos, frigios y lidios, árabes, bactrianos y sogdianos participaron en esta misma historia, porque todo Oriente fue un mismo mundo. 
 
El legado de Mesopotamia
Mesopotamia formó parte del Creciente Fértil y ocupó lo que hoy es Iraq, entre los ríos Tigris y Éufrates. Los pueblos mesopotámicos realizaron progresos y avances espectaculares en el dominio de las ciencias, las matemáticas, la astronomía, la medicina, las técnicas de irrigación e instalaciones hidráulicas, la metalurgia y la ingeniería. Inventaron la rueda, cultivaron la cebada, el trigo, la palmera datilera, la higuera y el olivo, y domesticaron animales para obtener leche y pieles.
   Sumerios, acadios, asirios, hurritas, caldeos, amorritas y arameos, todos ellos habitantes del "país entre ríos" aportaron su legado a la posteridad. Esta compleja sociedad dispuso, desde el II milenio a.C., del primer compendio de leyes, el Código de Hammurabi.
 
Máscaras, en caso de imposibilidad de adquirir un sarcófago, los egipcios cubrían el rostro del difunto con una máscara de madera y tapaban el resto del cuerpo con materiales perecederos como el adobe o elementos vegetales que no se han conservado.
Durante la Baja Época y el periodo grecorromano, las cabezas se introducían en una máscara hecha de distintas capas de lino muy prensadas y estuco, que se cubría con pan de oro. otro material usado en la elaboración de las mascarillas fue el yeso, incrustándose los ojos en piedra blanca y negra imitando el globo ocular y el iris. en la máscara se dibujan los rasgos convencionales del difunto.
 
El legado de Irán
La meseta iraní formó parte del antiguo imperio Persa, aunque sus fértiles vegas estuvieron ya habitadas desde el IV milenio a.C. Los pueblos sedentarios que habitaron este territorio llegaron a dominar la agricultura de regadío mediante canales subterráneos y consiguieron la recuperación de manantiales naturales. La ganadería fue también un medio de subsistencia cotidiana y la extracción de alabastro, diorita, turquesa, lapislázuli, ámbar e incluso oro que alimentó el intercambio comercial a través de rutas establecidas.
   A finales del II milenio a.C., este territorio fue testigo de las inmigraciones medas y persas. Sometido inicialmente a la hegemonía meda, Ciro II creó el Imperio Persa Aqueménida en el año 550 a.C., con capital en Susa, y posteriormente los sasánidas se hicieron dueños del territorio. 
 
 
El legado de la Península Arábiga
La Península Arábiga se ha integrado recientemente en los estudios de Oriente Próximo. La arqueología en Bahrein, Arabia, Yemen, el Sultanato de Omán y los Emiratos Árabes ha permitido articular la historia del territorio.
   Hasta hace pocos años, los tiempos anteriores a la Arabia preislámica a penas afloraban en dos tradiciones: la bíblica, de la reina de Saba, y la clásica de la Arabia felix, basada en las fantásticas riquezas que se suponían allí atesoradas.
   Hacia el I milenio a.C., la región meridional de Arabia experimentó un proceso de maduración política. Una primera fase, entre los siglos VIII y I a.C., acompaña la hegemonía de Saba y las gentes de los oasis. La segunda fase, desde el siglo I hasta el VII después d.C., se perfila con Himyar como reino predominante. En 662 el islam abatió la tradición cultural y religiosa de la antigua Arabia.
   Los antiguos egipcios diferenciaron entre "la tierra negra", Kemet, y "la tierra roja", Desheret. El negro designaba el fértil valle que se extiende a orillas del Nilo; y el rojo los dos desiertos que se hallan a ambos lados, el líbico y el arábigo, el primero de los cuales salpicado de oasis. El territorio estuvo dividido en nomos o provincias: 22 en el Alto Egipto, 20 en el Bajo Egipto.
   La historia egipcia alterna etapas de unificación política, los llamados Reinos Antiguo, Medio y Nuevo -regidos por dinastías que lograron extender sus fronteras hasta Asia y Äfrica-, con etapas de fragmentación, denominadas Períodos Intermedios. Más tarde, con la llegada de los ptolomeos, se impuso una nueva estructura política y social.
   Los egipcios no estuvieron solos: libios, asirios, persas y etíopes formaron también parte de su historia.

Estela del rey Seankhiptah
Esta estela es el principal documento que existe del rey. En la izquierda el soberano aparece ante el dios Ptah y en la derecha Nebsumenu, donante de la estela, ofrenda a Anubis. El texto de la parte inferior narra una reclasificación de terrenos, que pasan a ser de ser tierras arables a distritos, quizá zonas navegables e irrigadas.
 
 
Fauna y flora en el valle y en el desierto
El valle del Nilo y los desiertos circundantes configuraron un entorno natural que fue intensamente explotado por los pobladores de estas regiones, como se refleja en las imágenes y los restos que nos han llegado.
   Son abundantes las plantas que se asocian inevitablemente a la civilización egipcia: papiro, loto, palmera, mandrágora, sicomoro, vid, trigo y persea, junto a otras importadas, como el incienso y la mirra.
   Igualmente son numerosos los animales representados: ranas, peces, aves, insectos, peces, gatos, asnos o bóvidos, que formaban parte de la existencia cotidiana; y también otros como órices, antílopes y chacales, que deambularon libremente por el desierto.
   Leones, monos, hipopótamos, cocodrilos avestruces, jirafas y elefantes, animales que actualmente solo se encuentran en el corazón del continente africano, poblaron Egipto y Nubia en la Antigüedad. 
 
 
Las creencias en Egipto
Ninguna palabra egipcia designa la noción actual de religión, ya que en el antiguo Egipto el dominio de lo religioso no se limitó a un aspecto preciso de la vida, sino también a lo que hoy denominamos filosofía, moral o política.
   Podemos conocer las creencias egipcias por las fuentes escritas e iconográficas que se refieren, fundamentalmente, a los rituales, fiestas y mitos. Los mitos relacionados con los dioses que vivieron "en aquel tiempo", en la época de "la Primera Vez", evidencian que no existió una ruptura radical entre el tiempo del mito y el tiempo de la historia. La religión egipcia no funcionó como una religión revelada; adoración, plegaria, piedad, fe y culto fueron las manifestaciones religiosas dominantes.
 
Estatua de Nectanebo I. Dinastía XXX
Con los cinco nombres reales en el pilar dorsal. La cabeza no pertenece a la estatua original, que ha sufrido varias restauraciones en época antigua. 

El origen del mundo: las cosmogonías
Los teólogos definieron la Creación como un "proceso de ordenamiento", el paso del caos al cosmos, la consecución de un mundo establecido cuyo equilibrio, llamado Maat por los egipcios, era necesario mantener. 
   Los textos procedentes de diferentes santuarios denominaron la Creación como "la Primera Vez" y, aunque las versiones variaron, todas tuvieron fundamentos comunes para explicar el Génesis. El sol y el agua fueron los elementos esenciales; en el origen solo existía el Océano Primigenio. El Creador despertó, manifestándose bajo el aspecto del sol y, tras levantar la colina inicial, se posó sobre ella originando el primer amanecer.
   El segundo estadio supuso la creación de los seres. Los mitos lo relatan de forma distinta, según proceda de las diferentes ciudades cosmogónicas: Heliópolis, Hermópolis, Menfis, Esna, Tebas. La creación se representó mostrando al dios del aire (Shu), separando el cielo (diosa Nut) de la tierra (dios Gueb).
 

La divinidad en Egipto
La palabra "dios" en egipcio puede escribirse con diferentes signos, como la banderola, un halcón o un personaje sentado con barba. Los dioses poseyeron un alma, una imagen de culto, un cuerpo y nombres acompañados de epítetos, en ocasiones comunes.
   Las divinidades podían manifestarse a los hombres de múltiples maneras, encarnándose según les convenía. Estas transformaciones, que se denominaban Kheperus, no representaban la totalidad del dios, sino facetas y apariencias diferentes.
 
Ataúd antropomorfo del sacerdote Amenemhat

La balanza como símbolo de la justicia tiene su origen en el antiguo Egipto. En las representaciones del juicio de Osiris se juzga al difunto colocando su corazón en el platillo de una balanza y en el otro, una pluma. Del fiel de la balanza dependía que viviera para siempre.
   El tema perdura en el mundo grecolatino y es Hermes quien maneja la balanza y decide la suerte de los mortales. En la Edad Media, el arcángel san Miguel es el encargado del pesaje de las almas.
   En todas estas imágenes, la balanza garantiza el juicio equilibrado y equitativo, cualidades propias de la justicia y razón por la que la balanza, sola o portada por una mujer, la simboliza.
 

El dios Anubis vigila el fiel de la balanza, en la que se pesan el corazón y la pluma de la diosa Maat. El dios Thot anota el resultado.
La devoradora de corazones, con cabeza de cocodrilo, espera ante Osiris e Isis el resultado del pesaje del corazón. 
 
 


 
La domesticación de plantas y animales
la domesticación de plantas y animales ha supuesto uno de los grandes avances en la historia de la humanidad. En Egipto y Nubia la economía doméstica se basó en la agricultura y en la ganadería; las granjas, los trabajos en el campo y la cría de ganado vacuno, cabras y aves fueron las principales actividades. Los rebaños eran conducidos por pastores y se utilizaban tanto para la alimentación (leche, carne y grasa) como para las labores agrícolas. El cerdo también formaba parte de la dieta de estos pueblos.
   Perros y gatos eran animales habituales en el entorno familiar. Los caballos se aclimataron fácilmente en Egipto, y los de guerra pasaron a formar parte del ejercito nubio a comienzos del I milenio a.C.; los dromedarios eran idóneos para los desplazamientos por el desierto.
 
Representación de Ihé, cantora de Amón

 
 
 

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