miércoles, 20 de agosto de 2014

Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial


Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, Real Sitio.

  Enclavada en pleno corazón de la Sierra de Guadarrama, a tan sólo 50 km. de Madrid, San Lorenzo de El Escorial ofrece al visitante un patrimonio arquitectónico exclusivo, un entorno natural privilegiado y una propuesta cultural difícilmente inigualable en la región de Madrid.

  En principio mandó la naturaleza. La elección del lugar en el que habría de construirse el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial estuvo condicionado, desde que nació ese proyecto en la mente de Felipe II, por una serie de exigencias irrenunciables: aire nítido y terso; aguas saludables y abundantes que fueran hijas directas de la nieve; y una especial atención a la proximidad de la necesaria calidad y cantidad de materiales de construcción -granito y pizarra, principalmente- que facilitara la materialización de una idea considerada como inmutable -y, por tanto, eterna- en la España que se alimentaba de la verdad religiosa salida del Concilio de Trento.
 
  En su trazado urbano se ubican magníficas representaciones arquitectónicas que constatan la evolución de la historia y el paso del tiempo desde el siglo XVI hasta la actualidad.

La Europa de los Reales Sitios

  El Real sitio es un fenómeno común a todas las monarquías europeas; una residencia palatina, acompañada de un pequeño núcleo urbano, en un medio boscoso y ajardinado próximo a la capital, que recibe estacionalmente la visita de la corte y la parafernalia de la servidumbre, nobleza, administración y distracción que da continuidad a la vida cotidiana del rey y su familia.

  Con origen en los cazaderos medievales o en su espíritu de vuelta a la naturaleza del humanismo renacentista, tienen su esplendor histórico en el galante siglo XVIII prolongando su placentera actividad durante gran parte del siglo XIX.

  El caso español es muy representativo: la corte pasaba el invierno en Madrid y el resto del año disfrutaba de las Jornadas Reales: la primavera en Aranjuez, el verano en El Escorial, el otoño en La Granja. La regularidad dependía de los avatares políticos, o del estado financiero de la Corona. Las jornadas perduraron hasta que Isabel II las sustituyó por un moderno veraneo en las playas del norte.

  En toda Europa, los viejos sitios reales albergan los ejemplos más refinados de la arquitectura, la jardinería y las artes decorativas. Allí donde existe continuidad dinástica, a su valor cultural se añade el protocolario o práctico de la actual vida cortesana. 
 

  Sobre todas ellas, se alza majestuoso en un enclave natural excepcional, el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, considerado como la octava maravilla del mundo y declarado por la UNESCO monumento de interés mundial en 1984.

  El 25 de marzo de 1793, y mediante Real Cédula, se limitan los términos municipales de La Villa de El Escorial y San Lorenzo de El Escorial, lo que no significa que no hubiera un núcleo urbano precedente. En realidad, el nacimiento del actual centro urbano se inicia en el mismo instante en que Felipe II decide poner la primera piedra de su Real Monasterio de 23 de abril de 1563.

 Felipe II ordenó su construcción para agradecer de manera perpetua los beneficios recibidos de Dios; garantizar la eterna memoria de la Familia Real, y fundar un Panteón Real para los familiares del rey Felipe II, y sobre todo para conmemorar la victoria de sus tropas sobre las de Enrique II de Francia en la Batalla de San  Quintín el 10 de agosto de 1557, festividad de San Lorenzo, bajo cuya advocación fue construido el Real Monasterio.
  Cuando las obras de construcción aún estaban en sus inicios, se les dio mayor primacía a la cultura: a la religión, al arte, a las ciencias y a la realidad histórica del tiempo. Y así fue hasta el siglo XVIII.

  Los arquitectos Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera fueron los encargados de dirigir su construcción, muy influidos ambos por los gustos arquitectónicos predominantes en el siglo XVI y por las ideas religiosas del Concilio de Trento, lo que explica el trazado renacentista y austero del Monasterio.



 En el Conjunto Histórico-Artístico destacan las edificaciones diseñadas y proyectadas por Juan de Villanueva en el siglo XVIII y las realizaciones de grandes arquitectos que durante los siglos XIX y XX que han contribuido a la consolidación de una pequeña y acogedora ciudad que vive entre la tradición y la modernidad y en la que se produce una combinación perfecta de elementos naturales, históricos y culturales que imprimen en la localidad un sello especial que invita al paseo, al disfrute y al descanso.

  El real Monasterio de san Lorenzo de el Escorial, construido entre 1563 y 1584, este monumental edificio alberga entre sus muros un monasterio, una basílica, una biblioteca, un palacio real y el mausoleo de los reyes españoles. Fue edificado por Juan de Herrera en el reinado de Felipe II.



  

 La estructura del edificio se organiza a partir de un eje principal, desde su fachada principal a occidente, que cruza el cuerpo de la Biblioteca y atraviesa el Patio de Reyes, para continuar en el propio eje de la Basílica y acabar en el Palacio de Felipe II, construida alrededor del abside de la Basílica.

  Este eje central de simetría del Monasterio aconseja un primer trayecto iniciático que nos permitirá detectar las prioridades de Felipe II en su intento de materializar su concepción ideológica de la Ciudad de Dios a través de la arquitectura. 

  En el siglo XVIII, ya en tiempos de Carlos III, se remodelo toda una sección del palacio, ahora conocida como Palacio de los Borbones, que fue decorada con tapices sobre cartones de Goya y con rico mobiliario de la época, según los estilos imperantes en la segunda mitad de dicho siglo.

  El emperador Carlos V nacido en Gante (Países Bajos), en 1500, había heredado la cara cuadrada y el prognatismo típicos de la familia Habsburgo, era un soldado cabal y un hombre de amplia cultura. Heredó las coronas de España en 1516, y llegó a la Península Ibérica en 1517. En Castilla gobernó primero junto a su madre, la enloquecida reina Juana, hija de Fernando e Isabel. Fue una colaboración puramente nominal, porque ella ya se había retirado. Era joven, el mejor partido de la Europa occidental (y una joven flamenca ya lo había hecho padre de una hija, Margarita). Los diputados castellanos a las Cortes de 1525 confiaban en que se casase con su prima Isabel, hermana del rey de Portugal. 

  Carlos estaba prácticamente comprometido con María, hija de Enrique VIII de Inglaterra, pero hacia 1525 ya había dejado de lado la idea de una alianza con Inglaterra y aceptado el vínculo con Portugal. El casamiento se efectuó en Sevilla, el 1o de marzo de 1526. Fue una unión política, pero Carlos se enamoró de su hermosa mujer, tres años menor que el.

  Cuando el calor invadió Sevilla ambos huyeron a Granada para pasar la luna de miel en el esplendor morisco de la Alhambra. En diciembre la pareja y la corte que la acompañaba regresaron a Castilla. Aquí en uno de los palacios de Valladolid, Isabel tuvo un hijo la tarde del 21 de mayo de 1527. Durante las 13 horas que duró el parto Carlos permaneció a su lado. El orgulloso padre estaba "tan alegre, regocijado y gozoso del nuevo hijo", que no empleó su tiempo en otra cosa que en organizar festejos y celebraciones.
 
 
Biblioteca de El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial

  La biblioteca fundada por Felipe II en el Monasterio de El Escorial no sólo corresponde a una de las principales preocupaciones que tuvo el rey a lo largo de su vida. De hecho humanistas de gran talla, como Juan Páez de Castro, Ambrosio de Morales, Benito Arias Montano, etc., colaboraron en los planes del monarca por crear una biblioteca regia que, además de libros, acogiera todo lo necesario para convertirse en un auténtico lugar de estudio y de trabajo científico: dibujos y grabados, retratos de personajes, instrumentos matemáticos y científicos, mapas, esferas, astrolabios, reproducciones de fauna y flora, monetario y medallero, etc.

Felipe II cedió a la biblioteca del Monasterio los ricos códices que poseía y para cuyo enriquecimiento encargó la adquisición de las bibliotecas y obras más ejemplares de España y Europa.

Real Biblioteca de El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
La Filosofía

  La estantería clasicista que se extiende a lo largo de los muros del Salón Principal, sólo interrumpidas por los huecos de las ventanas, los espacios que ocupan una serie de retratos y las puertas de los testeros, está realizada en una gran variedad de maderas, por lo que ofrece un bello contraste de colores. Las principales son: caoba, ébano, cedro, naranjo, boj, terebinto y nogal.

  Toda ella consta de 54 estantes, que en la actualidad aparecen numerados. Cada uno tiene seis plúteos y los libros están colocados en ellos por materias y por tamaños, con el canto dorado hacia el exterior, ofreciendo un aspecto de gran uniformidad. Por los archivos de la biblioteca conocemos, ademas, que las trazas del mobiliario son de Juan de Herrera y que el encargado de realizar la estantería fue el ensamblador italiano José Flecha, ayudado por los ensambladores españoles Gamboa, Serrano, Quesada y Aguirre. Las puertas y telas metálicas fueron incorporadas en el siglo XVIII, durante el reinado de Fernando VI, como medida de protección. 

  El infante fue bautizado seis semanas más tarde por el arzobispo de Toledo en el convento de San Pablo en Valladolid. Sus padrinos fueron el condestable de Castilla (que lo llevo en brazos), el duque de Béjar y la hermana mayor de Carlos V, Leonor, reina de Francia.
 
  Doce meses después , el 10 de mayo de 1528, los procuradores de las Cortes se reunieron en el convento de San Jerónimo en Madrid y reconocieron al niño como heredero al trono de Castilla. También reconocieron a la emperatriz Isabel como regente del reino durante la inminente ausencia del Emperador Carlos V. El 27 de julio de 1529 el Emperador se embarcó en Barcelona. No volvería hasta 1533.

Los nuevos museos
 
EL Greco. El martirio de san Mauricio,1580-82

Tras la muerte de Navarrete el Mudo en 1579, El Greco fue comisionado por el rey Felipe II para pintar el cuadro de un altar sobre el martirio de San Mauricio.
 

 Diego de Silva y Velázquez
La túnica de José, 1630
Óleo sobre lienzo 223cm X 250cm
Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial


Hieronymus Bosch
El carro de heno, 1516
Óleo sobre tabla
Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial


  Tríptico abierto dedicado al pecado. Se conserva otro ejemplar en el Museo Nacional de El Prado, Madrid. Se supone que Felipe II lo compró en 1570 a Felipe de Guevara. El del Prado debió pertenecer también a Felipe II, incluso antes que el de Guevara, pero la primera cita que se tiene de él corresponde al inventario del Alcázar de Madrid de 1636.
El lateral izquierdo representa el origen del mundo. El centro la humanidad arrastrada al pecado. El lateral derecho el infierno destino de los pecadores. 

  Las Salas Capitulares-cuyos techos fueron bellamente decorados en estilo pompeyano- aún guardan una gran riqueza pictórica, según puede verse con obras de: El greco, Rivera, Tintoreto, Ticiano y El Bosco. 

                
Monasterio de El Escorial
Sala de las batallas

  El problema más grave de todos y su preocupación a lo largo de los siguientes diez años sería la amenaza otomana, por el miedo a los turcos.
El poderoso imperio otomano -con su capital en Estambul- había invadido todo el Mediterráneo oriental y la costa septentrional de África; presionaba a Rusia y, después de ocupar los Balcanes, sólo había sido contenido en las fronteras alemanas de los territorios Habsburgo.



 

 
 La Escalera Principal, sigue la tradición española de escalera imperial con un tramo principal dividido en dos a los lados a partir de la primera meseta, manteniendo el eje de simetría del convento y compatibilizando los tres pisos del Patio de los Evangelistas con los tres del convento mediante puertas discretas que permiten el paso a la zona más recogida y doméstica.
 
  Se le atribuye a Bergamasso, aunque su proyecto fue modificado y desarrollado por Juan de Herrera. Está decorada con frescos de Pellegrino Tibaldi, Luca Giordano y Luca Cambiaso, destacando la Batalla de San Quintín y la Fundación de El Escorial, en la que aparece Felipe II discutiendo las trazas del Monasterio con Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, junto al Obrero Mayor, el jerónimo Fray Antonio de Villacastín.
 
  El patio de los Reyes está estratégicamente ubicado entre los cuatro principales elementos constitutivos de la ciudad de Dios: el centro de estudios, el monasterio, la biblioteca y la iglesia.
  Sus dimensiones son verdaderamente reales: 64 metros de longitud por 38 de anchura.



  En la parte superior  de su fachada más noble -la que da acceso a la Basílica- están representados, sobre enormes pedestales de piedra granítica, seis reyes de la tribu de Judá cuidadosamente elegidos: en el centro, David y Salomón; el primero con un arpa en las manos y un alfanje ceñido a la cintura, destacándose, de esta manera, sus principales rasgos biográficos: el amor por la música y su afición militar; Salomón, que escucha con modestia las enseñanzas de su padre, porta en sus manos un monumental libro, en recuerdo de su proverbial sabiduría.

 Las cuatro restantes esculturas -de cinco metros de altura cada una- representan a Josafat, Ezequías, Josaías y Manases.




Las Casas de Oficios, unas instalaciones dedicadas a atender algunas necesidades de la Casa Real, fueron construidas por Juan de Herrera. Se encuentran entre la calle Floriblanca y la misma fachada del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. En la actualidad alberga las instalaciones de la Casa de Cultura de San Lorenzo con sus salas de exposiciones, el Centro Integrado de Música de la Comunidad de Madrid y la Oficina de Turismo-Centro de Interpretación. En el siglo XVIII, Juan de Villanueva construyó el edificio que alberga las Casas de los Infantes y de la Reina, integrándolas armónicamente en el conjunto arquitectónico del Monasterio.


La Lonja. Al fondo La Casa de Ministerios

El Monte Abantos, situado en la Sierra de Guadarrama, es la elevación más importante del entorno de San Lorenzo de El Escorial a cuyo pie descansa la solemne estampa del Monasterio.
  Con laderas salpicadas de fuentes, presas y miradores, constituye el enclave de mayor belleza natural con que cuenta el Real Sitio.
  El Alboreto Luis Ceballos es un Centro de Educación Ambiental de la Comunidad de Madrid, situado en el Monte Abantos, que ofrece la posibilidad de conocer los ecosistemas de la zona, las prácticas forestales tradicionales y las interrelaciones entre la sierra y sus alrededores. Un itinerario señalizado de apenas 2,2 km. permite el acceso a las excursiones interesantes.


El Jardín de los Frailes y la Galería de Convalecientes

La Herrería, alejándonos un poco del casco histórico de la villa, en el cercano paraje de La Herrería, se encuentra la Ermita de la Virgen de Gracia, una pequeña construcción situada en un espacio natural de pinos que cada año sirve de escenario a una popular romería.
 


La silla de Felipe II, a unos 2 km. del Monasterio y enclavada en la falda de los montes conocidos con el nombre de Los Ermitaños, se encuentra una enorme peña con unos asientos labrados a pico, desde dónde se cuenta que el rey Felipe II contemplaba la marcha de las obras del Monasterio. Una escalera esculpida en la misma roca permite acceder hasta lo alto de la peña; allí hay tres asientos labrados a pico y en uno de ellos, destinado al monarca, todavía se puede observar las siglas S.M.
  Es un bonito lugar desde el que se puede apreciar el incomparable conjunto que forman el Monte Abantos, el Conjunto-Histórico de San Lorenzo de El Escorial y el Monasterio.


Últimos años , 1593-1598

  El rey estaba ya en la fase final de su enfermedad. Durante 1597 la gota abrió cuatro llagas en el dedo medio de la mano derecha y tres en el dedo índice. había una llaga similar en el dedo pequeño de su pie derecho. En septiembre "la gota atacó su cuello y le causó alguna dificultad al comer. Tenía fiebre muy alta, acompañada de gran debilidad, pérdida de apetito y sueño". A finales de junio de 1598, el rey insistió, en contra del consejo de sus médicos, en que le trasladaran de Madrid a San Lorenzo.
 
  El monarca pidió a sus clérigos que le dieran la extremaunción "mientras aun está consciente y puede hacer los responsos. El 1 de septiembre se le administró el sacramento. El Rey "pidió la cruz que su padre el emperador sostenía en el momento de su muerte. Mandó por el príncipe y le dijo que se quedara para la ceremonia y que contemplara este ejemplo de miseria terrenal".

  El viernes, 11 de septiembre, el Príncipe y la infanta fueron a despedirse del Rey que agonizaba. Felipe II manifestó a Isabel su dolor de morir antes de verla casada, pero le pidió que gobernara bien los Países Bajos con la ayuda de Alberto.



  Meticuloso hasta el final, en sus últimas semanas el Rey lo planeó todo, hasta los detalles de su propio ataúd. Dispuso que había de morir sosteniendo en una mano una vela dedicada a Nuestra Señora de Montserrat, y en la otra el pequeño crucifijo que su padre había sostenido en Yuste. Ordenó que se le hiciera un ataúd como el de su padre y estipuló que debía envolvérsele bien en tela y que había de meterse antes en una caja de plomo, bien cerrada, de modo que no escapase ningún olor.

 Sus últimas palabras fueron que moría en la fe católica y en obediencia a la Iglesia de Roma. murió cuando los primeros rayos de sol aparecieron sobre el horizonte, a las cinco de la mañana del domingo 13 de septiembre.



Teatro Real Coliseo de Carlos III, fue un encargo de éste Rey al arquitecto francés Jaime Marquet en 1771, fue inaugurado al año siguiente, pero Juan de Villanueva realizó distintas remodelaciones durante los años 1792 y 1793. A mediados del siglo XX fue el cine "Lope de Vega" y en la actualidad es uno de los centros culturales más importantes de la Comunidad de Madrid, dedicado a representaciones teatrales y conciertos.
 
 

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