jueves, 8 de septiembre de 2016

Real Fábrica de Cristales de La Granja. Jardines de La Granja.


Parador Nacional de La Granja





La Naturaleza ha conformado un espacio privilegiado en torno a la cabecera del valle del río Eresma, aquí también conocido como río Valsaín. Por la exuberancia de sus bosques, los montes de Valsaín fueron desde muy antiguo el escenario de cacerías para disfrute de reyes y nobles.
 


Se encuentra en la Real Fábrica de Cristales de La Granja, uno de los edificios industriales europeos más importantes del siglo XVIII y verdadera seña de identidad de La Granja y de todo su entorno. Gracias a la labor del primer rey Borbón, Felipe V y a sus sucesores, se emprendieron en España una serie de acciones tendentes a proteger e impulsar la industria de la nación. Se invirtieron cuantiosas sumas asignadas a su costoso mantenimiento y a la adquisición de tecnología y personal especializado procedente de Francia, Alemania y Bohemia, siendo su principal objetivo abastecer de objetos suntuarios los palacios y residencias reales, evitando así las costosas importaciones. El entorno del Real Sitio proporcionaba combustible para los hornos, materias primas, espacio y agua suficientes. La manufactura fabricaba no sólo magníficos espejos de magnitudes nunca vistas, sino también todo tipo de objetos de lujo: recipientes de mesa y adorno, de farmacia, óptica y por supuesto las maravillosas arañas.


 
Un soplador o "manchonero" cogía con su caña una "posta" o burbuja de vidrio incandescente del horno y la soplaba, recargándola varias veces con nuevas tomas de vidrio hasta que formaba un gran cilindro.

El cilindro se separaba de la caña y se introducía en el arca de recocido, donde iba enfriándose muy lentamente.

Una vez frío, el cilindro o "manchón" se cortaba con punta de diamante sus dos extremos sobrantes y se le daba un último corte longitudinal. Por último, se introducía en el arca de "extender", donde iba progresivamente aplanándose con el calor del horno.

 
El vidrio es un material inorgánico, sólido amorfo (sus moléculas están dispuestas de forma irregular) y no es sólido cristalino, es duro, y frágil al mismo tiempo, de aspecto traslúcido y en la mayoría de los casos transparente.
 

 
 
Surge de la fusión a alta temperatura de una mezcla de síliceo arena (elemento vitrificante) con un álcali (carbonato de sodio, sosa o potasa, como elemento fundente) y carbonato de calcio elemento estabilizante), dentro de un crisol.
 

El edificio actual fue diseñado en 1770 por Joseph Díaz
 
El sodio, llamado comúnmente barrilla, se obtenía de la incineración de plantas marinas y fue la zona costera de Alicante y Murcia los centros principales productores durante todo el siglo XVIII, exportando barrilla por toda Europa. La potasa, en cambio, se obtenía de la incineración de las plantas y cortezas de los pinos de las zonas boscosas, por esta razón, la potasa solía utilizarse en las fábricas alejadas de las costas marinas y adentradas en los bosques centroeuropeos, ricos en coníferas.
 
 

 
El color natural del vidrio es de un tono verdoso, para decolorarlo es necesario utilizar ciertas cantidades de manganeso, o jabón de vidrieros. Ahora bien, para colorearlo es necesario introducir en las composiciones distintos óxidos, así por ejemplo, con óxido férrico se consigue el vidrio amarillo, con óxido de estaño el vidrio blanco opaco, con óxido de cobalto el vidrio azul...
 

 
El vidrio al plomo, lo que comúnmente se entiende como cristal, fue descubierto en el siglo XVII por el químico inglés, George Ravenscroft, al introducir en las composiciones plomo o minio, ingredientes que aportaban a los vidrios transparencia, translucidez, sonoridad y, en definitiva belleza.
 

 
 
Para conseguir un vidrio tal y como lo conocemos, es necesario fundir las materias primas, a 1500 grados centígrados, en el interior de un crisol de arcilla refractaria introducido previamente en el horno.
 
 

 
En 1833, y ya sin el respaldo de la Corona, la Real Fábrica cierra sus puertas y comienza una etapa de arrendamientos a particulares, conservando siempre la Corona la propiedad de los edificios. En 1972, el último arrendatario abandona el edificio, y se constituye 10 años más tarde la Fundación Centro Nacional del Vidrio, que reforma el edificio, para albergar un Museo, una Escuela y un Centro de Producción de piezas históricas de La Granja.


 
Bajo las grandes cúpulas se encontraban los dos hornos de fusión, aprovechando sus vanos como chimeneas. El horno tiene planta circular y chimenea con 8 bocas de obraje con crisoles de arcilla refractaria, siendo en su interior donde se fundía el vidrio a una temperatura de 1400 grados centígrados.
 
 
Santa Mártir. Estilo neogótico

Taller Maumejean Hnos. Uno de los fondos más importantes conservados en la Fundación CNV es la colección del taller Maumejean. Estos fondos se componen, aproximadamente de un total de 9.190 bocetos, 6.288 placas fotográficas, 26.130 metros cuadrados de cartones y vidrieras. Esta colección proviene del último taller Maumejean que existía en Madrid, y formaba parte del muestrario de vidrieras que tenía el taller para atender los distintos encargos.
 
 
Busto de obispo. Estilo neogótico

 


Mercado Municipal de Abastos, los mercados periódicos no permanentes se solían realizar en las plazas del municipio, primero en la Plaza del Mercado o del Mercado Viejo,al lado del actual Cuartel de la Guardia Civil, más tarde en la Plaza de la Fruta. Los primeros años del siglo XIX el Consistorio tomó la decisión de trasladar el mercado a la Plaza de los Dolores, pero habría que esperar a los años 40, tras la Guerra Civil, para ver levantado el edificio que ocupa hoy este lugar. Se trata de un edificio de planta cuadrada y dos alturas con un patio central descubierto.

Si un lugar, entre los Reales Sitios de España, merece que se recuerde su pasado, ese es san Ildefonso. En el año 1450, Enrique IV mandó construir una ermita dedicada a este santo. Se dice que lo hizo para agradecer el haberse librado de un riesgo mortal corrido en una de sus cacerías habituales. Pronto la ermita, y su casa contigua, pasó a manos de los Jerónimos del Parral, cedida por los Reyes Católicos. Los monjes, después, construirían una casa-hospedaje (aún se conserva el claustro), dando origen así al pueblo y a su nombre de La Granja.
 
 

Los Jardines Reales ocupan una extensión de 146 hectáreas y están inspirados en los de Versalles. En estos jardines se fusionan los parterres, la arquitectura natural y el bosque. Calles, plazoletas y parterres de flores; jarrones, asientos y las sendas trazadas entre fuente y fuente, enmarcan el Palacio y lo ennoblecen. 

 

 Estos jardines, obra de Renato Carlier y Esteban Bouletou (nombre éste asociado al de otros Palacio Reales españoles) con la sorprendente extensión de 146 hectáreas, de las que 67 son específicamente bosques. Y en estos jardines y en sus fuentes, constituyen "el mayor encanto de La Granja". Este "mundo de estatuas", da vida al recinto, se asoman casi intemporales en cada recodo.


Felipe V, hacia 1720, quedó encantado con aquel lugar, cuya historia de casi tres siglos era entonces poco menos que irrelevante. El Monarca compraría al pueblo del Parral y, luego a la ciudad de Segovia una parte de los montes de Valsain. En 1721 se iniciaban las obras del Palacio, que habría de ser bendecido el 17 de julio de 1723.
 
 

Un año más tarde, san Ildefonso será el sitio desde donde Felipe V  expedía el Decreto de abdicación en favor de su hijo, Don Luis. Tuvo, sin embargo, el cuidado de reservar para sí y la Reina el Real Sitio y Palacio. En 1725 habría de levantarse la capilla de Palacio.
 
 

En 1746 sería depositado en el antiguo panteón, mandado construir por su hijo Fernando VI . Carlos III ser, no obstante, el que mayor empeño ponga en la construcción definitiva del Real Sitio. En efecto, en 1761 compra a la ciudad de Segovia gran cantidad de terreno y amplía y da término a las obras proyectadas. San Ildefonso será, en el futuro, centro de fechas históricas memorables.
 
 



En los jardines del palacio existen veintiséis fuentes monumentales, todas ellas basadas en la mitología clásica. Fuente de La selva, autor Jan Thierry. Está formada por un estanque, dividido a su vez en cuatro subestanques.
Hay esculturas  en cada nivel, pequeños amorcillos y los protagonistas Pomona la diosa romana encargada de proteger la fruta y los árboles frutales, los jardines y las huertas, la diosa que no quería amar, aislada en su particular mundo. El dios Vertumno se resistía a aceptar una negativa...
 





 
La Cascada Nueva, frente a la fachada principal de palacio, en forma escalonada, formada por tres fuentes: La fuente de Anfítrite, La Cascada propiamente dicha y la Fuente de las tres Gracias.
Anfítrite, era hija del Océano, dotada de gran belleza, tanta, que el dios Neptuno, se enamoró locamente de ella. Los autores René Frémin y Lean Thierry, representan en la fuente, el momento en que Anfítrite, en una carroza formada por una gran concha, tirada por delfines y rodeada de náyades y un cefirillo que alienta a la barca va en busca de Neptuno. En la parte superior del estanque, y a ambos lados, dos númenes, vierten abundante agua.
 



Fuente de los baños de Diana


Aquí y allá, de pronto
como cuando, en otoño, un árbol mustio,
de golpe se deshoja;
remolinos de súbita armonía,
que no sé qué lejanas bocas puras
cantan -oro - y luz -, surgen.
 
                                                 Juan Ramón Jiménez
 
 






No hay comentarios:

Publicar un comentario