sábado, 23 de marzo de 2024

Parque Natural y Reserva de la Biosfera de Bardenas Reales de Navarra


Bardenas Reales
 
Un parque de más de cuarenta mil hectáreas de gran riqueza biológica, más propia del continente africano que del norte de la Península Ibérica.
 

 



"A la Bardena del Rey ya vienen los roncaleses
a comer migas con sebo por lo menos siete meses..."
 



Es este un territorio impactante, pero también engañoso, duro. Un lugar apasionante que conviene explorar de la mano de un experto, o dotado de un buen mapa. Bardenas no es lugar para el verano ni tampoco para día de tormenta: el agua desordenada y violenta ha erosionado formas caprichosas en este espacio, algo más de cuatrocientos kilómetros cuadrados.





El viajero descubrirá pronto que este no es un territorio uniforme, ni un suelo sin roturar. Bardenas cumple con su función de secano cerealista y actúa como destino de pastoreo invernal. Cada año, al llegar el otoño, el ganado trashumante llega por las cañadas reales huyendo de las nieves de Roncal y Salazar. Aquí los pastores pasan el rigor del frío. Si te adentras en Bardenas entenderás pronto el juego de colores los paisajes bardeneros. 
La Bardena Blanca, central, polvorienta, ingeniosa en sus formas, inmensa en sus barrancos. La Bardena Negra, al sur suelo de arcillas, ocres y vegetación oscura. Y El Plano, una estepa de tonos verdes.
 




Guiados por un buen mapa, debemos saber llegar a los puntos estratégicos: los miradores de la Virgen del Yugo (patrona de Bardenas Reales), de Aguilares, el Paso o Sancho Abarca. Desde ellos contemplar la Bardena en su esplendor, tratando de imaginar la vida en los castillos que la habitaron, la suerte de bandoleros, fugitivos y contrabandistas ocultos por sus senderos.
 

 

¿Cómo se formaron las Bardenas y Castildetierra?
 
Fase de sedimentación: hace 20 a 10 millones de años.
 
Durante el Terciario el choque de las placas Europea e Ibérica produjo el plegamiento que generó los Pirineos, la Cordillera Ibérica y la Sierra de  los Catalánides. La elevación de estas tres cadenas montañosas creó una inmensa cuenca cerrada, sin salida al mar, situada en lo que hoy conocemos como Valle del Ebro. A esta depresión, llegaban los cursos de agua procedentes de las abruptas montañas, en la que , debido a su carácter cerrado, se formaron diversas zonas pantanosas y lagos. Las actuales Bardenas se localizarían en la zona central de esa cuenca. 

Los ríos arrastraban gran cantidad de materiales, fruto de la fuerte erosión de las montañas: cantos, gravas, arenas, arcillas, etc. Conforme los ríos perdían pendiente y energía, se fueron depositando los materiales más pesados (cantos y gravas) y a la zona central de lagos y pantanos solo llegaron los materiales ligeros (limos, arcillas y algunas arenas). Esta acción continuada durante millones de años hizo posible que se llegaran a acumular espesores de sedimentos cercanos a los 4.000 m.
 
 
Fase erosiva: desde hace 10 millones de años hasta la actualidad.
 
Hace 10 millones de años la cuenca se abrió por la costa catalana y de esta manera el agua que estaba acumulada encontró una salida hacia el Mediterráneo, surgiendo el río Ebro. En la cuenca, ya desaguada, comenzó el proceso erosivo de los materiales hasta entonces acumulados.
 
Los depósitos de sedimentos, por un proceso natural de compactación y cementación, se transformaron poco a poco en rocas sedimentarias. Éstas no sufren la erosión por igual: las rocas más blandas (arcillas y margas) se erosionan con mayor rapidez que las duras (areniscas, calizas...)
 
Los cabezos se han producido debido a que en la parte superior poseen una capa de roca dura (arenisca, caliza o conglomerado) más resistente a la erosión: dicha capa protege a las rocas subyacentes que son más blandas (sobre todo arcillas y margas). Castildetierra es uno de los ejemplos más espectaculares y conocidos. 

 


 
La evolución de Castildetierra
 
Es un cabezo singular y emblemático, símbolo de las Bardenas Reales. Resultado de un proceso erosivo natural de millones de años, hoy la erosión continúa y debemos evitar que la acción humana la acelere. Sus laderas arcillosas son muy frágiles.



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