Todos los días los recuerdo.
No se han marchado todavía.
Quizá me esperan en la muerte.
a un paso de la vida.
No son los mismos, pero son.
Dejan su huella en mi camino.
Están hablándome en silencio,
como se le habla a un hijo.
Viven la muerte en la distancia.
Mi vida hacia su ser se muere.
Estamos en la misma vida
compartiendo la muerte.
Aquella nieve
que una vez contemplamos,
¿es esta? ¿vuelve?
de las flores, el eco
de una campana.
sobre una rama seca.
Tarde de otoño.
la marea que sube
ronda mi puerta.
del cerezo interesa
al noble. No
sin amigo y allende
las nubes parte.
no ver en el relámpago
la vida breve.
¿Qué sentirán -hay fiesta-
peces y pájaros?
a la intemperie, el viento
me ha atravesado.
deambulan por los campos
mustios mis sueños.
donde el canto del cuco
va y se evapora.
¡y yo buscando dónde
pasar la noche!
del templo. Oyó el chirrido
de las cigarras.
Rumbo a Sado, la isla,
río de estrellas.
Y estando ya tan cerca de aquellas despedidas
esperemos que renazca el geranio,
porque él ha de volver
en cada primavera.
Thomas de Quincey
Continuar [...] aunque sea en solitario [...] y no tener miedo a estar
equivocada, o a cometer y admitir errores, porque solo aquellos que se
atreven a fallar de forma estrepitosa pueden conseguir cosas grandiosas.
Margaret Hamilton
el abismo también mira dentro de ti.
Friedrich Nietzsche
y entre la zarza eleva su canto el ruiseñor.
Ramón María del Valle-Inclán
El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en la punta de las lanzas.
Manuel Machado
Como un pulso que golpea las tinieblas.
Gabriel Celaya






















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