lunes, 11 de agosto de 2025

Siddhartha. Hermann Hesse


Autor: Hermann Hesse 
Título: Siddhartha
Traducción del inglés: Juan José  del Solar 
Nº de páginas 188
ISBN: 84-226-3687-5
 

Siddhartha es probablemente la obra más significativa y una de las más divulgadas de Hermann Hesse. La novela nos cuenta la vida de un hombre, Siddhartha, que hace de la renuncia su norma de conducta vital y que se esfuerza por descubrir la unidad profunda que da sentido a todo cuanto constituye este mundo.
Ambientada en los lejanos escenarios de la India más auténtica, Siddhartha constituye un impresionante esfuerzo por enriquecer la espiritualidad del hombre occidental, frecuentemente perdido en el torbellino del materialismo.
Desde su aparición en los años 20, esta novela ha sido leída por muchas generaciones de jóvenes que han descubierto en sus páginas el pensamiento renovador y estimulante de Hemann Hesse. 
 

Hermann Hesse (2 de febrero de 1877 - 9 de agosto de 1962), poeta, novelista, pintor y escritor alemán, reconocido como uno de los escritores más influyentes del siglo XX. Al inicio de su carrera se dedicó al periodismo, que lo llevo a escribir su primera novela.
En su juventud inició estudios de teología, que abandonó para dedicarse un tiempo a actividades tan diversas como la de mecánico, coleccionista de antigüedades y librero. En 1916 sufrió una crisis de ansiedad que lo llevó al psiquiatra, hecho que sería relevante en la inspiración de sus futuras obras.
Durante la Primera Guerra Mundial viajó a Suiza y en 1924 obtuvo la nacionalidad, provocando que los nacionalistas alemanes lo consideraran un traidor a la patria. En su exilio, en 1927, se inspiró para escribir El lobo estepario convirtiendose en su obra más influyente.  
A los 25 años publicó sus primeros versos, y acabó desarrollando una intensa actividad literaria que daría grandes novelas como Bajo las ruedas, Demian, El lobo estepario Viaje al Oriente, entre otras, además de algunos cuentos y ensayos. Premio Nobel de Literatura en 1946, falleció mientras dormía el 9 de agosto de 1962 debido a una hemorragia cerebral en Montagnola, Suiza. 
  
 
 
 
   
 




jueves, 7 de agosto de 2025

Vida del Buscón. Francisco de Quevedo


Autor: Francisco de Quevedo
Título: Vida del Buscón
Colección Clásicos Españoles
Nº de páginas: 224
ISBN:84-226-7900-0  
 


Edgar Gevaert (1891-1965)

Francisco Gómez de Quevedo y Villegas nació en Madrid, el 17 de septiembre de 1580, en el seno de una familia hidalga procedente de la Montaña santanderina. Su padre, Pedro Gómez de Quevedo, se había establecido en la corte como secretario de la princesa María, hija de Carlos V, y había permanecido en el cargo al servicio de doña Ana de Austria, cuarta esposa de Felipe II. La madre de Quevedo, María Santibáñez, pertenecía a la familia de los Santoyos, un apellido con larga tradición de altos funcionarios palaciegos; ella misma fue dama de la reina.
 
  A los seis años de edad, su padre falleció, quedando bajo la tutoría de don Agustín de Villanueva, protonotario del Consejo de Aragón, quien probablemente lo matriculó en el Colegio Imperial Jesuita.
 
 Estudió en la Universidad de Alcalá, donde alcanzó el grado de bachiller, y en 1601 marchó a Valladolid, donde prosiguió sus estudios en la Facultad de Teología y conoció a las plumas más prestigiosas de la época: Vicente Espinel, Luis Vélez de Guevara..., incluso Góngora y Cervantes residían en la corte vallisoletana o la visitaban asiduamente. Alcanzó un buen conocimiento de los clásicos, una buena formación bíblica y el dominio de varias lenguas, llegó a dominar incluso el árabe y el hebreo. De estos años data su correspondencia con Justo Lipsio, uno de los humanistas más célebres del momento.
 
 En 1606 regresa a Madrid, su carencia de grandes apellidos y patrimonio, unida a su poco agraciado físico ( era cojo y corto de vista) no le auguraban demasiado éxito en el mundo hostil de las intrigas palaciegas. Sin embargo, su extraordinario talento literario le proporcionó, a la par que un sinfín de enemigos, algunas amistades en extremo valiosas de algunos de los personajes más poderosos de la época.
 
 En 1613 entra al servicio de don Pedro Téllez Girón, duque de Osuna y virrey de Sicilia, ejerciendo de consejero de hacienda, embajador y hombre de confianza tanto en Sicilia como, más tarde, en Nápoles. Sin embargo, debido a su supuesta participación en la Conjuración de Venecia. Cuenta la leyenda que tras el fracaso del golpe de Estado que se produjo contra la República de Venecia en 1618, Quevedo huyó disfrazado de mendigo. Tanto el duque de Osuna como Quevedo son llamados a España para dar cuenta de sus actos. Caído en desgracia, don Pedro Téllez Girón fue encarcelado y murió al poco tiempo. Quevedo es confinado en Uclés y, más tarde, desterrado a sus posesiones de la Torre de Juan Abad. De sus servicios al duque solo había obtenido, a la postre, el hábito de la orden de Santiago.
 
 En 1621 Felipe IV había llegado al trono y con él don Gaspar de Guzmán, conde de Olivares y duque de San Lúcar la Mayor, iba a convertirse en el artífice de esa voluntad. Quevedo, huérfano de protector, no dejó de advertir que el hecho de agradar intelectualmente al poderoso valido podía traducirse en la obtención de un cargo público. Las relaciones del escritor tanto con Felipe IV como con el conde-duque están plagadas de altibajos. Sin embargo, y a pesar de que Quevedo obtenía con sus escritos el beneplácito del conde-duque, hombre realmente interesado por las letras, su pluma satírica le hizo ganar la animadversión de muchos otros.
 
 En 1632 Quevedo parecía haber logrado al fin congraciarse con el poder. En marzo de ese año fue nombrado secretario real, y poco después Olivares le ofreció la embajada de Génova, que Quevedo rechazó  ya que conocía bien las tribulaciones que conllevaba un destino como ese. En 1636 la influencia del escritor en la corte era tal que incluso se le atribuía el haber conseguido meter en prisión a don Luis Pacheco de Narváez después de que éste hubiera escrito una comedia en prosa satirizándolo encarnizadamente. Sabemos, sin embargo, que Quevedo residió en la Torre de Juan Abad desde 1635 (un año antes había contraído matrimonio con doña Esperanza de Mendoza, de la que se separó apenas dos años después) hasta 1639 y que sus escapadas a Madrid eran muy escasas. Es por ello que sorprende su inesperada detención, en casa del duque de Medinaceli, el 7 de diciembre de 1639, y el subsiguiente encarcelamiento en el convento de san Marcos de León.
 
 Quevedo envió varias cartas a Olivares  pidiendo clemencia: alegaba su estado de salud, que era verdaderamente alarmante. Ninguna de ellas surtió efecto. El rey, más que su privado, parecía dispuesto a hacer oídos sordos al escritor. Cuando  el conde-duque cayó en desgracia, en enero de 1643, Felipe IV liberó a todos los que se habían considerado, de alguna forma,  enemigos del valido, excepto a Quevedo.
 
 Solo la intercesión insistente de don Juan de Chumacero, por entonces presidente de Castilla, consiguió el perdón para el escritor, que fue liberado en junio de 1643. De vuelta en Madrid pidió audiencia al rey, pero éste quiso recibirle. Concluía así, definitivamente, la relación de Quevedo con el poder. Los dos últimos años de su vida los consagró a trabajar sin descanso: en 1644, desde la Torre de Juan Abad, dedica a Chumacero su Vida de san Pablo, el año siguiente lo ocupó en la redacción de la Segunda parte de Marco Bruto. El 8 de septiembre de 1645, en Villanueva de los Infantes, "cerraba los ojos la postrera sombra". 
 
Edgar Gevaert

 Vida del Buscón
 
 Es, sin lugar a dudas, la obra festiva más célebre de Quevedo. Su análisis literario es extremadamente complejo ya que los textos conservados demuestran que hubo dos redacciones, suscitando la datación de la obra una gran controversia y un buen número de teorías y existiendo también puntos oscuros en cuanto a la publicación del libro.
 La Vida del Buscón parece adscribirse, desde el título, al género de la novela picarescaSin embargo, a diferencia de Lazarillo del Tormes y el Guzmán de Alfarache, no existe un propósito que permita articular el relato. Quevedo no ideó al protagonista como ser humano sino como personaje de una farsa cuyo fin es provocar la risa en el lector.
 El resto de personajes son, casi en su totalidad, inverosímiles desde el punto de vista de la novela picaresca por el ingenio que despliegan y el lenguaje que utilizan. La novela es una constante explosión de ingenio logrado gracias a la manipulación del lenguaje. El Buscón no pretende probar ninguna tesis , pero sí refleja la ideología de su autor, al menos literaria: la creación de la sorpresa sobrepasando toda lógica lingüística o la invención de las metáforas más arriesgadas son parte del juego que supone toda creación literaria, juego que divierte al autor y hace reír al que lee. Laura Fernández
 
Edgar Gevaert


Edgar Gevaert ( 20 de noviembre de 1891-1965), hijo de un fabricante textil de Oudenaarde. Durante la Primera Guerra Mundial fue soldado y sufrió heridas graves, para recuperarse fue a Aberystwyth en Gales. Allí conoció al escultor George Minne y a otros artistas de las escuelas Latemse. Gevaert se casó con la hija de George Minne, Marie Minne (1895-1985). Sus primeros hijos, de un total de 11, también nacieron en Gales. 
Además de pintor fue poeta, escritor y compositor. En 1922 se trasladó a Sint-Martens-Latem. Diseñó su casa de estilo neo-renacimiento. Murió a la edad de 73 años en su amada aldea y está enterrado allí. Después de su muerte, su viuda abrió la casa y el estudio al público. Después de su fallecimiento, el municipio compró el edificio y abrió el Museo Gevaert-Minne en 1994.
 

 
 
 

sábado, 2 de agosto de 2025

La luz en la pintura

André Derain (1880-1954). El puente de Westminster (1906)

Nos emociona todavía cómo pudo ser el encuentro de la pintura con la luz. No podemos permanecer indiferentes al imaginarnos a los primeros pintores de la Humanidad, a la luz parpadeante de las antorchas, trazar pictografías y figuras en los techos y muros de sus oscuras cavernas.
 
"Que estos ojos les valgan a los pobres de luz..."
                                                                        Pedro Salinas
 
"Luz que nunca se abate, como polvo en los labios."
                                                                                                  Vicente Aleixandre   
 

"¡Cuánta diferencia hay para los ojos tenebrosos entre imaginar la luz y verla de hecho donde no hay tinieblas!". "¡La pintura lleva consigo luz y sombra!" Leonardo da Vinci
 
 
"De luz y de sombras soy y quiero darme a los dos".
                                                                                                                     José María Gabriel y Galán 
 
Roger-Noël-François (1885-1925) La Avenida de las Acacias en el Bois de Boulogne (1905)

 
"Mis oscuros demonios, mi color del infierno me los llevó el diablo ratoneril y tierno del Bosco, con su químico fogón de tentaciones de aladas lavativas y airados escobones. Por los senderos corren refranes campesinos". Rafael Albertí
 
"Desde Caravaggio hasta el último cuadro de Velázquez -que es el punto de arribada- la historia de la pintura es el gran viaje al país de la luz, de la luz efectiva que alumbra el mundo en que vivimos". Ortega y Gasset
 
 
Robert Delaunay 81885-1941) Campo de Marte. La torre Roja.

Luz y sombras, gloria e infierno, belleza y tragedia, verdad y engaño...y también perspectiva.
 
Luz de Dios, Dios-luz, luz de la hermosura, sol luminoso, luz infernal...y también perspectiva.
   
Salvador Dalí (1904-1989). Mesa al sol

 
 "Que estos ojos les valgan a los pobres de luz..."
                                                                             Pedro Salinas 
 
 
"Luz que nunca se abate, como polvo en los labios"
                                                                                                  Vicente Aleixandre 


Título: La luz en la pintura
Prólogo:  Antonio Gala
Nº de páginas: 126
Carroggio, S.A. Editores
 
 
 

Iglesia Basílica de Jesús de Medinaceli
 
Esta iglesia basílica, en su estructura actual, de líneas neoclásicas, se inaugura en 1930, después de ocho años de trabajo, ejecutados por los mismos frailes Franciscanos Capuchinos que regentan el santuario y custodian la venerada imagen de Jesús Nazareno desde 1895. La capilla, que se derribaba en 1922, había sido inaugurada en 1689.
El merito más notorio de esta iglesia basílica, santuario, es servir de sede a la imagen de Jesús Nazareno de Medinaceli, talla barroca de la primera mitad del siglo XVI, y de autor anónimo.