sábado, 22 de abril de 2023

Crea Dance Company by María Rovira. Réquiem de Mozart

Crea Dance Company by María Rovira, el haber superado un grave problema de salud hace unos años impregnó la visión de Rovira del Requiem de Mozart. Doce bailarines llenan la escena como banda sonora coreografiados por María Rovira, Premio Nacional de Danza 2018, que crea esta compañía de danza moderna.

Réquiem, KV 626     
 
 El Réquien en re menor KV 626, la inacabada obra que hizo de Mozart un mito, fue encargada por un enmascarado según la leyenda, personaje que el compositor, ya enfermo, llegó a considerar como un enviado de la propia Muerte que le pedía que escribiera una misa de difuntos para sí mismo.
 Todo aconteció en el verano de 1791, y lo cierto es que el enmascarado existió, aunque no era ningún emisario del Más Allá,sino un criado del conde Franz von Walsegg, un amante de la música que tenía por costumbre encargar a célebres maestros partituras que luego hacía pasar por propias. Y ese era también su propósito con el genio de Salzburgo: hacerle escribir una misa de difuntos, que seria interpretado en las exequias de su esposa que acababa de fallecer y arrogarse la autoría. 
 
Teatro Auditorio Ciudad de Alcobendas

 La muerte o le permitió a Mozart acabar este encargo, que representaba para él la vuelta a la música sacra a la que tantos esfuerzos había dedicado en sus primeros años como compositor en Salzburgo. Por ello, su esposa decidió que los discípulos del maestro completaran la obra, a fin de no perder un dinero que con el fallecimiento de Mozart, veía peligrar su fuente de ingresos ya de por si escasas.
 Realmente, y sin restar mérito a la competente labor de esos discípulos, es una pérdida irreparable que Mozart no pudiera finalizar una de sus obras más impresionantes, una auténtica meditación sobre la muerte hecha por un hombre religioso, pero alejado de dogmatismos, que tenía una fe ciega en el hombre, como demuestra La flauta mágica una ópera llena de luz y vida, de esperanza e ilusión, que nace al mismo tiempo que el Réquiem que deja traslucir un profundo drama, pero también una gran esperanza.


 Como años antes, en 1787, había expresado en una carta, Mozart no tenía miedo a la muerte: "Dado que la muerte es el verdadero objetivo de nuestra existencia, he establecido unas relaciones tan estrechas con el mejor y más verdadero amigo de la humanidad que su imagen no solo no me aterroriza, sino que ciertamente me calma y me consuela."
 
 

Teatro Auditorio Ciudad de Alcobendas
 
C. Blas de Otero, 4.
 


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