El Águila es un complejo cultural único cuya finalidad es el acceso y disfrute del patrimonio madrileño.
En las salas y auditorios del El Águila tienen lugar diferentes tipos de actividades como exposiciones, congresos, talleres o jornadas. Al aire libre, en el patio, se organizan ciclos de cine y de música. Todo ello conforma una oferta cultural variada y gratuita.
Además en el complejo se encuentran servicios esenciales de la Comunidad de Madrid como el Archivo Regional, el Archivo Histórico de protocolos de Madrid, la Biblioteca Regional Joaquín Leguina y las Subdirecciones Generales de Archivos y Gestión Documental, y del Libro.
El Águila está ubicado en la antigua fábrica de cerveza diseñada por el arquitecto Eugenio Jiménez Corera en 1912, de estilo neomudéjar. Es uno de los edificios más emblemáticos de la arquitectura industrial del siglo XX de la Comunidad de Madrid, motivo por el que tiene la protección de Bien de Interés Cultural (BIC), con la categoría de Monumento. En 1994, la Comunidad de Madrid adjudicó el concurso para la rehabilitación del complejo al estudio de arquitectura Tuñón & Mansilla. Premio de Arquitectura Contemporánea Mies van Rohe (2007) y Premio Nacional de Arquitectura (Emilio Tuñón, 2022), que realizó y ejecutó los trabajos entre los años 1997 y 2003.
El Águila dispone de dos grandes salas en las cuales se realizan exposiciones temporales durante todo el año. También cuenta con dos zonas de exposición más pequeñas: ZonaZero y ZonaArchivos, esta última de carácter permanente dedicada a explicar los fondos que custodia el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid y el Archivo Histórico de protocolos de Madrid.
Lo inesperado
Frente a lo previsible, pero singular, a veces entre los folios de los protocolos se esconden inesperados hallazgos que pueden desconcertarnos y despertar nuestra más profunda curiosidad, pues su presencia no guarda ninguna relación con las escrituras que los albergan.
Parece inverosímil que los naipes de una curiosa baraja satírica aparezcan cobijados entre los folios de un testamento o que 58 figurillas recortadas emerjan de entre las páginas de unos tomos fechados en 1661. Otras veces la sorpresa nos acerca a la propia figura del escribano. Así, descubrimos diversos grabados de imágenes religiosas que, quizás, algunos devotos guardaron entre el producto de su trabajo o preciosos y originales dibujos con los que invalidaban los espacios en blanco que quedaban al final de las escrituras.
Esta exposición propone al visitante una mirada curiosa y le invita a detenerse para contemplar aquellos documentos que, en ocasiones, aparecen acompañando a las escrituras notariales. Su presencia es previsible, pero no deja de ser singular encontrarnos con planos, mapas o dibujos que han llegado hasta nosotros porque, bien el escribano o el otorgante, decidieron que su presencia añadía algún tipo de valor o información.
Paseando por Madrid a través del tiempo, con escenarios urbanos de tres siglos diferentes, los protocolos notariales nos ofrecen los primorosos dibujos de distintos inmuebles de viviendas que se observan desde una perspectiva que podría denominarse a pie de calle.
En testimonio de verdad
Investidos de la Fe pública, los notarios son los adalídes de la veracidad en el sentido más amplio, por lo que los documentos autorizados, signados y firmados por ellos han de ser considerados auténticos y, su contenido, cierto.
En la vida y en la muerte
De las vidas de millones de personas que habitaron o pasaron por Madrid a lo largo de los últimos cinco siglos, solo nos queda el testimonio escrito de sus testamentos o de sus inventarios de bienes, que constituyen un fiel reflejo de la sociedad del momento.
Mujer y matrimonio
Cartas de dote y arras. La dote era la aportación de la novia al contrato matrimonial, que debía ser administrada por el marido. A este le correspondía el usufructo de los bienes, pero el Estado prohibió venderla.
Si el matrimonio finalizaba por cualquier motivo, los bienes volvían a la mujer y, en caso de que falleciera, a sus herederos.
Con independencia de su condición social, todas las mujeres poseían una dote, por lo que estos documentos resultan de gran valor para el estudio de la vida cotidiana, pues nos muestran desde los diferentes enseres domésticos que utilizaban hasta los vestidos y alhajas que poseían.
Torrelaguna. carta del arzobispo de Toledo dando instrucciones sobre la venta de vino propio y foráneo en la villa, 1330.
Varios documentos del Archivo Histórico de Protocolos son el único testimonio que queda de la existencia de "Quinta del Sordo", propiedad que adquirió Francisco de Goya en 1823, en cuyas paredes se encontraron las famosas "pinturas negras"
Fallecido el pintor en 1854 se produce la venta de la propiedad. Las escrituras realizadas hacen mención a esta obra del artista, a las que no se concede ningún valor, y donde quedan definidas como "obras de su profesión y desigual mérito".
Como cualquier madrileño de la época, Miguel de Cervantes tuvo la necesidad de acudir al escribano para resolver asuntos de toda índole que precisaban hacerse constar por escrito.
Así, en el AHPM podemos encontrar importantes documentos tanto de su vida privada como de su actividad literaria.
Ejemplo de ello es la escritura que realiza Blas de Robles, uno de los más destacados libreros del momento en la Villa y Corte, para la venta de los derechos de impresión en exclusiva de "La Galatea", que se pondrá a la venta en Madrid en 1565.
Lo nunca visto. Tesoros escondidos en los protocolos notariales
ISBN:978-84-451-4121-2
25 de noviembre
Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
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