jueves, 25 de abril de 2019

Fin de semana en Bilbo


Estación de tren Abando - Indalecio Prieto. Bilbao

La vidriera de esta estación de tren es obra de la Unión de Artistas Vidrieros de Irún. La estación es un edificio muy vistoso inaugurado en 1902 según un proyecto conjunto del ingeniero Valentín Gorbeña y del arquitecto Severino Achúcarro, quienes se inspiraron en las columnas de la torre del Louvre parisino para conseguir una sutil mezcla de austeridad, funcionalidad y belleza.
 

Llegamos a nuestro hotel, a 5 minutos de la estación de tren, junto al Casco Viejo.



Las vistas: iglesia de San Nicolás, templo de estilo barroco, 1756.





Kalea Los Fuero, 2.


   En la Edad Media ya se conocía la existencia de una pequeña puebla de pescadores situada a orillas del Nervión, justo en el límite que marcan las mareas, en la zona donde hoy se encuentra la iglesia de San Antón. En aquella época también estaba habitada la otra orilla de la ría -la actual Bilbao la Vieja- por familias de pescadores y mineros que trabajaban el hierro en las ferrerías.

  Durante los siglos XII y XIII la puebla de la margen derecha ya había iniciado un incipiente  tráfico mercantil portuario, como puerta de salida de la lana castellana hacia el norte de Europa y de entrada de productos extranjeros hacia las ferias de Castilla. De hecho, Bilbao y Bermeo se habían afianzado como dos importantes puertos comerciales de aquella época, manteniendo una rivalidad que duraría siglos. 


Hemos subido a almorzar en este lugar de vistas privilegiadas de Bilbao.
 







La ría se conforma desde siempre como una vía de comunicación con el exterior, y como un cruce de caminos que resultaría definitivo para la fundación de la Villa de Bilbao.
 


Casi toda la ciudad de Bilbao se concentra en los meandros del tramo final del río Nervión, convertido ya en ría. La extensión que ocupa es una hondonada rodeada de montes que forman una barrera natural, por lo que tradicionalmente los bilbaínos han dado a su ciudad el sobrenombre de botxo, que significa agujero en euskera. El parque, Etxearria ofrece unas excelentes vistas panorámicas de la ciudad.

Iglesia de San Antón




Erriberako Merkatua (Mercado de la Ribera)






Después de tanto paseo unos pintxos y txacolí de Bizkaia.














El Museo Guggenheim gira alrededor de un gran atrio central de 50m (1,5 veces el vestíbulo del Museo Guggenheim de Nueva York), coronado por una flor metálica e iluminado por una gran vidriera con estructura también metálica. Este espacio central organiza el flujo de visitantes, que se reparte en las tres alas de exposición.
 


La funcionalidad del museo, al igual que su estructura, está regida por un sensato sentido común. No sólo se pensó en la comodidad de los visitantes, sino que los esfuerzos se dirigieron también a facilitar el mantenimiento del complejo. Un buen ejemplo de ello es la colocación de unos puentes colgantes en el atrio central que facilitan el acceso ala parte interior de la fachada para que puedan limpiarse los cristales con facilidad.
 





¿Qué hace que la arquitectura trascienda la mera construcción? Esta pregunta, casi un acertijo, es tan antigua como la arquitectura misma. Mientras que la historia del discurso arquitectónico se ha dedicado siempre a responder a esta cuestión, una fórmula retorna una y otra vez: la arquitectura tiene efectos. Pero no solo afectan a lo ya existente, sino que produce algo nuevo; al menos, en teoría, si bien son escasos los ejemplos prácticos. Cuando un edificio logra tener efectos reales, cumpliendo la eterna promesa de la arquitectura, cambia el curso de la historia.
  Así ocurrió con el Museo Guggenheim Bilbao en 1997. La transformación de la ciudad por el turismo global, así como la redefinición del papel del Museo como icono del cambio social y cultural, generó lo que vino a llamarse "el efecto Bilbao". Pionero en el uso de la tecnología digital en el diseño, la construcción y la difusión de imágenes, el edificio de Frank Gehry estableció un nuevo patrón en relación con los efectos de la arquitectura empleando las mismas herramientas que en los años siguientes transformarían totalmente nuestra vida.
 











Tomamos algo en Kukusoak

Y el café en Kurrusku

Sede de Osakidetza, Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco.

Obra del arquitecto Juan Coll-Barreu, una piel de cristal, de múltiples formas poliédricas.


Alhóndiga de Bilbao



Atrio de las Culturas

Ya no huele a vino en Indautxu, el centenario almacén de vino que había permanecido entumecido durante tres décadas está lleno de vida. La Alhóndiga (almacén o granero en su etimología árabe) en 1905, apenas tres años después de obtener el título de arquitecto en Barcelona, Ricardo Bastida (1879-1953) firma el proyecto para la Alhóniga Central de la Ilustre Villa de Bilbao.
 


Las columnas son diseñadas por Philippe Starck.

El volumen de la Alhóndiga supera en dos plantas la altura de la crujía perimetral original, coronándolo se sitúan las piscinas climatizadas, ocupando dos de las cajas de ladrillos, que atraviesan la envolvente y salen al exterior; la estructura metálica que cubre las piscinas se convierte en lucernario sobre el tramo del vaso de fondo transparente.
 

 La terraza solárium y a la que se abren las piscinas funciona como un mirador urbano sobre el ensanche de Bilbao; el ritmo de los huecos, la textura de los planos de ladrillo y el juego de luces y sombras tren referencias a los estáticos cuadros de Giorgio de Chirico en contraste con el barroquismo interior.














Baobab tetería muy acogedora, gran variedad en cafés y zumos, dulces caseros.

Mí hija ha comprado té para llevar
 
 




















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