sábado, 7 de junio de 2025

El Greco. Santo Domingo el Antiguo.

 
 
La dispersión de las obras del Greco en santo Domingo el Antiguo.
  A excepción de tres pinturas que permanecen en la iglesia de santo Domingo el Antiguo (los dos santos Juanes y la Resurrección), el resto de las obras comenzaron a dispersarse a partir de 1830. En ese momento, la valoración del Greco se centraba en su etapa temprana, influenciada por Tiziano lo que hizo que las pinturas de esta iglesia fueran especialmente apreciadas.
 
 Las nueve pinturas realizadas por el Greco para el convento toledano de santo Domingo  el Antiguo su primer encargo en España, fueron la carta de presentación del pintor en Toledo.
 

Tiziano. Sísifo, 1548-1549 
 Su orgullo le hizo comparase con los dioses y estos le situaron en el infierno, obligándole a subir una gran roca a sus espaldas hasta la cúspide de la montaña y, una vez allí, hacerla rodar, para empezar el ascenso nuevamente, y así durante toda la eternidad. 
 
Tiziano. Ticio,h. 1565
 En las Metamorfosis de Ovidio se narra el sufrimiento del gigante Ticio, condenado por haber intentado seducir a la diosa Latona, a que su hígado, que se regeneraba una y otra vez, fuese eternamente devorado por dos buitres.
 
Galería Central

 La Asunción
 Esta es la obra central del retablo, seguramente la primera del Greco en realizarse en suelo español y, quizá por ello, la única de su producción en la que se incluye la fecha.
 Representa un asunto sin referencias evangélicas: la ascensión de María a los cielos auxiliada por un grupo de ángeles.
 La Virgen se sitúa sobre el creciente de luna, alzándose sobre la tumba abierta mientras es contemplada por los apóstoles, revestidos de quietud y con gestos mesurados. Algunas de estas figuras se perciben como retratos y otras parecen ser modelos aprendidos por el artista en su formación italiana.
 Todas ellas, incluidos los ángeles, están dotadas de monumentalidad, subrayada por el uso de un colorido saturado y límpido, y unas densas y corpóreas pinceladas. 
 La escena se completaba  con la pintura  colocada en el cuerpo superior del retablo la Trinidad, hacia donde la Virgen dirige su mirada al tiempo que eleva los brazos. Esta conexión entre dos telas principales evidencia el ingenioso modo que el Greco las concibió.
 
  

 

La Adoración de los pastores
 La Natividad es un tema que el Greco ya había representado con anterioridad, siguiendo siempre composiciones italianas. En este primer ejemplar en Toledo, pensando para emplazarse en uno de los retablos laterales, el del lado del Evangelio, el pintor evitó mostrar un espacio convencional y generó una composición original y propia entorno al Niño Jesús.
 Este se convierte en el foco de luz, la que ilumina a los personajes que le rodean en actitud de adoración y reconocimiento: además de María y san José, cinco pastores y dos figuras femeninas distanciadas de la escena y que han sido vistas como Zelomí y Salomé, las comadronas que certificaron la condición de inmaculada de María según uno de los evangelistas apócrifos.
 En la zona superior, un grupo de acrobáticos y refulgentes ángeles sostiene la filacteria con el versículo en griego de san Lucas: "Gloria a Dios en las alturas...".
 En primer término aparece san Jerónimo, una presencia que fue expresamente requerida por el deán Castilla.
 

 

San Juan Evangelista
  Esta pintura muestra una imagen poco frecuente en el arte cristiano occidental, donde la representación más habitual de san Juan es la de un hombre joven e imberbe que suele aparecer junto al águila que le distingue entre los evangelista, sosteniendo un cáliz del que emerge una serpiente o un libro, atributo propio igualmente de su condición de apóstol.
 El Greco incluyó el libro, un volumen cuya lectura explicaría el ensimismamiento del santo, un anciano de larga barba blanca y corpulenta complexión. Aparece de frente, en una actitud meditativa y concentrada que, según indican los dibujos preparatorios de la tela, no fue la concebida inicialmente por el pintor, que le había representado contemplando La Asunción.
 La monumentalidad de la figura se acrecienta gracias al horizonte bajo en el que se sitúa, una fórmula que, junto a la abstracción de los celajes del fondo, preludia otras composiciones del Greco.  
 

San Juan Bautista
 Siguiendo modelos básicamente bizantinos, el Greco representó al Bautista como un asceta demacrado, cubierto parcialmente por la piel de camello que llevaría en su retiro en el desierto, donde hacía penitencia y anunciaba la llegada del Mesías. La barba y los cabellos descuidados, así como la fina cruz de cañas completan la imagen del "Precursor", el que antecede a Jesús, a quien bautizó en el río Jordán. Con el índice de su mano derecha señala el tabernáculo, el lugar donde se renueva el sacrificio del Cordero de Dios.
 La alargada figura ocupa por completo un espacio estrecho, rematado en un arco de medio punto. la ausencia de elementos espaciales, más allá de unas manchas de color a modo de abstracto celaje, y la contrastada iluminación, convierten la imagen en una suerte de escultura colocada en una hornacina.
 

La Trinidad
 La tela coronaba el cuerpo del ático del retablo mayor , situada sobre La Asunción, con cuya escena conecta. Así maría asciende hacia esa zona celestial en la que el Padre Eterno, sentado sobre las nubes y flanqueado por ángeles mancebos, sostiene el cuerpo de Cristo muerto: una Compassio Patris o Piedad masculina. Dios Padre aparece revestido como un sacerdote del Antiguo Testamento, cubierto con una mitra bicorne, alba y manto. La paloma blanca que simboliza el Espíritu Santo sobrevuela las cabezas de padre e hijo.
 Es esta una representación que recoge iconografías medievales y para la que el pintor se valió de una estampa de Alberto Durero de 1511 para la composición, y de obras de Miguel Ángel para la figura de Cristo, con una poderosa anatomía y una inestable disposición que hace que se desborde del sostén paterno. 
 La pintura ingresó en el Prado en 1883, tras ser adquirida por Fernando VII. 
 

San Bernardo
 San Bernardo de Claraval (1090-1153) reformó la orden benedictina para crear la cisterciense, a la que se acogió la comunidad de santo Domingo el Antiguo en 1140. Fue además un devoto seguidor del culto a la Virgen, a la que ensalzó como misericordiosa mediadora ante Dios. 
 Al igual que ocurre con la representación de san Benito, el greco concibió la imagen del santo con rasgos tan concretos que parece que nos hallamos ante un retrato. lleva báculo abacial y muestra la  cubierta de un libro, posible referencia a su tratado De laudibus Virginis matris.
 La tela fue vendidas en 1830 al infante Sebastián Gabriel; pasó luego por varios propietarios y en 1943 fue confiscada como botín de guerra.
 
 
La santa Faz
 La vera effigies de Cristo fue una iconografía popular desde finales de la Edad media, originada en una historia apócrifa. Según esta, una mujer de nombre Verónica habría obtenido la imagen del  rostro de Jesús -también llamada Verónica, literalmente "verdadera imagen" (vera icon)- tras quedar este impreso en el paño que le ofreció para que se secara el sudor en la subida al Calvario. 
 
 
San Benito
 San benito de Nursia (h.480-547) fue el fundador de la orden benedictina, la que profesaron las monjas que ocuparon el monasterio toledano en el siglo XII. Ello explicaría la representación de este santo y la de san Bernardo, con el que hace pareja, en el retablo mayor. 
 El Greco concibió el personaje con rasgos precisos, lejos de cualquier idealización; sus facciones, que se perciben como un retrato, son las de un hombre maduro y de aspecto ascético que se dirige al espectador mientras señala con la mano derecha la zona inferior, donde se hallaban la tela principal (La Asunción) y el tabernáculo.
 La pintura tiene un sólido modelado, trabajado con abundante pasta cromática, semejante al empleado en los retratos de esa época. destacan las manos, de gran belleza y efectiva factura, y el fondo de atrevida resolución
  

  
Altar Mayor de Santo Domingo el Antiguo. Toledo 

Andrea di Lione. Elefantes en un circo, 1640


 
 Los retablos del Greco en Santo Domingo el Antiguo
 
Museo Nacional del Prado. Madrid
 
18/ 2/2025 - 15/6/2025 
 
 

 
   
 

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