jueves, 30 de octubre de 2025

El Templo de Luxor

 

Egipto ha sido descrito como el regalo del Nilo, porque sin este río, el país no sería más que un desierto. Gracias al Nilo, una estrecha franja de exuberante vegetación se abre paso en un terreno árido y estéril. En la antigüedad, una gran civilización floreció en las riberas del gran río. Los templos y monumentos que dejó convierten el valle del Nilo en el terreno más rico en historia de todo el mundo.
 
 

 
Para los filahin (campesinos) y pescadores retratados en las tumbas faraónicas que jalonaban el valle el río Nilo es esencial. Durante miles de años, la crecida anual del Nilo depositó ricos minerales que fertilizaban las tierras ribereñas. Cuando las aguas retrocedían, los campesinos construían canales de irrigación, plantaban sus cultivos y esperaban la fértil cosecha. Aunque la construcción en los años sesenta de la Gran Presa de Asuán puso fin a las inundaciones anuales, muchos granjeros viven todavía en pequeñas aldeas de adobe y cultivan sus ricas tierras siguiendo métodos milenarios.
 

 
El Templo de Luxor es una de las obras más representativas del Imperio Nuevo egipcio. Fue construido en Tebas, la actual Luxor, en la orilla oriental del río Nilo. Su edificación comenzó bajo el reinado de Amenhotep III (dinastía XVIII, c. 1390-1352 a.C.) y fue continuada por TutankamónHoremheb Ramsés II, quien añadió los elementos monumentales de la entrada.
 

El Templo de Luxor  es un complejo religioso dedicado al dios Amón-Ra, aunque también incluye capillas para Mut, Khonsu y el faraón deificado. Pertenece al estilo tebano clásico, caracterizado por el uso de una planta axial, columnas monumentales y una profunda carga simbólica. 
Actualmente, el templo forma parte de un conjunto arqueológico declarado Patrimonio de la Humanidad.
Una puerta de acceso al mundo de los dioses. A punto de entrar en el recinto, un enorme obelisco, que simboliza un rayo de sol, su altura de 25 metros, cuatro babuinos decoran su base. En su origen, iba acompañado de otro obelisco que fue donado a Francia en 1831 y que puede verse en la Plaza de la Concordia de París.
 

 
Detalle

Impresionantes los dos colosos sedentes que franquean la entrada y que representan al faraón Ramsés II. Este soberano que reinó durante más de sesenta años y que fue un gran constructor, se hizo representar en estatuas colosales en diversos templos. En la fachada de este pilono, Ramsés II ordenó grabar escenas batalla de Qadesh en las que se muestra victorioso e invencible contra los hititas.
 


Una belleza columnata conecta los dos patios del templo: el de Ramsés II y el de Amenhotep III. Ambos están rodeados de dos hileras de columnas inspiradas en la planta del pairo y se puede imaginar lo que fue el patio en su día. El papiro, además de ser un soporte para la escritura, es una planta que crece en las marismas del delta del Nilo. También servía como alimento y para elaborar cuerdas, cestos, muebles, calzado etc. Los patios estaban al aire libre, y el resto del templo se encontraba techado.
 
Primer patio con columnas papiriformes y estatuas de Ramsés II

  

El Templo de Luxor desempeño un papel esencial en el culto oficial de Tebas. A diferencia del Templo de Karnak, Luxor tenía una función más ritual y simbólica. Era el centro de la celebración de la fiesta de Opet, en la cual se trasladaba la estatua de Amón desde karnak hasta Luxor en una procesión que simbolizaba la renovación del poder real y la fertilidad del país.
Además, este templo fue concebido como espacio de legitimación del faraón. Amenhotep III mandó decorar sus muros con escenas de su nacimiento divino, donde su madre es fecundada por el propio Amón-Ra, lo que lo consagra como hijo de dios. 
 

 El aporte de Ramses II al templo incluye el pilono, los colosos, las estatuas de su consorte Nefertari y la decoración del patio. esto refuerza el carácter monumental del lugar. la imagen del faraón se multiplica en los relieves como sacerdote, guerrero y dios viviente.

La luz natural desempeña un papel simbólico. Los patios abiertos están iluminados directamente, mientras que los espacios más sagrados permanecen en penumbra. Así, el recorrido del templo se convierte en una transición espiritual desde lo visible hacia lo oculto, desde lo profano hacia lo divino. 

 El color original era intenso: azules y ocres para los techos; rojos, verdes y negros en las figuras humanas, y jeroglíficos resaltados en tonos dorados. Actualmente persisten trazos de policromía, especialmente en los relieves internos.

En cuanto al volumen, el templo se caracteriza por su progresión espacial. Los espacios se vuelven cada vez más reducidos y sagrados conforme se avanza hacia el santuario. esta jerarquía espacial no solo obedece a criterios funcionales, sino que refleja la cosmogonía egipcia. El ritmo arquitectónico se da en la alternancia entre patios, salas columnadas y estancias cerradas. las proporciones están cuidadosamente equilibradas, con columnas que armonizan con los espacios que las rodean. En consecuencia, el templo transmite una sensación de orden, solemnidad y continuidad.





miércoles, 29 de octubre de 2025

Crucero por el Nilo, Luxor y el Templo de Karnak


Salimos de Madrid desde el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas rumbo al país de los faraones, 30 dinastías. Desde el aeropuerto de Luxor nos trasladamos al barco. Y comienza nuestro crucero por el río Nilo.
 
 

Junto a los grandes recorridos por Europa, un viaje a Egipto constituye una de las experiencias más interesantes. 
 
Tebas: es el nombre que dieron los griegos a esta ciudad del Antiguo Egipto. Deriva del nombre en demótico ta ipet.
 
Karnak: posee un gran conjunto de templos situado en la zona norte de la ciudad.
 
Luxor: es el nombre que dieron los árabes a la ciudad edificada sobre las ruinas de Tebas, que pese a ello mantuvo en pie importantes restos de sus construcciones.
 
 
 

La moderna ciudad de Luxor, antigua capital de Egipto durante el Imperio Nuevo (1550-1069 a.C.) los monumentales templos de Luxor y de Karnak eran famosos en todo el mundo antiguo y atrajeron visitantes desde época griega y romana. 
 
 
  

EL Templo de Karnak
Junto a la corniche  de la ciudad de Luxor, el paseo junto al río donde atracan los famosos cruceros que recorren el Nilo hasta Asuán, se encuentra este famoso templo, una vez conocido  como ipe resyt o santuario del sur, donde se desarrollaban cada año las celebraciones más importantes de la fiesta de Opet. Durante el transcurso de la misma el dios Amón, acompañado por su esposa Mut y su hijo Jonsu, triada de dioses a la que está dedicado, visitaban el santuario de Luxor para reafirmar los lazos existentes entre Amón y el faraón, encarnación viviente del dios en la tierra. Consistía en una procesión en que los sacerdotes transportaban las barcas de la triada tebana desde el templo de Karnak hasta el de Luxor por la avenida de las esfinges. Permanecían allí un tiempo y el regreso a Karnak se realizaba por el río aprovechando el curso de la corriente.
 

 
 

Este templo constituye un ejemplo de la arquitectura faraónica, se completó durante el reinado de Amenofis III, de la dinastía XVIII y tiene añadidos por el faraón Ramsés II, de la dinastía XIX. Fue modificado posteriormente por varios soberanos posteriores como Alejandro Magno.
 
  
 

En el siglo III d.C. formó parte de un campamento romano y poco más tarde fue abandonado. Los siglos lo cubrieron de arena y vegetación y surgió una aldea en el interior del recinto. En el año 1881, el arqueólogo Gaston Maspero lo redescubrió, aunque, antes de iniciar los trabajos de excavación hubo que trasladar la aldea. 
De aquella población solo queda la mezquita de Abu al Haggag, del siglo XIII, que se alza sobre las capas de tierra acumulada durante siglos. 
 

 

Se accede al templo a través de una avenida de esfinges, esta avenida o dromos, que en el pasado se extendía entre Luxor y Karnak y unía los dos templos más importantes de la antigua Tebas (casi a 3 kilómetros de distancia y una anchura de unos 70 metros). En la entrada está el gigantesco primer pilono, decorado con escenas de la victoria de Ramsés II sobre los hititas en la batalla de Qadesh.
 

 Dos enormes colosos sedentes de Ramsés y un obelisco de granito rosa de 25 metros de altura flanquearan la entrada al templo. Originalmente otro obelisco acompañaba al que todavía queda, fue colocado en la Plaza de la Concordia de París en el siglo XIX, regalo del soberano Mohamed Alí al pueblo francés.
 

 La avenida de las esfinges flanquea la entrada del templo de Karnak
 


 
 



 

sábado, 18 de octubre de 2025

El promontorio del sueño. Víctor Hugo

 El promontorio del sueño, es el nombre de una montaña de la luna. Este nombre da título a una breve a una breve obra escrita por Víctor Hugo en 1863, surgida como un resto de su estudio sobre William Shakespeare, publicado un año después, en pleno exilio en la isla anglonormanda de Guernesey. El promontorio como metáfora del genio une ambos textos, y si el estudio sobre Shakespeare es un manifiesto romántico de la idea de la literatura que abarca siglos de historia desde una vastísima mirada, el que ahora nos ocupa penetra en profundidad en el gran tema pendiente en la cultura europea: la imaginación y su relación con el acto creador.
 
 La obra comienza con el recuerdo de un hecho acaecido veintinueve años antes: el poeta vaga por las calles de París, y en el Observatorio es invitado por el célebre astrónomo François Arago a contemplar la luna a través de un telescopio. 
 
 Una imagen fotográfica captó en toda su grandiosidad al Víctor Hugo del exilio: sentado en lo alto de una roca, su figura diminuta se perfila a semejanza del mismo peñasco inmenso. De espaldas al mar que se adivina en toda su amplitud y apertura, el poeta parece confabulado con una naturaleza que decide elevarlo hasta dimensiones gigantescas. El paisaje es salvaje, pero en nada atenta a la elegancia de su vestimenta. Antes bien, ambos, naturaleza y poeta, parecen encontrarse en una mutua comodidad. Victoria Cirlot 
 

Autor: Víctor Hugo
Título original: Le promontoire du songe (Promontorium somnii)
Prólogo: Victoria Cirlot
Ediciones Siruela, S. A.
Nº de páginas: 118
ISBN: 978-84-9841-070-9
 

El cielo es el libro de Dios, había escrito en una carta a su hija Leopoldine en 1837, actualizando la  antigua metáfora del "libro de la naturaleza" y sumándose a la exigencia de los románticos, como Novalis, de alcanzar su desciframiento jeroglífico.
 
Parroquia de san José. C/.Alcalá, 43. Madrid
 
Virgen de la Candelaria, santa Rita, san Pancracio y santo Niño del Remedio

 La contemplación del cielo provocaba en Hugo un hondo sentimiento religioso; de ahí admirara los conocimientos astronómicos de Arago, pero también que se extrañara de su ateísmo: "Arago era un gran astrónomo. Pero lo inaudito es que miraba sin cesar el cielo y no creía en Dios..."
 
Aquí estuvo la iglesia del convento de san Hermenegildo donde Félix Lope de Vega cantó misa en 1614


"Cuando alcanzaba la cima de uno de los lados bajos del monte, la luna, la luna llena, redonda y resplandeciente, que se eleva de cobre en las llanuras y de oro en las montañas, apareció de pronto ante mí", escribía en octubre de 1839 después de haber seguido el Camino de los Filósofos en Heidelberg, una de las etapas por el Rin.
 

 Esta cima del Sueño es una de las cumbres que domina el horizonte del arte. De ahí fluye toda una poesía singular y especial. Por un lado lo fantástico risueño. Es desde esa cima desde donde levantan el vuelo las oceánides de Esquilo, los querubines de Jeremías, las ménades de Horacio, las larvas de Dante, los endriagos de Cervantes, los demonios de Milton y los bufones de Moliére. 
 Este promontorio del sueño sumerge a veces con su sombra a todo un genio, antaño a un Apuleyo, hoy a un Hoffmann. Llena toda una obra, y entonces es temible, es el Apocalipsis. Los vértigos habitan esta altura. Tiene un precipicio, la locura. Una de sus laderas es feroz, la otra es radiante. En una está Juan de Patmos, en la otra, Rabelais. Pues hay tragedia ensueño y comedia sueño. (Pág. 41-42)
 

 
Así pues, ¡tú también sueñas, oh Tú! Perdona entonces nuestros sueños. (pág.80)

 


Parroquia de san José