martes, 19 de marzo de 2024

Erriberri - Olite


La ciudad de Erriberri/Olite, cabeza de la merindad del mismo nombre, se encuentra en el centro geográfico de Navarra y posee uno de los conjuntos monumentales más destacables de la comunidad.
 

Olite, lugar de reyes. Tiempos de esplendor. El perfil del palacio eleva quince torres diferentes, pronunciadas, visibles.
 
 
Las primeras noticias de Olite datan de la época romana, cuando en el siglo I se construyó un recinto amurallado del que se conserva el llamado "Cerco de dentro". A partir de 1147 y gracias a la concesión del Fuero de Estella por parte de García Ramírez, la población experimentó un importante crecimiento, por lo que se rompieron los límites del "Cerco de dentro" y la ciudad se extendió hacia el sur en un nuevo recinto amurallado el "Cerco de fuera".
 

De la muralla romana quedan varias torres y algún lienzo, y de la medieval, dos torres defensivas del oeste, la Torre del Chapitel o "del reloj", los cuatro portales y los nombres de las rúas.
 
Desde el siglo XIII, Olite fue una de las sedes reales para los reyes navarros y fue Carlos III el Noble (1737-1425) quien la eligió como residencia. De aquella época queda como testigo el Palacio Real de Olite, declarado Monumento Nacional en el año 1925.
 

 El Palacio Viejo es la parte más antigua del castillo-palacio, hoy Parador Nacional, que se levanta en la Plaza de los Teobaldos. Formaba parte de la fortaleza del recinto primitivo romano y fue utilizado por los monarcas navarros como palacio. Del antiguo edificio  solo se conservan los muros exteriores con las torres en las esquinas. En su fachada destacan los ventanales góticos, la puerta principal renacentista y la torre de la Atalaya o de la Cigüeña. Entre el Palacio Viejo y la iglesia de santa María se hallan las ruinas de la capilla de san Jorge iniciadas por la reina doña Leonor, esposa de Carlos III el Noble.
 

 

A pesar de no encontrarse en la ruta del camino de Santiago, numerosos peregrinos desviaron su ruta en la Edad Media para acercarse a la floreciente ciudad de Olite, sede de la corte navarra. Allí existía una intensa actividad agrícola y comercial y los pobres podían vivir de la caridad. Además, en Olite se encontraba la Orden Hospitalaria de san Antón (en el actual convento de las Clarisas), que atendía a los peregrinos.
 
La huella del paso de los peregrinos jacobeos por Olite se plasma en la decoración de sus iglesias y en los archivos de la ciudad donde se conservan mandas testamentarias de personas que ofrecían dinero para que un peregrino acudiese a Santiago a rezar por su alma. Asimismo, la iglesia de san Pedro exhibe una talla de Santiago, en estilo borgoñón, considerada como una de las más bellas de Navarra.
 

 
El Palacio Real, situado en la Plaza de Carlos III, es la ampliación del Palacio Viejo: esta nueva construcción data del siglo XV y se realizó  en estilo gótico civil francés, está formada por grandes muros de piedra que describen un perímetro de entrantes y salientes.En las esquinas, se levantaron torretas circulares con cubierta de pizarra que ha sustituido a su tejado original hecho de plomo. Al interior se accede por un amplio patio, antiguo jardín de los toronjales.
 
 
El Palacio Real de Olite vivió durante la Baja Edad Media una época de esplendor que lo situó a la altura de las cortes europeas más lujosas. la documentación indica  que el palacio estaba decorado con delicadas labores de yesería, alicatado y azulejería; vidrieras policromadas y artesonados y techumbres doradas. Además, las instalaciones incluían terrazas ajardinadas, surtidores y plantas de muy diversas procedencias. El palacio contó incluso con un pequeño parque zoológico. Se construyó una leonera para leones y se sabe que hubo camellos, búfalos africanos, una jirafa, ardillas papagayos y aves exóticas en las proximidades del castillo. Eran habituales también diversiones como el juego de la pelota y el juego de la raqueta.
 
Los reyes tenían sus "baños" e incluso perpetuaban las nieves del invierno en un nevero oval "el huevo" que servía para conservar los alimentos. No podemos olvidar que ya en el medievo fue tradición palaciega fomentar el gusto por el cultivo de la vid. La tierra de Olite, tan plana, rica y soleada, tan felizmente dotada para el vino, resultaba deliciosa al paladar real.
 


Tras la anexión de Navarra a Castilla (1512), el palacio fue abandonado y un incendio provocado en 1813 lo deterioró aún más. Su aspecto actual responde a la restauración llevada a cabo a partir de 1937 por los arquitectos Javier y José Yánoz.
 
Parador Nacional de Olite

Iglesia de santa María de Olite


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