lunes, 8 de julio de 2024

Museo Thyssen-Bornemisza






  El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza es la Institución  pública que alberga en el Palacio de Villahermosa una de las Colecciones pictóricas más importantes del mundo con más 800 obras de arte reunidas a lo largo de siete décadas de la familia Thyssen-Bornemisza.
 
  El Museo, para cumplimiento de toda su función artística y cultural, está gestionado por la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, Fundación pública sin ánimo de lucro, cuyo fin es la conservación, estudio, pública exposición y difusión de la colección.

  
  El Estado español adquirió la propiedad de la Colección en 1993 dando lugar así al llamado Triángulo del Arte en el Paseo del Prado, área museística de Madrid que concentra el acervo pictórico más importante de España y uno de los más importantes de todo el mundo. Desde 2004 la Fundación también exhibe obras en préstamo de la Colección privada de la Baronesa Carmen Thyssen-Bornemisza.
 
  El Museo lleva a cabo su misión apoyado en valores como la excelencia, sostenibilidad, innovación, integridad, implicación, confianza, trabajo en equipo y espíritu vanguardista, entre otros. 
 
Peter Paul Rubens. Venus y Cupido, 1606-1611


Siglo XX
 
  A comienzos del siglo XX, el género del retrato experimenta una profunda transformación. En su interior de resaltar los valores espirituales, los expresionistas alemanes se alejan del canon y de la representación realista para resaltar la subjetividad de sus modelos. Formalmente influidos por la esquimatización de los artefactos de las culturas no europeas y por la ingenuidad de las tradiciones populares autóctonas.
 
  Kirchner, Nolde o Jawlensky realizan retratos de formas planas y simplificadas y facciones exageradas en escenarios de ornamentación geométrica. El color, antinaturalista y simbólico, se utiliza para obtener la máxima expresividad. 

  Mientras, los artistas austriacos Kokoschka y Schiele, con un estilo expresionista, inquietante y turbador, se valen de diversas estrategias de distorsión para plasmar en sus retratos la psicología de sus personajes.
 



Siglo XX. Agitación urbana 
 
  A comienzos del siglo XX, como resultado de la rápida industrialización, las ciudades alemanas crecen significativamente y se convierten en importantes focos artísticos. Los protagonistas de los grupos expresionistas que fueron surgiendo en pueblos o en ciudades como Dresde o Múnich, pronto se sintieron cautivados por Berlín, la gran Metrópolis alemana.
 
  Ahora bien, esta atracción despierta en ellos sentimientos encontrados. Les entusiasma su agitación frenética, la atmósfera libre o la efervescencia cultural, pero también rechazaran la deshumanización y la corrupción de la ciudad moderna. 

  Kirchner pinta escenas callejeras en las que los personajes, generalmente mujeres, son el objeto de las miradas masculinas. Mientras que a otros artistas como Grosz le fascina la constante metamorfosis de la ciudad que representa adaptando elementos formales del cubismo o el futurismo con un aire apocalíptico.
 
Eugéne Boudin

Edvard Munch


Siglo XX. El lenguaje del cuerpo
 
  El estilo radical de Munch, espejo de las obsesiones existenciales del ser humano contemporáneo, fue un referente fundamental para los jóvenes expresionistas alemanes. El artista noruego transforma a sus modelos en imágenes que enfatizan las tensiones de la psique, como la melancolía y la ansiedad, o los padecimientos de la vida, como la enfermedad y la muerte, hasta entonces consideradas tema tabú.
 
  Con sus ritmos agitados y colores luminosos, los alemanes Kirchner, Pechstein, Heck o Marc, intentan escenificar sus afinidades espirituales como lo primigenio y su deseo de reintegrar al ser humano aun estado ideal en armonía con su entorno natural. Sus pinturas muestran figuras en medio de una naturaleza arcádica o en interiores bohemios, como formas simplificadas y posturas desinhibidas que se alejan de las normas clásicas del lenguaje del cuerpo.
 

   

                                                 

Siglo XX. Flores

  Muchos artistas de la modernidad continúan la larga tradición de pinturas de flores, un motivo que les permite hablar tanto de la belleza del mundo natural como de la simbología de la vida y la muerte.

  Al contrario que los impresionistas que plasmaron en sus jardines sus impresiones fugaces de un momento sus pendido en el tiempo, en sus pinturas de flores, los expresionistas anhelan provocar sentimientos perdurables. Para todos ellos el color, aplicado con pinceladas gestuales, desempeñaría un papel primordial para explorar distintas emociones.

  A Nolde los motivos florales le atraían por su singular simbología.Para Beckmann serían una evasión en un momento de tensión emocional tras su huida de Berlín con la llegada del régimen nazi. Mientras que, como podemos vislumbrar, en su naturaleza muerta temprana, para Matisse lo esencial sería su energía cromática.
 

 

 Siglo XX. Pioneros de la abstracción

  En torno a 1910 el arte espiritual de Kandinsky fue gradualmente derivando hacia postulados cada vez más abstractos. El artista ruso, afincado en Alemania, estudia las repercusiones psicológicas de los colores y su potencial para suscitar emociones. Durante los años en que estuvo vinculado a la Bauhaus, hablaba a sus alumnos sobre la relación entre forma y color y sobre los efectos que producía la combinación de determinadas tonalidades. 

  De forma casi simultánea Kupka, otro pionero de la abstracción, coincidía con Kandinsky en que la pintura, al igual que la música, tenía la capacidad de expresarse exclusivamente a través de valores formales sin necesidad de imitar o copiar ninguna realidad exterior. Su lenguaje abstracto, lleno de significados e intenciones filosóficas, se acerca a las teorías sobre la generación de la energía, tan de moda en la época.
 

Edward Hopper. Nyack, 1882 - New York, 1967
 
  Habitación de hotel, 1931. La soledad en las ciudades modernas fue uno de los temas centrales de la obra de Edward Hopper. En este lienzo de gran formato el primero de su serie ambientada en hoteles, una joven en ropa interior mira un papel que, como contó la mujer del artista, es un horario de trenes. La ensimismada figura contrasta con la despersonalizada estancia donde una fuerte luz cenital ilumina intensos planos de color.
 

Wifredo Lam. Busto femenino, 1939
 
  Cubano, afrodescendiente e hijo de migrante chino. Wifredo Lam se formó en la tradición académica de Cuba y conoció el arte africano en Europa de la mano de artistas de vanguardia como Pablo Picasso. Explorando el arte primitivista, reconectó con las expresiones culturales de origen africano de su país natal y se interesó por la santería. En Busto femenino, Lam geometriza la figura humana y sustituye el rostro por una especie de máscara. 
 
Alberto Giacometti. El claro, 1950
 
Siglo XX. Aires populares
 
En las primeras décadas del siglo XX, los artistas de la Rusia imperial Lariónov o Goncharova, o los ucranianos hermanos Burliuk, comienzan a compaginar en sus obras diversas influencias internacionales con aspectos de la vida campesina y de la cultura popular.
 
  Chagall, un artista emigrado a Francia procedente del provinciano Vitebsk, situado en Bielorusia, desarrolla un arte expresivo y colorista muy vinculado a sus experiencias vitales y a las tradiciones religiosas y populares de la comunidad judía de su ciudad natal. Su personal estilo pictórico reúne con especial maestría los recursos de la plástica contemporánea con los más fantásticos temas del folclore y de los reinos encantados de los cuentos rusos, una combinación que le convierte en precursor del surrealismo. 
 
 




                                                                                                                                                              
    



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