Thomas Hardy, más conocido entre nosotros como novelista, pero también interesante como poeta que cierra el arco final del siglo XIX, y traza a la vez las nervaduras en las que se va a apoyar la poesía inglesa del siglo XX.
Nació Hardy el 2 de junio de 1840 en la aldea de Higher Bockhampton, cerca de Stinsford, en el condado de Dorset, en las tierras que fueron parte del reino altomedieval de Wessex en el que brilló el rey sajón Alfredo el Grande.
La casa en la que vio Hardy su primera luz había sido levantada en 1800 por su abuelo, que se dedicaba al negocio de la construcción, negocio en el que continuaría el padre del poeta, quien contraería matrimonio en 1839 Jemima Hand, mujer de amplia cultura y ávida lectora que no tardó en instilar en su hijo la pasión por los libros y el amor por la naturaleza, mientras el padre, apasionado por la música, ponía en sus manos su primer violín en el que habría de encontrar innumerables momentos de felicidad.
En marzo de 1870, hubo de acudir a St. Juliot, en el norte de Cornualles, con el fin de proyectar la restauración de la iglesia local; allí conoció a la hermana del vicario, Emma Lavinia Gifford. Su relación con Emma y sus paseos con ella por Cornualles en ese verano, transfigurados por el recuerdo, darían lugar cuarenta años más tarde a algunos de sus mejores poemas. Y, en 1874, Emma se convertiría en su esposa.
El 11 de enero de 1929 moría Hardy. Sus cenizas fueron enterradas en Westminster Abbey y su corazón depositado en la tumba de Emma en Stinsford.
Autor: Thomas Hardy
Título: Los poemas del novelista
Seleción, traducción y notas: Adolfo Sarabia
Edición bilingüe
Nº de paginas 268
Poesía Hiperión, 439
ISBN 84-7517-710-7
Leños en el hogar
(Recuerdo de una hermana)
El fuego va avanzando a lo largo del tronco
del árbol que cortamos,
que florecía y daba manzanas abundantes tachonadas de rojo,
hasta llegar la hora de dejar de dar fruto.
La horquilla que primero alcancé con la mano
y con el pie más tarde,
poco a poco trepando, puede vérsela ahora
aserrada, reseca, renegrida de hollín.
Rechina la corteza allí donde, cierto año,
fue apodado y sangró,
más creció por encima. Pero, al final, ahora,
el crecer de sus ramas cesó ya para siempre.
La que subía conmigo se alza difuminada
de su tumba heladora...
Con su aspecto de entonces, el pie cerca del mío en rama que se dobla,
agitando con risas mano morena y joven.
En recuerdo de Mary, a mayor de las dos hermanas de Hardy, y la preferida del poeta, fallecida el 24 de noviembre de 1915.
Conocí a una mujer
Conocí a una mujer cuando los días
crecen, y brillan oros en las tardes;
más no hubo en mí valor para acercarme
a sus ojos y gestos atrayentes.
Cuando llegó el invierno desnudado
las ramas, ella dijo. "¡Seré esposa
de otro y no dudes que tú habrás de amarme
y entonces pensarás qué dulce era!"
Pronto fue la brillante de otro esposa
y así la contemplé no pocas veces;
"¡Cómo la echo de menos!" -suspiraba-
"¡Como un puñal mi estupidez me hiere!"
Hoy vino a mí con quejas el marido
y me acusó. "¿Por qué la rechazaste?
¡Con lo bien que estaría yo sin ella!
¡Tuya es la culpa de nuestras mutuas penas!"
Puente de Segovia (1584), este puente fue construido durante el reinado de Felipe II, bajo la dirección del arquitecto cántabro Juan de Herrera. Las obras de construcción comenzaron en 1574 y finalizaron en 1584.
Esta importante estructura se edificó para comunicar la ciudad de Madrid con las poblaciones del norte de España, entre ellas la ciudad de Segovia, por lo que, desde su origen, cobró el nombre por el que lo conocemos hoy.
En el siglo XVI, este puente constituyó la cabeza de la principal vía de entrada y salida para el comercio de la ciudad de Madrid.
Durante la Guerra Civil (1936-1939) el puente fue dinamitado y reconstruido en 1943. En estas obras el tablero del puente se amplió, pasando de 8,65 metros a 31 metros de ancho, por lo que, desde ese momento, se ha destinado principalmente al tráfico de automóviles.
El puente de granito diseñado por Juan de Herrera sustituyó a otro más antiguo, del cual se tienen noticias desde el siglo XIV, que había sido destruido en sucesivas crecidas del río Manzanares. Originalmente estaba construido con verdugadas de ladrillo y piedra caliza, tomada como argamasa. Sus restos quedaron enterrados, más de cinco metros por debajo del actual nivel de las orillas, por los sedimentos del río.
No hay comentarios:
Publicar un comentario