viernes, 24 de mayo de 2024

Atocha. Quinientos años de historia de Madrid

El santuario, el pasado 2023 se cumplieron quinientos años de la cesión a los frailes de la Orden de santo Domingo de una ermita a las afueras de Madrid que atesoraba desde el siglo XII la imagen de Nuestra Señora de Atocha, talla que gozaba ya entonces de gran fervor popular.
 


Real Basílica-Parroquia Ntra. Sra. de Atocha



La fundación fue favorecida por el propio emperador Carlos V por mediación de su confesor, el dominico Juan Hurtado de Mendoza, siendo este el germen de un patronato real que aceptaría de facto Felipe II poco antes de morir y que ratificaría Felipe III en 1602.
 



 
El monarca más devoto de la imagen fue sin duda Felipe IV, de quien se dice visitó la capilla hasta en tres mil ocasiones y llegó a imponerle el toisón de oro.
 
 
La construcción del convento supuso la materialización del santuario mariano, cuya relación con la Corona terminaría por convertir a la Virgen de Atocha en patrona no solo de la monarquía sino del Consejo de Indias, las flotas y galeones, e incluso la propia Villa. Esta advocación, famosa por sus milagros, fue objeto de numerosas procesiones en tiempos de epidemias, sequías y traslados a los reales palacios ante los soberanos enfermos o en su lecho de muerte, multiplicándose por ello las acciones de gracias y actos solemnes en su templo.

 
Santo Niño de Atocha, la devoción a este santo nació en Plateros (México), donde los españoles llevaron una imagen de Nuestra Señora y el Niño. La talla desapareció y tallaron unas nuevas del Niño y la Madre que se podían separar. El niño adquirió fama de ser milagroso, se comenzó a venerar solo y su devoción se extendió por América Latina y Filipinas.
 
Aparece vestido de peregrino con la "concha de Santiago" y una cesta. Se representa así por una leyenda que se remonta al Madrid medieval bajo la ocupación musulmana, cuando muchos cristianos estaban en prisión debido a la fe que profesaban. Solo los niños podían llevar alimentos a los prisioneros. Los zapatos del Niño estaban gastados, iba cada noche a ayudar a los encarcelados. En algunos lugares es patrón de los mineros, de los encarcelados y de los niños. 
 

Capilla de santo Domingo de Guzmán, fundador de los Dominicos

 
Atocha y la Villa, la afluencia no solo de devotos al santuario sino de reyes y toda la corte hizo de Atocha uno de los principales escenarios de la vida pública de Madrid a lo largo de los siglos. La influencia del convento de Atocha en la conformación de la ciudad hacia los prados queda patente en el desarrollo de la calle homónima que conectaba con el Alcázar.
  

Este tránsito favoreció el asentamiento en la zona de otras fundaciones religiosas de beneficencia, colegios y hospitales. Si la relevancia del edificio tuvo influencia en el crecimiento de la población, la calidad paisajística de su entorno fértil fomentó fomentó el uso de este espacio como zona de esparcimiento. Los llamados Prados de Recoletos, san Jerónimo y Atocha conformaban un eje verde en torno a un arroyo rodeado de huertas que limitaba la ciudad por el este con los primeros paseos arbolados.
 
 El siglo XVII fue el de máximo esplendor del Santuario, y en consecuencia el siglo XVIII lo sería de su entorno con sucesivos proyectos de urbanización y embellecimiento del espacio público que desembocaría finalmente a la concepción global del Paseo del Prado en tiempos de Carlos III. El tercer tramo del proyecto, el Paseo de Atocha, fue diseñado por José de Hermosilla dando inicio a la fuente de la Alcachofa diseñada por su predecesor Ventura Rodríguez.
 
Fuente de la Alcachofa. Foto: Antonello Dellanotte
 
Tras la ocupación francesa fue necesaria la restauración del edificio por Fernando VII y María Isabel de Braganza, el arquitecto real Isidro Velázquez planteó la completa redistribución del templo, que pocos años después perdería su condición de conventual tras la desamortización y cesión como Cuartel de Inválidos de la Armada. 
 

La última etapa del templo supuso un canto del cisne que no llegó a culminarse. Dado el carácter de panteón que había adquirido por el enterramiento de algunos militares, y en vista del mal estado del edificio, la reina María Cristina decidió derribarlo y construir una nueva Basílica y Panteón cuyo concurso público ganó Fernando Arbós en 1891.
 


Revoltosa. Prado, 4. Madrid




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