Nacido en la populosa ciudad de Bombay en 1865, hijo de un pintor y escultor que impartía allí clases de arte, Kipling vivió una infancia a caballo enre dos mundos. Como era habitual en la época, siendo niño fue enviado por su familia a estudiar a la metrópoli, de donde regresaría a la India, a penas cumplidos los diecisiete años. A partir de entonces, iniciaría una intensa labor periodística que le llevaría a recorrer todo el país y le convertiría en poco tiempo en uno de los mejores conocedores de aquella variopinta sociedad dual, dividida en tres tradiciones culturales tan distintas como la británica, la hindú y la musulmana.
Pronto empezaría a publicar sus primeros relatos en los diarios para los que trabajaba, obteniendo un rápido e inesperado éxito en Inglaterra. Las historias de Kipling se convirtieron inmediatamente en obras de culto porque, sin cuestionar los valores más arraigados de la sociedad victoriana -más bien al contrario-, abrían una ventana al exótico y fascinante mundo colonial -tan ajeno a la rígida placidez de la vida británica-. Periodista, narrador y también poeta y moralista que le haría famoso y le supondría, entre otros muchos galardones, el Premio Nobel de Literatura en 1907.
Si los relatos que componen El Libro de la Selva o su conocida novela Kim resultan inolvidables por su colorido y la combinación de fuerza y ternura con que reproducen el misterioso universo de la India, también han de destacarse otras novelas que se desarrollan fuera del subcontinente, como Capitanes intrépidos -que narra las duras condiciones de vida de los pescadores en Terranova-, o Stalky & Co. -una evocación de sus años juveniles en un internado inglés-; así como sus relatos cortos -especialmente los de género fantástico-, sus numerosas obras dirigidas a lectores infantiles; y delicados libros de poesía, en los que dejaba patente un insuperable dominio de los matices del idioma inglés, como Los siete mares.
Cómo llegó el miedo
Bajó el caudal del arroyo, la laguna se secó,
pero todavía somos camaradas vos y yo.
Secas las fauces sedientas y polvorientos los flancos,
uno tras otro caminan a través de los barrancos.
Van pensando en la sequía , esa terrible amenaza,
que los obliga a olvidarse inclusive de la caza.
Oculto bajo su madre, el cervatillo asustado
ve al lobo enjuto, famélico y, como él, acobardado.
También el gamo contempla, sin asustarse por ello,
los colmillos del que un día destrozó a su padre el cuello.
Ha bajado la laguna, el arroyo se secó,
pero todavía somos compañeros vos y yo.
Esa nube soltará al fin el agua que lleva,
y, sin la Tregua del Agua, volverá a haber caza nueva.
Segundo Libro de la Selva. (Pág.197)
Segundo Libro de la Selva. (Pág.197)
El milagro de Purun Bhagat
La noche en que supimos que la tierra
se iba a mover, de allí nos lo llevamos;
el amor que sentíamos por él
nos hacía saber sin percatarnos.
Cuando se abrió, rugiente, la montaña
y nuestro mundo se deshizo en lluvia,
nosotros, Pueblo Chico, le salvamos,
pero, mirad, ¡no ha regresado nunca!
Llorad, pues le salvamos por amor,
un pobre amor de criatura humilde.
Nuestro hermano, ¡oh dolor!, no volverá.
¡ Y ahora los de su raza nos persiguen!
Endecha de los Langures
Que entre la selva
Rodeadlos, cercadlos con un muro,
capullo, enredadera y hiera mala.
¡Olvidemos la forma y el sonido
y hasta el olor y el tacto de esa caza!
Junto al altar la enorme ascua negra.
Ha llegado la lluvia de pies blancos.
Se han traído los campos sin cultivo
los ciervos: ¡ nadie volverá a espantarlos!
Ruinosos, ignorados, se agrietan
los muros: ¡nadie volverá a habitarlos!
Segundo Libro de la Selva. (Pág.243)
Segundo Libro de la Selva. (Pág.243)
Los enterradores
Si llamáis a Tabaqui "hermano mio"
e invitáis a las hienas a comer,
podéis hacer una tregua con Jacala,
el vientre que correa cuatro pies.
La ley de la selva.
El Ankus del Rey
Éstos son los Cuatro que nunca están satisfechos,
que no se han saciado desde que el Rocío tiene nombre;
La boca de Jacala, la gula del milano,
las manos del mono, y los ojos del Hombre.
Proverbio de la Selva.
Segundo Libro de la Selva. (Pág. 305)
Quiquern
Las gentes de los Hielos del Este
se derriten lo mismo que la nieve;
mendigan café y azúcar,
y van donde el hombre blanco va .
La gentes de los Hielos del Oeste
aprenden a robar y a luchar;
venden en el mercado sus pieles,
y con ellas sus almas a los blancos.
Las gentes de los Hielos del Sur
comercian con la tripulación de los balleneros;
las mujeres tienen muchos lazos,
pero sus tiendas son escasas y están rotas.
Pero las Gentes de los Hielos Mayores,
que escapan a la comprensión del blanco,
hacen sus lanzas con el cuerno del narwhal
¡ y de todos los hombres son los últimos!
Segundo Libro de la Selva. (Pág. 305)
Quiquern
Las gentes de los Hielos del Este
se derriten lo mismo que la nieve;
mendigan café y azúcar,
y van donde el hombre blanco va .
La gentes de los Hielos del Oeste
aprenden a robar y a luchar;
venden en el mercado sus pieles,
y con ellas sus almas a los blancos.
Las gentes de los Hielos del Sur
comercian con la tripulación de los balleneros;
las mujeres tienen muchos lazos,
pero sus tiendas son escasas y están rotas.
Pero las Gentes de los Hielos Mayores,
que escapan a la comprensión del blanco,
hacen sus lanzas con el cuerno del narwhal
¡ y de todos los hombres son los últimos!
La Foca Blanca
Duérmete, mi niño, mi niño duerme,
que la noche va a llegar.
Las aguas se han vuelto negras,
pues el sol se ha puesto ya,
y la luna quiere vernos
entre las olas del mar.
Una almohada tan blanca
como la espuma tendrás,
donde las olas se encuentran
y se abrazan sin cesar.
Tus cansadas aletitas
allí podrás descansar,
sin miedo a los tiburones
ni a la feroz tempestad,
y dormirás arrullado
en los brazos de la mar.
Nana de la foca blanca
El Primer Libro de la Selva (Pág. 95)
Autor: Rudyard Kipling
Esta edición contiene El libro de la selva y
El segundo libro de la selva
Título de la edición original:
The Jungle Book y The Second Jungle Book
Traducción del inglés y notas de Gabriela Bustelo
Ilustrado con grabados de la época
Editado por: Circulo de Lectores, S.A.
Nº de Páginas: 426
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