Basílica- Catedral de Nuestra Señora del Pilar |
Según la tradición, la basílica se construyó en el mismo lugar en que la Virgen se apareció al apóstol Santiago, que se encontraba predicando a orillas del río Ebro.
Palacio de la Aljafería |
El origen de los Palos o Barras de Aragón parece haber tenido relación directa con el vasallaje que los reyes aragoneses debían al Papado desde el siglo XI: los colores del Señal Real de Aragón son muy similares a los de las cintas o lemniscos de seda roja e hilos amarillos que sujetaban el sello o bula a los documentos del pontífice. También es posible que Ramón Berenguer, Primer Príncipe de Aragón y Conde de Barcelona, tomará un emblema similar en su escudo, aunque el primero en presentarlo en su escudo, bandera, indumentaria y arreos del caballo fue Alfonso II de Aragón.
La bandera de Aragón es la tradicional de las cuatro barras rojas horizontales sobre fondo amarillo.
El escudo de Aragón es el tradicional de los cuatro cuarteles, rematado por la corona correspondiente, que figurará en el centro de la bandera.
Artículo 3.1 y 3.2 del estatuto de Autonomía de Aragón.
Zaragoza fue uno de los mayores reinos de taifas y de los más duraderos. Por ser un reino fronterizo, situado lejos de potencias más fuertes, resultaba estratégicamente importante en función de los reinos cristianos del norte. Alejado del centro de poder de Córdoba, tenía una tradición de semiautonomía, a pesar de los avances cristianos y de las frecuentes escaramuzas con Toledo y Balaguer, mantuvo una independencia relativamente segura durante más tiempo que la mayor parte de los estados de taifas.
En Zaragoza se encuentra situada la Aljafería, el conjunto palaciego que mejor se ha conservado de toda la época de taifas. La Aljafería se construyó bajo el patronazgo de al-Muqtadir, un sultán muy poderoso. Su aspecto cerrado de fortaleza, quizá en un intento de emular los palacios omeyas construidos en los desiertos de Siria y Jordania durante el siglo VII y principios del VIII. La Aljafería si funcionaba, como fortaleza, puesto que Zaragoza estuvo envuelta con frecuencia en batallas con los cristianos y otros estados de taifas.
El Jardín de Alá, la escritura tiene tanto un valor estético como propiciatorio. En uno de los capiteles, se lee sobre las hojas carnosas la siguiente inscripción: La bendición de Alá completa. La palabra de dios posee efectos beneficiosos casi mágicos sobre los moradores del palacio y también sobre el gran jardín paradisíaco que representa su construcción. Quienes obedezcan a Alá y a Su Enviado -reza el Corán-, Él les introducirá en Jardines regados por aguas vivas, en los que morarán eternamente (sura 4, aleya 13).
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