domingo, 3 de marzo de 2024

Todo el mar / A la pintura. Rafael Alberti

 
Reflejo
 
Más allá del añil de los jardines
suspensos de las gélidas ventanas,
clarean por el aire las mañanas
de lazos blancos, verdes y carmines.
 
Vaga un aletear de serafines,
rondaflores del sol de las galanas.
Una lluvia a los mares, de manzanas,
cae rodando entre alertas de jazmines.
 
Túnicas crujen, y alas en bolina
rubias velas inscriben al Sur claro.
Y en el agua, cabellos, flores, plumas,
 
a la deriva de la ventolina,
huyendo, verdes, de la voz del faro,
coronan el mantel de las espumas. 
 

Nacido en El Puerto de Santa María, en 1902 y fallecido el 18 de octubre de 1999, Alberti pasó en Cádiz sus primeros catorce años. Establecido luego en Madrid, la vocación se le llenó de pintura y montó una exposición de cuadros suyos, antes de dejarse tentar por la poesía y obtener, con Marinero en tierra, el Premio Nacional de Literatura de 1925. Casado en 1930 con María teresa León, ambos fundaron la revista Octubre. Durante la Guerra Civil, Alberti dirigió la revista El mono azul y ofició de secretario de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Al término de la contienda emprendió el amargo camino del exilio. Residió en Buenos Aires, vivió luego en Roma y, en 1977, por fin, pudo volver a España, donde reemprendió su labor creadora, revivió recuerdos, apagó su nostalgia y recibió premios, como el Cervantes. Sin dejar de ser un "poeta de la calle".
 


Que Rafael Alberti ama la línea y el color es algo que se percibe ya  en el primer acercamiento a sus versos. Todos ellos vendrán repletos del cromatismo de la mejor paleta veneciana, de la armonía de los flamencos, de la perspectiva vanguardista más audaz.
 
Desde su obligada lejanía de desterrado, este español que se muere de añoranza por recorrer las salas del Museo del Prado, por contemplar los colores y figuras que encendieron los sueños de su infancia, escribe A la pintura, que es el homenaje de mayor nostalgia y emoción que se le ha rendido a uno de los museos más bellos del mundo. "¡El Museo del Prado!"
 
El poemario se publicó por primera vez en 1945 con el título A la pintura. Cantata de la línea y del color, coincidiendo su impresión con el final de la Segunda Guerra Mundial. 
 

 Yo no sabía  entonces que la vida tuviera
Tintoretto (verano9, Veronés (primavera),
ni que las rubias Gracias de pecho enamorado
corrieran por las salas del Museo del Prado.
Las sirenas de Rubens, sus ninfas aldeanas
no eran las ruborosas deidades gaditanas
que por mis mares niños e infantiles florestas
nadaban virginales o bailaban honestas.
                                                  A Picasso (fragmento)
 
 
 
 







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