Vivía en Westfalia, en el castillo del señor barón de Thunder-ten-tronckh, un joven a quien la naturaleza había dotado del más amable de los temperamentos. Su fisonomía anunciaba su alma. Era de conciencia muy exigente, y de ingenio muy simple; y creo que por esta razón se le llamaba Cándido.
François-Marie Arouet nació en París en 1694. A los nueve años el futuro escritor empezó a estudiar con los jesuitas, lo que pronto combinó con la asistencia a la elegante y libertina Sociedad del Templo, en la que fue introducido por su padrino, el abate de Chateaunef, tras la temprana muerte de su madre.
Después de una estancia La Haya, regresa a París y en contra de su voluntad entra a trabajar en un despacho de abogados. Por esta época empieza a firmar con el seudónimo de Voltaire.
En 1716, se une a los que intrigan contra el Regente, quien no tarda en desterrarlo, primero, y encarcelarlo después durante once meses. En 1718 da un giro a su vida y escribe una tragedia, El triunfo de Edipo, que dedica al Regente y le vale una pensión y el ser admitido en todos los hogares de los grandes aristócratas franceses.
Esta vida de éxitos sociales se ve interrumpida por el enfrentamiento a finales de 1725 con un aristócrata, lo que le llevará primero unos meses a la Bastilla y, más tarde, de nuevo al exilio, en esta ocasión a Inglaterra.
En Inglaterra Voltaire descubre la ciencia y se transforma en un filósofo. De vuelta a París en 1728, publica numerosas piezas teatrales de clamoroso éxito y un libro, Las cartas filósogficas o Cartas inglesas, una de sus obras maestras más estudiadas. En 1745 es nombrado historiógrafo de Francia, académico y gentilhombre ordinario del rey.
En 1755 empieza la segunda gran época de su vida, el reino del filósofo y la apoteosis del patriarca. En 1756 publica en Ensayo sobre las costumbres y el Discurso sobre la religión natural y, tres años más tarde, Cándido.
En los últimos años de su vida fue objeto de una verdadera idolatría sentimental, y en 1778, tras la muerte del rey Luis XV, pudo regresar a París, donde fue agasajado por la Comedia y la aristocracia. Voltaire murió el 31 de mayo de ese mismo año.
"Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad
es casi incurable" Voltaire
"Cuando se trata de dinero, todos son de la misma religión" Voltaire
Nada tan bello, tan ágil de movimientos, tan brillante, tan ordenado como los dos ejércitos. Las trompetas, los pífanos, los oboes, los tambores, los cañones, formaban una armonía tal como nunca la ha conocido el infierno. Los cañones empezaron por abatir aproximadamente a seis mil hombres de cada bando; luego, la mosquetería arrebató del mejor de los mundos de nueve a diez mil bribones que infestaban su superficie. La bayoneta fue también la razón suficiente de la muerte de unos cuantos millares de hombres. El conjunto podía dar una cifra aproximada de unas treinta mil almas. Cándido, que temblaba como un filósofo, se ocultó lo mejor que pudo mientras duró esa heroica carnicería. (Capítulo 3. Pág 62)