Al hilo de una vida que pasó por dos guerras y un exilio, Marc Chagall (1887-1985) alumbró una obra poderosamente anclada en el siglo XX. Figura del desplazamiento y la migración, como las que aparecen en sus cuadros, el artista transitó por el mundo a merced de las zozobras de su siglo, desde la Rusia de su infancia hasta tierras francesas, pasando por Alemania, Palestina y Polonia, desde Estados Unidos hasta México, antes de establecerse a orillas del Mediterráneo. Su arte, impregnado de un hondo humanismo y alimentado por sus raíces judías y las experiencias que vivió, se erige en mensajero de un compromiso infatigable con el hombre y sus derechos, con la igualdad y la tolerancia entre todos los seres.
Impulsado por un gran grito de libertad, Chagall abre los ojos a las guerras de su momento histórico, como también a las luchas que libró dentro del arte, siguiendo los conflictos y los grandes acontecimientos del siglo XX. Trascendidos por la fuerza poética y por el imaginario, sus obras y escritos son poderosos testimonios de sus convicciones políticas y su compromiso humanista, expresados a través de un simbolismo singular en el que a veces encontramos un agudo sentido de la burla y del humor enraizado en su cultura judía.
Carta de Alexis Granowsky a Chagall. Moscú, 16 de julio de 1922 |
Chagall. Un grito de libertad muestra a un pintor testigo de su tiempo que incide en las cuestiones que más preocuparon al artista desde un novedoso punto de vista. El trabajo de archivo y la profunda labor de investigación que se han realizado para este proyecto buscan abrir caminos a una nueva lectura de la obra de Chagall y poner de manifiesto su fe inamovible en la armonía y la paz universal, mediante el establecimiento de miradas y diálogos cruzados cruzados con la historia que se estaba escribiendo. Ambre Gauthier y Meret Meyer. Comisarias de la exposición
En noviembre de 1928, en plena efervescencia de la renovación cultural yidis, Marc Chagall fue invitado a colaborar con el Teatro Nacional Judío de Cámara de Moscú (GOSEKT) por su director, Alexis Granowsky. Recién trasladada a Moscú desde su sede anterior en Petrogrado, esta institución era el vehículo de un enfoque escénico revolucionario, en el que todas las obras se interpretaban íntegramente en yidis, lengua de los judíos originarios de la Europa central y oriental. para las paredes del teatro, Chagall realizó siete paneles sobre el tema de la proyección universal de las artes y la modernidad yidis: la Introducción, largo friso de más de siete metros, cuatro alegorías de las artes (La danza, El teatro, La música y La literatura), El amor en escena y El banquete de bodas.
Dentro de la obra de Marc Chagall, el género del autorretrato ocupa un lugar relevante. El primero del que se tiene constancia fechado en 1907, sienta las bases de una práctica que cambió poco con el tiempo. Chagall elaboró sus autorretratos a partir de un profundo conocimiento de los de Rembrandt, y pudo así construir su identidad mediante un juego de variantes simbólicas y metafóricas que aluden la huella del tiempo, revelando un proceso de introspección que al mismo tiempo se conjuga con un distanciamiento respecto a su propia persona. Desde el principio hasta el final de su carrera, el artista se representó con rostro juvenil.
La identidad con la que se muestra, siempre plural, se construye a través de la elaboración de personajes arquetípicos en un proceso donde las máscaras adoptadas por el artista responden a un doble perfil: el pintor con su paleta y el pintor trabajando frente al caballete. los autorretratos revelan la afición de Chagall a los disfraces y las máscaras, heredada de su conocimiento del mundo circense. Se representa así como gallo, asno, macho cabrío o traviesa cabra, tal y como puede verse en Buenos días, París o La carretera de Cranberry Lake, y en ocasiones incluso como monumental ramo de flores o árbol de Jesé.
El vendedor de periódicos, 1914 |
Primero en París y más tarde en su ciudad natal, Vitebsk, y a caballo entre diferentes exilios, Chagall llevará siempre a Rusia en su corazón y su alma. El artista construirá un universo pictórico profundamente impregnado por las vivencias de su juventud, lo cual explica las múltiples apariciones en sus cuadros de imágenes de su ciudad y su shtetl (comunidad judía), con los campanarios y las cúpulas de las iglesias, las colinas e isbas nevadas y las orillas del río, el Dviná, como se muestra en La casa gris. Estas iconografías recurrentes, que abordó desde sus primeros años de formación en San Petersburgo, fueron evolucionando e incorporando figuras familiares y personajes de la vida popular y campesina que formarán su universo de referencia.
La casa gris ofrece una visión naturalista, mezclada con elementos del cubismo que había trabajado el artista en la capital francesa, tal y como se puede ver en el modo de representar la casa, una típica construcción campesina de las que se encontraban a orillas del río Dviná, a partir de planos y con una perspectiva irreal. Por su parte, la pequeña figura que aparece a la izquierda, posiblemente un autorretrato del propio artista, introduce al espectador en un mundo fantástico y onírico. Se trata de una forma de elaborar las representaciones característica de esos años, en los que el artista trata de conciliar la "efervescencia" cultural vivida durante los años parisinos, y su conocimiento de los movimientos de vanguardia, con la serenidad propia de su ciudad natal.
En 1917 Chagall es testigo de la revolución bolchevique, que en un principio acoge con enorme entusiasmo y que le confiere el estatus de ciudadano ruso de pleno derecho después de años de discriminación por su origen judío. En agosto de 1918 es nombrado por Anatoli Lunacharski comisario de bellas artes de la región de Vitebesk. Tras realizar los decorados para la celebración del primer aniversario de la Revolución de Octubre, se vuelca en la fundación de una escuela popular de arte -para los hijos de las familias más pobres- y un museo, entidades de las que será director. El enfoque es el de la enseñanza libre y el estudio de todas las corrientes artísticas del momento, y en este desempeño el arte hebreo descubrirá su modernidad. En mayo de 1920, tras acaloradas discusiones, Kazimir Malévich sustituye en la dirección de la escuela a Chagall, que se marcha a las afueras de Moscú; allí traslada su labor docente a la colonia de huérfanos de los pogromos de Malájovka, en la que desempeñará su compromiso educativo y pedagógico a lo largo del año 1921.
En mayo de 1911, gracias a una beca proporcionada por uno de sus protectores en san Petersburgo, Chagall se traslada a París. Al año siguiente entabla amistad, entre otros, con los poetas Blaise Cendrars, Max Jacob, André, Salmón y Guillaume Apollinaire, que llegaría a calificar su pintura como "sobrenatural". En la capital también se relaciona con otros artistas como Léger, Modigliani, Archipenko o soutine.
El estallido de la Primera Guerra Mundial sorprende a Chagall en Rusia, a donde había vuelto en 1914 tras inaugurar una importante exposición en Berlin. Si bien pensaba permanecer poco tiempo en el país, la guerra le obliga a quedarse hasta el final del conflicto.
De este periodo Chagall recordará en sus memorias. "Detrás de mí, los campos de Vitebsk están abandonados. [...] Cada estaca del cercado es como un diente de un negro destino".
El desnudo malva 1967 |
"He encontrado esta noticia en Beaux-Arts y no puedo evitar hablarles de ello. es una idea hitleriana. los conservadores de los museos alemanes han recibido la orden de juntar en una sala de las infamias las obras de arte "demasiado" modernas adquiridas los últimos años bajo el régimen democrático. ¡Guerra al kulturbolchevismus"! [...] Resulta muy halagador ser despreciado por los alemanes de Hitler pero ¿qué harán con mis cuadros esos brutos?"