miércoles, 28 de junio de 2017

La Aljafería de Zaragoza


Zaragoza ha apoyado su trayectoria bimilenaria sobre su privilegiada posición en el valle medio del Ebro, encrucijada de vías naturales que, siguiendo el río, llevan al Mediterráneo por el este y al Cantábrico por el oeste y conducen, por los valles de sus afluentes Gállego y Jalón a Francia y Castilla.

 Esta situación propició el gran crecimiento de la Caesaraugusta romana, sostuvo durante algo más de cuatro siglos la Saraqusta musulmana, afirmó la Zaragoza cristiana como capital del reino de Aragón.
 
El Ebro a su paso por Zaragoza bajo el Puente de Piedra.

El Puente de Piedra, dos leones recuerdan el símbolo de Zaragoza.

Palacio de la Aljafería, situado extramuros de la medina de Saraqusta, nombre que los musulmanes dieron a Caesaraugusta, el castillo de la Aljafería tiene un controvertido origen. El más aceptado es el campamento militar llamado al-Jacira, levantado por orden de Abderramán III hacia 935, con el fin de someter a los rebeldes zaragozanos al poder del califato cordobés.

En el siglo XI, el segundo rey de la dinastía de los Banu-Hud, al-Muqtádir, mandó construir un palacio en el interior del recinto militar, decorado tan espléndidamente que fue llamado por los poetas Castillo de la Alegría y Sala de Oro.
Tras la conquista cristiana pasó a ser alcázar real, con su iglesia dedicada a San Martín. fue residencia de los monarcas aragoneses, sufriendo diversas reformas. La más importante la propiciaron los Reyes Católicos, a finales del siglo XV, que incluyó el salón del trono con su artesonado mudéjar.
 
En época moderna instaló su sede, con sus cárceles, el tribunal de la Inquisición, hasta 1706, momento en el que se convirtió en cuartel y arsenal, función que mantuvo durante los siglos XVIII, XIV y mitad del XX. Iniciada su recuperación por Francisco Iñiguez en 1947, el palacio de la Aljafería es sede de las Cortes de Aragón desde 1985.




Murallas y torres, los lienzos de muralla, con sus torres ultrasemicirculares influenciadas por las de Oriente Medio, son de los más originales e interesantes de Al-Andalus. Sólo se conserva este lienzo.



Parterres se han recreado siguiendo las directrices de los jardines andalusíes, muy alejados de las supuestas evocaciones románticas del siglo XIX.
 


Restos de la alberca sur (siglo XI), alberca original del palacio musulmán, en sillar de piedra caliza, de uso tanto ornamental, puse tuvo surtidor, como de riego del jardín.
 





La Aljafería, foco del mudéjar de Aragón. Un mudéjar es "aquél a quien se permite quedarse" (del árabe dayan, 'quedarse'), un moro que permanece voluntariamente después de la conquista cristiana. El estilo mudéjar (expresión moderna empleada por vez primera en 1859) designa el arte islámico producido o no por mudéjares, aplicado principalmente al arte cristiano pero también utilizado en la construcción de mezquitas y sinagogas.
 
  Este estilo es el único original del arte hispánico y posee diferencias según los diferentes focos regionales: el leonés y castellano viejo, el toledano, el extremeño, el sevillano, el grandino y el aragonés, a los que se suma el americano.
 
El aragonés distinguido con la calificación de Patrimonio Mundial por la Unesco, se caracteriza por la importancia decorativa del uso masivo del ladrillo y de la cerámica. A estas singularidades se suma la trascendencia formal del arte taifa zaragozano en el que el palacio de la Aljafería es su principal foco y espejo.
 

 
Blasón de los Reyes Católicos. Anónimo. Alcora, después de 1860.
 
 


Salas de pasos perdidos (siglo XV), una de las tres antesalas del Salón del Trono ocupaba la parte alta de la mezquita, hoy restituida. En las dos restantes se aprecian las solerías de azulejos, en parte reaprovechados del suelo mudéjar y en parte heráldicos, y las techumbres con los emblemas de los Reyes Católicos. El texto latino reproduce la solemne inscripción del Salón del Trono. En la primera sala, el escudo de la Monarquía va timbrado con un monstruo alado, creación de Pedro IV, para significar "D'Aragón" (dragón) apellido y título de la dinastía.
 



"El Palacio de la Alegría", el Corán hace referencia abundante de los árboles y sus frutos encontrados en los jardines del Más Allá. Destacan las menciones a la palmera y el granado, tan grandes y hermosos que nadie los podría describir. Del banano se escribe que su sombra es tan extensa que un jinete al galope emplearía cien años en atravesarla. Los paneles decorativos del Salón Dorado poseyeron además de un bello e intenso colorido y unas complejas formas geométricas (como los arcos entrecruzados mixtilíneos) una decoración vegetal exuberante dispuesta con horror al vacío. La granada reaparece en la decoración mudéjar de la Aljafería y alcanza a ser el emblema parlante más importante del monarca Fernando el Católico y de sus estados.
 






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