Enclave de ensoñación marinera
Hay ciudades que invitan a ser contempladas desde lejos, para lo cual han de ofrecerse a los ojos del viajero con perspectiva. Segovia se asienta sobre una roca caliza labrada por las aguas de dos ríos: el Eresma y el Clamores. En el punto donde los ríos confluyen, la roca, como la proa de un barco, se corta a modo de pico de lanza y sobre ella se asienta el Alcázar con sus agudos tejados de pizarra; más al fondo, a modo de arboladura central, se yergue la torre imponente de la catedral. Esta panorámica de ensoñación marinera le ha valido a la ciudad el sobrenombre de "navío de piedra".
La torre de la catedral
La construcción de la torre de la comenzó hacia el año 1525, siendo la capilla de santa Catalina el cuerpo bajo de la misma. Diseñada por Juan Gil Hontañón, más tarde fue su hijo, Rodrigo, quién tomó el relevo junto con la supervisión del aparejador García de Cubillas. La torre llegó a ser la más alta de España con 108 metros gracias al chapitel de madera que se erigía contundente sobre la ciudad.
El 18 de septiembre de 1614 durante una tormenta un rayo provocó un incendio en el chapitel que lo redujo a cenizas. Pedro de Brizuela fue el encargado del nuevo diseño con cuerpo de piedra octogonal y un estilo de gran similitud al de la cúpula de crucero.
La visita guiada a la torre es ofrecida al visitante desde 2014 con un recorrido a través de la sala audiovisual, casa del campanero, sala del reloj y campanario.
La catedral
La catedral de Segovia se considera la última gótica construida en España, en esa época la arquitectura imperante en Europa es ya renacentista. Es por ello que en la catedral de Segovia podemos ver un estilo predominantemente gótico, pero ya enmarcado con algunos rasgos renacentistas.
Gregorio Fernández. Cristo yacente (1631-1636) |
Tras la Guerra de las Comunidades (1520-1523), la antigua catedral de Santa María quedó semidestruida y en 1525 comenzó la construcción de la actual por orden del rey Carlos I.
Virgen de la Fuencisla, patrona de Segovia |
Pila bautismal |
Claustro de la catedral de Ntra. Sra de la Asunción y San Frutos. |
Sala capitular
Artesonado de madera, laminado en oro de Francisco López 1559 (siglo XVII).
Tapices flamencos, de la escuela de Rubens. Siglo XVII.
Retablo neoclásico del artista José Ortega, 1743.
Inmaculada de madera de José Estévez, siglo XVIII.
Cristo crucificado de madera siglo XVI.
Sacras de plata siglo XVIII.
Tapices flamencos, serie "Los planetas" |
"Los planetas" es una de las cuatro series que constituyen la rica colección de tapices de la Catedral de Segovia.
Cuenta la leyenda que hace ahora aproximadamente 50 millones de años un ejemplar muy avanzado de primate se encaramó, no sin dificultades, a lo alto de un gran árbol, que se erguía sobre una roca, crecida al amparo de dos ríos. Oteó el horizonte y comprendió al instante que aquel hermoso lugar había sido creado para servir de asentamiento a una raza de seres inteligentes.
Desde entonces hasta hoy la inteligencia de los primates a ido evolucionando en formas diversas y la roca se fue poblando de seres, que construían sus viviendas en todos aquellos sentidos que la escabrosa orografía les iba permitiendo.
Durante el período Neolítico y la Edad de Hierro llegaron pueblos guerreros, procedentes del norte de África y de Europa. Vacceos, arévacos, iberos y celtas levantaron sus castros en una provincia que no tenía más límites que los del propio hombre, aprovechándose cada uno de ellos de las cualidades defensivas de aquel elevado saliente rocoso.
Pero la temida civilización llegó, en forma de tropas romanas, en el primer siglo de nuestra era. Dada su aparatosa superioridad bélica, el Imperio tomó posesión de estas tierras en nombre del emperador Augusto, quien encargó la construcción de un enorme puente, que llevara el agua a la ciudad.
Este puente, que adoptó el nombre de acueducto gracias al idioma traído por los conquistadores, es casi el único resto visible de aquella deslumbrante civilización.
El Acueducto
Este puente romano nos contempla rotundo desde sus dos mil años de historia; su sola visión impresiona. Para captar enteramente su volumen y dimensiones debemos desplazarnos buscando diversas perspectivas; la calle de Fernán García y la Avenida del Padre Claret son buenas atalayas, pero la referencia inexcusable la obtenemos desde lo alto de las escaleras del Postigo.
Sentados a la sombra del coloso bimilenario, descansando de la empinada subida, aprovechamos para saber algo de su historia.
Este puente romano nos contempla rotundo desde sus dos mil años de historia; su sola visión impresiona. Para captar enteramente su volumen y dimensiones debemos desplazarnos buscando diversas perspectivas; la calle de Fernán García y la Avenida del Padre Claret son buenas atalayas, pero la referencia inexcusable la obtenemos desde lo alto de las escaleras del Postigo.
Sentados a la sombra del coloso bimilenario, descansando de la empinada subida, aprovechamos para saber algo de su historia.
El Acueducto fue, probablemente, construido en tiempos de Augusto para traer el agua desde el puerto de la Fuenfría a una ciudad que se convertía en centro de una importante zona agrícola. Su arquitecto, cuyo nombre figuraba, según algunos cronistas, en la inscripción que hoy apenas se adivina, consiguió armar los 44 arcos del cuerpo inferior y los 119 del superior sin utilizar ningún tipo de argamasa. Sólo el equilibrio entre sus fuerzas lo han mantenido en pie hasta hoy.
Desde su nacimiento urbano, en una pequeña casa de aguas, hasta lo alto del Postigo distan 728 metros, que han de sumarse a su trayecto de más de 15 km desde el nacimiento del río Acebeda. En la Plaza de Díaz Sanz un brusco giro lo dirige hacia la parte más monumental, sobre el Azoguejo, donde alcanza su mayor altura, con casi 30 m.
En esta zona, entre los tres arcos centrales, se encuentra el frontis de la desaparecida firma que alberga en dos hornacinas las imágenes de la Virgen y San Sebastián, que sustituyeron, en 1520, a sendas estatuas mitológicas.
El Acueducto es el mayor símbolo de Segovia y como tal figura en su escudo.
Del pretérito imperfecto
salió el romance en Castilla.
Antonio Machado
Entre el vivir y el soñar
está lo que más importa.
Antonio Machado
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