Tres mujeres japonesas del siglo XX, poetas de haiku y de senryû, tres actitudes ante su sociedad: la proscrita, la fugitiva y la mujer-raíz.
En primer lugar, Suzuki Masajo (1906-2003),el 24 de noviembre en Japón siendo la tercera hija del dueño de un hotel balneario, Yoshidaya, en Kamogawa...Cuando tenía cinco años falleció su madre, fue una pérdida devastadora.
En 1935 hubo un cambio en su vida al morir su hermana mayor Ryu y también en el mismo año su primer esposo. Tras estas tragedias Masajo regresó con su familia, pero una tragedia más le esperaba, cuando ellos decidieron que el bebé que había dado a luz viviría con la familia de su marido fallecido.
Forzada a casarse con su cuñado, el marido viudo de su hermana y cuidar los niños de su hermana. Heredó el mesón y aprendió bien el oficio. Un año más tarde perdió a su padre, con esta nueva pérdida y casada con un hombre al que no amaba fue quizás en esta soledad que le impulsó a tener un amante, un oficial de marina durante muchos años, siendo el hombre de su vida, su verdadero amor.
Adúltera confesa,se negó a que el haiku no pudiese hablar de amor o de sexo y fue estigmatizada en los ambientes más puristas del haiku. En 1977 su amante murió al lado de su esposa, otra experiencia dolorosa más en su vida, que también refleja en sus haikus.
Con viento de otoño
he recogido una concha...
No sé cómo se llama.
me susurró al oído
una noche de luciérnagas.
para una mujer
que no sabe que pedir.
Magnolias moradas,
Mi nombre de Buda
será también Masajo.
Kamegaya Chie (1909-1994), nació en una familia de Samurais de Odagawa. A los siete años quedó huérfana de padre, junto a sus cinco hermanos, que su madre tuvo que sacar adelante. A pesar de la pobreza en que se ven sumidos, el espíritu samurai de la familia les hace no perder la dignidad.
Chie consigue estudiar y convertirse en maestra en Tokyo donde conoce a su futuro marido. En 1939 decide emigrar a Canadá junto a su esposo, ambos encuentran trabajo en un colegio japonés. De carácter pacífico y respetuoso, pronto se adapta a este nuevo mundo, el haiku siempre la acompaña.
En 1942 fueron evacuados a causa de la II Guerra Mundial, al Campo de Kasloy junto con los demás inmigrantes japoneses, allí se volcó con los niños y siguió enseñando.
Cuando terminó la guerra, el matrimonio siguió en Canadá. En 1972 moriría su marido y allí se quedaría ella hasta su muerte.
De un año a otro
no ha habido cambio alguno
igual de sola.
Parece una jaula...
La ventana al Norte
con los carámbanos.
Una buena siesta.
Con el sol de la tarde, sombras de árboles
moviéndose en la pared.
Tan vieja estoy...
Ni me inmuté al saber
que tengo cáncer.
Nishiguchi Sachiko, nacida en Kaminakacho en 1925, es una mujer que ha pasado toda su vida en el campo. Se define así misma como "una de esas malas hierbas que hay en el haiku en Japón". En la actualidad vive en la aldea Sakuradani y su vida transcurre en el cuidado de su familia y de su pequeño huerto.
Nishiguchi Sachiko es una mujer corriente de una aldea pequeña con una vida sencilla, sin pretensiones, y que es plasmada con absoluta naturalidad en unos haikus sin otro fin que el hacerlo como si fuera una faena más de su cotidianidad, como hervir el arroz, barrer el tatami, recoger helechos en el bosque, o dar a luz. Ni más ni menos, sin miedo a que sus haikus mueran con ella.
Esa humildad, nacida de la tierra y que brota en forma de haiku, es el fruto de la disolución del yo con el entorno.
Silencio en la montaña.
Solo el ruido que yo haga
recogiendo helechos.
ni calla ni pregunta.
Musgo en los tejados.
intentando matar
un mosquito de primavera.
Rocío en la montaña.
Al rezar amontono piedras...
una de ellas por mí.
Título: 70 haikus y senryûs de mujer
Autoras: Suzuki Masajo, Kamegaya Chie y Nishiguchi Sachiko
Traducción: Vicente Haya y Yurie Fujisawa
Caligrafias y haiga: Keiko Kawabe
Edición bilingüe: español / japonés
Poesía Hiperión 625
ISBN: 978-84-7517-955-1