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Reales Alcázares
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Palacio de San Telmo
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El proyecto de 1681 del colegio de San Telmo se construyó lentamente, a partir de una idea de gran edificio organizado en patios. Leonardo de Figueroa, en la década de los veinte del siglo XVIII, lo impulsó y dotó de sentido, continuándolo sus hijos y nieto, con una caracterización barroca solo atemperada por Lucas Cintora, ya en los años finales del siglo, pero preservando el fundamento del proyecto original, su volumen y tipo, conforme al preciso programa de usos y funciones establecidos en detalladas Cédulas Reales.
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Fachada principal del palacio de San Telmo |
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Este imponente edificio uno de los más representativos del barroco sevillano. En la actualidad es la sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía, ha tenido varios usos a lo largo de su historia. Originalmente se construyó para la Universidad de Mareantes, que estaba situada en Triana. Más tarde se convirtió en Seminario de Náutica y Colegio de Marina, en este colegio estudiaría durante dos años Gustavo Adolfo Bécquer, huérfano y pobre.
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Retablo de la iglesia de San Benito de Calatrava. Anónimo (hacia 1480)
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El Greco. Fray Hortensio Félix de Paraviciono, 1609.
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Anónimo. Adoración de los pastores, S. XVI
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Museo de bellas Artes de Sevilla, cuenta con una espléndida muestra de escultura que se remonta al siglo XIV y llega hasta la actualidad. Se creó en 1835 con el objeto de reunir y exhibir las numerosas obras de arte procedentes de los templos y conventos desamortizados, inaugurándose en 1840. Cuenta con 14 salas, cinco en la planta baja y nueve en la alta.
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Bartolomé Esteban Murillo. Inmaculada Concepción "del coro"
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(Detalle) |
Murillo fue con su pintura el intérprete del espíritu de la ciudad en que nació, vivió y murió. Sevilla, ciudad de gran vitalidad mercantil en épocas anteriores, por su privilegiada condición de puerto fluvial a las orillas del Guadalquivir, desde donde había capitalizado, a partir del descubrimiento de América, el comercio con el Nuevo Mundo. Esta actividad portuaria se trasladó a Cádiz, a partir de 1620.
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Murillo. Inmaculada Concepción, la Colosal (H. 1650)
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La gran virtud de
Murillo es haber sido sensible al entorno en que le correspondió vivir y haber sabido traducirlo a la pintura. Instituciones religiosas, nobles y comerciantes fueron los principales clientes de Murillo y a ellos estuvo dedicada su obra. De las obras de Murillo emana un sentimiento nuevo, que desdramatiza la vida religiosa y la vida civil, una pintura que supera la frialdad y el estatismo marcado por artistas de generaciones anteriores. Las pinturas de Murillo reflejan amabilidad, gracia y belleza, presencias felices y espirituales. Sobre todo los personajes religiosos cuya imagen de ternura y afectividad, el espectador no se siente distanciado, sino comprendido y amparado.
La abundante presencia infantil en las obras de Murillo, ya sean religiosas o profanas, se justifican por las circunstancias de su vida personal.Fue el menor de catorce hermanos y que, por tanto, la imagen de un hogar bullicioso lleno de niños y muchachos hubo de ser favorable condicionamiento.
Murillo, se casó con Beatriz Cabrera, tuvieron diez hijos. Sin embargo, la alta mortalidad infantil de la época hizo que sus hijos fuesen sucesivamente falleciendo, sólo Gaspar y Francisca le sobrevivieron.
Quizás esa inevitable presencia de la muerte de sus seres queridos, primero su viudez y la progresiva pérdida de sus hijos, otorgó a Murillo ese talante melancólico y grave que nos ofrece en su Autoretrato, conservado en la National Gallery de Londres, realizado en su madurez.
En la obra de Murillo hay un sentimiento positivo de la existencia, ha sabido plasmar dinamismo y movimiento de forma armoniosa. Murillo es un excepcional dibujante, dibuja de manera preciosista, con soltura y fluidez, captando los gestos y actitudes de manera natural y espontánea y un original tratamiento de la luz, con suaves transiciones entre la penumbra y la claridad. Otro aspecto fundamental en la pintura de Murillo es su sentido del color.
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Giovanni Battista. La decapitación del bautista, 1630
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Francisco de Zurbarán. Cristo Crucificado, (1635 / 1640)
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Diego López. Sevillana en su patio, 1918
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Rafael Senet. La pescadora (1885)
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Ramón Casas. Retrato de Mercedes Llorach (1901)
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Consulado General de Portugal
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