Parque de Cataluña, Alcobendas |
Cuando Françoise Gilot, de 21 años, mujer culta y profundamente libre, muestra sus cuadros a Picasso, de 61, el artista, ya un mito, descubre el talento de una joven que está comenzando a exponer. Gilot no deja de crear a lo largo de la década que pasa junto a él, entre 1944 y 1953. A este período pertenece la serie de litografías mostradas en esta exposición, realizadas en 1951 en una edición de 366 ejemplares, para acompañar el texto Pages d'amour, de Andre Verdet. Los textos de este poeta, pintor y superviviente de Auschwitz también fueron ilustrados por Braque o Chagall.
El conjunto de obras de esta serie posee características de la producción grafica de Matisse, a quien une una estrecha amistad y admiración. Es perceptible también la influencia de algunos grabados de Picasso de esta etapa, como la suite Carmen (1949). En estas obras permea, además, la influencia de la estética de Picasso en la cerámica, un universo en que se sumerge mientras comparte su vida con Françoise Gilot. Apasionada por el arte desde joven, ella estaba familiarizada con la cerámica, al haber trabajado a los 14 años con este medio en el taller de su madre. Picasso también conocía la creación sobre la cerámica desde su infancia en Málaga, ciudad milenaria de tradición alfarera. A partir de 1946, de nuevo en el Mediterráneo y junto a Gilot, Picasso redescubre la cerámica en Vallauris, donde acude también Matisse para realizar ensayos de los murales cerámicos de Vence.
La famosa separación -a pesar de la lapidaria frase de Picasso: "Una mujer no abandona a un hombre como yo"- y la publicación de su libro Vida con Picasso marcan decisivamente la biografia de Françoise Gilot, menoscabando su conocimiento como artista, en un momento en que Kahnweiler había decidido ser su marchante, algo que no había hecho con Dora Maar ni bajo la solicitud de Picasso. El libro vende pronto más de un millón de ejemplares a pesar de los intentos legales del pintor de detener su publicación. Picasso pide a los marchantes no comprar la obra de Gilot, y además, decide no volver a ver a sus dos hijos Paloma y Claude. Parece lógico que estos hechos sean los más conocidos sobre la vida de la artista, si tenemos en cuenta la suerte que acompañó a las otras parejas sentimentales de Picasso: Olga Khokhlova fallece sola y con parálisis; Dora Maar se aísla y muere aferrada a su fe en Dios; Marie-Thérése Walter y Jacqueline Roque se suicidan.
Sonia Delaunay
La ucraniana Sonia Delaunay (1885-1979) es una de las pioneras de la abstracción. Como Gilot y Laurencin, su determinación la lleva desde muy joven a estudiar arte, primero en San Petersburgo y después en Alemania, donde estudia. En París contrae matrimonio con un crítico de arte, quien a introduce en el ambiente de Picasso y Derain, hasta que conoce al francés Robert Dealunay, con quien se casa posteriormente. Ambos forman uno de los tándems artísticos más fructíferos de las vanguardias, aunque Sonia permanece, inicialmente, en segundo plano.
La influencia de los colores vivos de los fauvistas, especialmente de Matisse, se suma a la de los colores intensos del arte popular ruso. De origen aristocrático y con una personalidad muy competitiva Gertrude Stein lo describe como "desordenadamente ambicioso", y Sonia, como "un torbellino".
Sonia destaca pronto en as artes aplicadas. La Primera Guerra Mundial sorprende al matrimonio en España. Aquí será decisiva la colaboración de Diaghilev para introducirlos en los círculos sociales, intelectuales y artísticos. El director de los Ballets Rusos le encarga a Sonia los figurines y el decorado de Cleopatra, estrenado en Londres en 1918 y situado temporalmente entre el encargo del vestuario y la escenografía que diaghilev encarga a Picasso para los ballets Parade (1917) y Le Tricorne (1919).
En Madrid, la artista abre Casa Sonia en 1920, un negocio dedicado al diseño y la moda. Ademas de la innovación que supone su creación de vestidos, sombrillas y telas, hay que destacar su decoración del Teatro Petit Casino de Madrid. El regreso del matrimonio a París en 1921 favorece la colaboración de Sonia con artistas como Tristan Tzara, figura central del movimiento dadaísta para quien diseña el vestuario y la escenografía de la representación teatral de su texto Le Coeur á Gaz 1923. posteriormente, Sonia Delaunay crea esta serie de litografías, limitada a 150 ejemplares firmados por la artista, sobre los trajes más representativos del que fue considerado el último evento del movimiento dadaísta, de cuya celebración se conmemora en 2023 su centenario.
Sonia Delaunay será la primera mujer que llegue a ver su creación artística exhibida en el Museo del Louvre.
Marie Laurencin
Maurie Laurencin (París, 1883-1956) es reconocida como la primera mujer en exponer su obra de manera individual. Lo hace en 1912 en la Galería Barbazanges, la misma en la que se dará a conocer el óleo de Picasso Las señoritas de Aviñón. Cerca de esta obra, en la misma sección se exponen dos autorretratos de Marie Laurencin junto a obras de sus amigos Picasso y Braque.
Laurencin es una de las escasas mujeres cubistas, tendencia que deja atrás para desarrollar un estilo propio en el que lo femenino es protagonista. Gertrude Stein se interesa por u producción y compra su óleo Los invitados o grupo de artistas (1908) en el que la artista se autorretrata junto a Apollinaire, Picasso y Fernande Olivier; óleo que podrán contemplar los invitados a las tertulias de Stein en su salón de París junto a los de Picasso.
Durante su exilio en España-en Barcelona y en Madrid- frecuenta el círculo intelectual del café Pombo. Aquí reside en una vivienda de Cecilia de Madrazo (viuda de Fortuny) con quien se autorretrata en un óleo de 1915, como retrata también a la escritora Colette, a Helena Rubinstein y Coco Chanel en 1923.
En Madrid Laurencin se rodea de artistas como Diego Rivera, María Blanchard o Sonia Delaunay, y se lleva consigo su admiración por Goya que influenció sus grabados.
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