"En algún lugar más allá de lo correcto y lo incorrecto, hay un jardín. Allí te encontraré". Rumi
Samuel Beckett (Dublín, 1906 - París 1989) estudió en el Trinity College de su ciudad natal. Tras graduarse, fue profesor de la École Normale Supérieure de París. En esta ciudad conoció a James Joyce, de quien se convirtió muy pronto en amigo y confidente. Participó activamente en la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, desdeñando su neutralidad de ciudadano irlandés, y, a partir de 1945, se instaló en Francia, donde escribió toda su obra, indistintamente en inglés o francés. En 1969 recibió el Premio Nobel de Literatura; eso no turbó la vida retirada que llevó hasta su muerte.
En su obra se cuentan piezas teatrales como Esperando a Godot, Fin de partida, Film o Pavesas; novelas como Malone muere y Molloy o el poema de los cien versos Whoroscope.
Autor: Samuel Beckett
Título original: En attendant Godot
Traducción del francés: Ana María Moix
TUSQUETS Editores, S. A.
Edición Austral 2015
Nº de páginas: 127
Título original: En attendant Godot
Traducción del francés: Ana María Moix
TUSQUETS Editores, S. A.
Edición Austral 2015
Nº de páginas: 127
¿Que puede contar un río sobre sí mismo?
Escrita a finales de la década de 1940, En attendant Godot se publicó por primera vez en 1952 en Les Éditions de Minuit, París. Se estrenó en 1953, en el Théâtre de Babylone de París, con dirección de Roger Blin, quien a su vez interpretó a uno de los personajes, Pozzo; actuaron también Pierre Latour (Estragon), Lucien Raimbourg (Vladimir), Jean Martin (Lucky) y Serge Lecointe (el muchacho).
En 1954 apareció la traducción al inglés, Waiting for Godot, hecha por Beckett, en The Grove Press, Londres.
Cuando en 1953 se estrenó en París Esperando a Godot, pocos sabían quién era Samuel Beckett, salvo, quizá, los que ya lo conocían como exsecretario de otro irlandés no menos genial: James Joyce. Por aquellas fechas, Beckett tenía escrita ya gran parte de su obra literaria; sin embargo, para muchos pasó a ser "el autor de Esperando a Godott". Se dice que, desde aquella primera puesta en escena -que causó estupefacción y obtuvo tanto éxito- hasta nuestros días, no ha habido año en que, en algún lugar del planeta, no se haya representado esta obra. El propio Beckett comentó en cierta ocasión, poco después de recibir el Premio Nobel de Literatura en 1969, que Esperando a Godot era una obra "horriblemente cómica".
Cuando en 1953 se estrenó en París Esperando a Godot, pocos sabían quién era Samuel Beckett, salvo, quizá, los que ya lo conocían como exsecretario de otro irlandés no menos genial: James Joyce. Por aquellas fechas, Beckett tenía escrita ya gran parte de su obra literaria; sin embargo, para muchos pasó a ser "el autor de Esperando a Godott". Se dice que, desde aquella primera puesta en escena -que causó estupefacción y obtuvo tanto éxito- hasta nuestros días, no ha habido año en que, en algún lugar del planeta, no se haya representado esta obra. El propio Beckett comentó en cierta ocasión, poco después de recibir el Premio Nobel de Literatura en 1969, que Esperando a Godot era una obra "horriblemente cómica".
Acto primero
Camino en el campo, con árbol.
Anochecer.
Estragon, sentado en el suelo, intenta descalzarse. Se esfuerza haciéndolo con ambas manos, fatigosamente. Se detiene, agotado, descansa, jadea, vuelve a empezar. Repite los mismos gestos.
Entra Vladimir.
Estragon: (renunciando de nuevo ): no hay nada que hacer.
Vladimir: (se acerca a pasitos rígidos las piernas separadas): Empiezo a crerlo. (Se queda inmóvil.) Durante mucho tiempo me he resistido a pensarlo, diciéndome: Vladimir, sé razonable, aún no lo has intentado todo. Y volvía a la lucha. (Se concentra, pensando en la lucha. (Pág. 15)
Acto segundo
Estragon: para que todo fuera bien, habría que matarme, como al otro.
Vladimir: ¿Qué otro? (Pausa.) ¿Qué otro?
Estragon: Como a billones de otros.
Vladimir: (Sentencioso): Cada cual con su cruz. (Suspira.) Al principio pesa, pero cuando llega el fin uno casi ni la nota.
Estragon: Entretanto, intentemos hablar sin exaltarnos, ya que somos incapaces de callarnos.
Vladimir: Es cierto, somos incansables.
Estragon: Es para no pensar.
Vladimir: Tenemos justificación.
Estragon: Es para no escuchar.
Vladimir: Tenemos nuestras razones.
Estragon: Todas las voces muertas.
Vladimir: Hacen un ruido de alas.
Estragon: De hojas.
Vladimir: De arena.
Estragon: De hojas. (Pág.84)
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