La Real Posesión de la Quinta del Duque del Arco (conocida también como Quinta del Pardo). Se encuentra en el Monte de El Pardo, a 3,5 kilómetros del pueblo del mismo nombre. Las quintas eran conjuntos de recreo que fueron construyendo las familias aristocráticas de Madrid en las afueras de la capital.
La Real Posesión de la Quinta del Duque del Arco es un ejemplo excepcional de las casas de campo que algunos aristócratas utilizaban para retirarse a las afueras de Madrid durante los siglos XVII y XVIII. El creador de ésta fue el Duque del Arco, don Alonso Manrique de Lara, uno de los cortesanos más íntimos de Felipe V y quizás el que más tiempo pasaba con el rey debido a su cargo de Caballerizo Mayor, responsable de organizar todas las partidas de caza y los viajes. En 1717 compró esta Quinta de Valrodrigo, y en los años siguientes creó sus huertas y jardín y su sencillo palacio, que sigue el modelo de La Zarzuela y conserva importantes papeles pintados fernandinos.
Tras la muerte del Duque en 1737, su viuda cedió La Quinta a Felipe V, quien la incorporó al real Sitio de El Pardo en 1745. Una perspectiva, caballera que entonces levantó por encargo del rey su arquitecto Francisco Carlier (París 1707- Bayona 1760) y que ahora se conserva en el propio palacio de la Quinta, nos permite conocer el aspecto original de la finca, caracterizado por un armoniosa relación entre el jardín y el cultivo agrícola, inmersos en el contorno natural del monte, sin que nada rompiese la continuidad visual entre estos tres ámbitos.
La mayor parte de sus ochenta fanegas de terreno, que ahora son olivares, estaba planada con viñedos, mientras en los terrenos bajos de regadío había 926 frutales de diferentes especies que se han vuelto a introducir dentro de la restauración en curso; había además 116 naranjos cuya reimplantación se halla en proceso de estudio.
El jardín, que es lo más importante en La Quinta, fue diseñado por el francés Claude Truchet al parecer hacia 1726, y responde al mismo gusto formal que el de La Granja de San Ildefonso, la gran creación de FelipeV por aquellos años. Sin embargo, la colocación del estanque de agua en el plano superior, la disposición en terrazas con -antaño- abundantes esculturas y el carácter ornamental de los parterres son rasgos respectivamente hispánicos, italianos y franceses: la curiosa combinación de todas estas características le otorga su singularidad y su especial valor dentro de la jardinería histórica de España.
Ahora, en primavera la Glicinia (Wisteria Sinensis) llama la atención por su belleza. Esta planta trepadora de hoja caduca, es una leguminosa pertenece a la familia Fabaceae. La Wisteria Sinensis es de origen chino, donde es endémica en varias provincias del sureste. La Glicinia en La Quinta se extiende desde un lateral de la primera terraza, pero dónde alcanza su máximo esplendor, formando un espectacular muro muy colorido, es entre la segunda y tercera terraza.
El trazado original quedó desfigurado desde el último desde el último tercio del siglo XIX por la plantación de grandes coníferas en el eje central durante el reinado de Amadeo, la degradación o sustitución de los dibujos de boj, el arrasamiento en 1940 del nivel inferior -si bien su decadencia se inició en 1880- y la apertura en 1970 de una carretera que pasa sobre éste y rompe la continuidad entre la naturaleza ajardinada, la cultivada y la agreste del encinar.
Desde 1994 el Servicio de Jardines, Parques Montes de Patrimonio Nacional con la colaboración de la Escuela Taller de Jardinería y Medio Ambiente de El Pardo ha acometido una recuperación integral, abordando la plantación de los frutales de la Vega, la reposición de las marras de olivo y la restauración del jardín, tanto en vegetación como en mobiliario e infraestructuras, siempre según las pautas dadas por la documentación histórica, y en especial la aportada por el citado plano de Carlier.
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Detalle de cenefas pompeyanas en la Quinta del Arco
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Colgaduras, coronas, flecos y borlas. Quinta del Arco, realizado en 1820 en la Real Fábrica de Papeles Pintados de Madrid.
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Fotografía: Santiago Sentmenat
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Los Incas. Papeles pintados de Joseph Dufour de 1820.
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Esta es la colección más completa de papeles pintados de los Reales Sitios. Son pliegos exclusivos, pintados a mano, de gran calidad y nunca más reproducidos, de una anchura de 2,50 metros, con unas restauraciones que no disimulan las intervenciones y que soportan mal la luz del sol. Realizados todos ellos en la Real Fábrica Española de Papeles de Madrid, regida por Giroud de Villette.
Las salas del palacete de La Quinta del Arco se amueblaron durante el reinado de Fernando VII e isabel II. Algunos de sus techos también presentan reproducciones realizadas en el siglo XVIII con temas como Apolo y las Musas y La Alegoría de las Bellas Artes.
Quinta Duque del Arco
Horario de Jardines
1 de abril / 30 septiembre
de 8 a 20 hrs.
1 octubre / 31 marzo
de 8 a 19 hrs.
El Jardín de La Quinta, que desde 1745 ha formado parte de la Corona, hoy Patrimonio Nacional, fue declarado Monumento Nacional en 1935.
Ya en tiempos de la República, Manuel Azaña, fue tan amante del lugar que escribió "Yo cuando me jubile quisiera ser guarda mayor del Monte del Pardo". Le pilló la Guerra Civil viviendo en La Quinta, pero hubo de abandonarla precipitadamente para trasladarse a un lugar seguro.
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Con Esther y Adela
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