Córdoba |
Conjunto arqueológico Medinat al-Zahra |
Medinat al-Zahra ha sido explicada tradicionalmente como el capricho de su fundador, Abd al-Rahman III, por su concubina al-Zahra, de la cual tomaría el nombre la ciudad. Esta interpretación romántica, trasmitida por autores árabes tardíos, no ha hecho más que ensombrecer su verdadera significación y su papel como capital de al- Andalus y sede del estado califal instaurado por Abd al-Rahman III, en el año 929. En este contexto, Medinat al-Zahra se erige como la expresión arquitectónica de la recién estrenada autoridad califal del soberano omeya y símbolo del esplendor político, económico y cultural del califato.
Su vida, sin embargo, apenas duró 75 años. Las obras se iniciaron en 940, desarrollándose una intensa actividad constructiva a lo largo de los últimos 20 años del reinado de Abd al-Rahman III -terminación de la mezquita Aljama en 941, traslado de la Ceca (fábrica de moneda) en 948, impulso oficial de la edificación privada- y los 15 de su hijo al- Hakam II (961-976). Con Hisam II (976-1013) se produce su decadencia, al ser trasladad la corte y las instituciones administrativas a Madinat al-Zaira, la nueva ciudad construida por Almanzor al este de Córdoba.
Entre 1010 y 1013, las luchas internas que provocaron el fin del califato omeya, supusieron también el comienzo del saqueo y destrucción de la ciudad, intensificados durante las dominaciones de los almorávides (1091-1148) y, sobre todo de los almohades (1148-1236). Tras la conquista cristiana de Córdoba en 1236, Medinat al-Zahra se convirtió durante siglos en cantera inagotable de materiales de construcción para los edificios civiles y religiosos de Córdoba. En 911dieron comienzo las excavaciones, iniciándose un proceso de recuperación.
La diversidad de edificios y espacios de Medinat al- Zahra expresa la existencia de ámbitos de actividad bien diferenciados en el palacio: la vida política y administrativa, por un lado, la vida doméstica, íntima y privada de sus habitantes, por otro, y las funciones relacionadas con las culinarias o la seguridad.
La especialización de funciones se observa también en algunas de las viviendas que integran el sector privado, donde existían viviendas y espacios con un definido carácter de residencia, junto a otros que son ámbito de trabajo. El diferente estatus de sus moradores, desde los servidores hasta los altos funcionarios del Estado, con el propio califa a la cabeza,se refleja también en las distintas organizaciones y cualificación de viviendas, desde las "más sencillas", como las viviendas superiores, hasta las más suntuosas, como la casa del Califa (Dar al-Mulk), la del Primer Ministro (Casa de Ya'far) o la conocida como Vivienda de la Alberca. Todas ellas se estructuran entorno a patios y están volcadas hacia el interior, protegiendo la privacidad de sus oradores.
La seguridad ocupaba también una parte importante de la actividad diaria de Medinat al-Zahra. Las estancias del cuerpo de guardia que custodian la entrada al sector privado y las comunicaciones entre distintas partes del alcázar, testimonian el papel relevante de esta función en su interior.
La vida cotidiana en la zona palaciega de Medinat al-Zahra giraba entorno al califa y a las actividades protocolarias y de representación que su figura generaba, en la que se incluía la recepción de embajadas.
El itinerario que efectuaban estas embajadas desde Córdoba a Medinat al-Zahra, y el recorrido seguido por el interior de la ciudad hasta alcanzar el salón de recepciones, constituye uno de los aspectos más importantes de todo el ceremonial de representación del poder.
El salón de Adb al-Rahman III, destinado a esta función y a la celebración de las dos grandes fiestas religiosas anuales del Islam, constituye, el lugar central de la vida pública del palacio. En él culminaba el ceremonial religioso y político de acuerdo a un riguroso protocolo que se iniciaba cuando el califa abandonaba la mezquita, después de realizar la oración. La secuencia de este ceremonial es bien conocida: junto al califa, que se sentaba en la nave central, se situaban sus hermanos y a continuación los visires, colocados en dos filas de izquierda a derecha. Tras éstos, por estricto orden jerárquico, los diferentes funcionarios del Estado, que llegan a ocupar algunas de las naves laterales. El califa, a diferencia de los ceremoniales abbasí y fatimí, no se ocultaba tras una cortina.
La vida oficial presentaba, además, otras facetas relacionadas con el gobierno y administración del Estado califal. Estas actividades, realizadas por una jerarquizada burocracia integrada por multitud de funcionarios, a cuya cuya cabeza se situaban los visires (ministros), se desarrollaban en diversos edificios como el salón basilical de la terraza superior, aunque por ahora es problemática la identificación de las funciones de cada uno.
La imagen de "desnudez" que muestran en la actualidad los muros de Medinat al-Zahra es radicalmente distinta a la que presentaban originalmente, pues todos los paramentos, tanto internos como externos, de cualquier edificación iban cubiertos de distintos materiales que ocultaban y protegían las fábricas de sillería.
El sistema más representativo consiste en recubrir los muros, total o parcialmente con un placado de piedra tallada donde se desarrolla un rico programa decorativo. Su rasgo más singular es que está labrado en una piedra distinta a la empleada en la construcción de los edificios, superponiéndose a ésta como si se tratara de su epidermis.
Esta decoración la recibieron, con mayor o menor extensión, diversos conjuntos arquitectónicos: la propia residencia califal -Dar al-Mulk-, la Casa de Ya'far, Vivienda de la Alberca, la Mezquita Aljama y, sobre todo, el Salón de Abd al-Rahman III y el pabellón Central del Jardín. En estos dos últimos edificios, el exorno cubría la totalidad de las superficies de los muros, destacando los grandes tableros que ocupan la parte inferior, donde se desarrollan composiciones arbóreas estructuradas simétricamente por troncos, tallos y elementos florales cuidadosamente trabajados. La más simple y extendida consiste en disponer en la parte baja un zócalo color almagra (rojo oscuro), dejando blanco el resto del paramento. En las paredes donde apoyan escaleras y en las letrinas, el zócalo de almagra adquiere un diseño escalonado.
La circulación del agua por el interior del palacio constituye uno de los aspectos más destacados de Medinat al-Zahra, que poseyó una completa infraestructura de canalizaciones, tanto para distribuir el agua destinada al consumo humano y el riego delos jardines, como para expulsar las aguas residuales.
El sistema de abastecimiento contó con una gran conducción exterior que penetraba en el palacio por el denominado "callejón del agua"; de dicha conducción general se desprendían tuberías de plomo para abastecer los diferentes edificios del sector privado (viviendas superiores, espacio trapezoidal, viviendas de servicio, Patio de los Pilares, Casa de Ya'far y Vivienda de la Alberca) y, finalmente las grandes albercas de los jardines alto y bajo. En las viviendas más importantes abundaban, las pilas y las fuentes con surtidores que tenían una función estética y decorativa.
El sistema de saneamiento y drenaje de las aguas residuales o integra una compleja red de canalizaciones subterráneas de diferentes formas y tamaños que recogen as aguas de lluvia a través de los sumideros de los patios y las aguas negras procedentes de cocinas y letrinas. En estas últimas existen también pilas de muy diversos tipos y materiales que sirven tanto para su limpieza como para la higiene personal de los usuarios.
Para el abastecimiento de agua se reutilizó y reparó una antigua conducción romana, llamada hoy Acuducto de Valdepuentes por el magnífico puente califal de tres arcos de herradura tendido sobre el profundo cauce del arroyo del mismo nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario