jueves, 31 de mayo de 2018

Ruta de la Arquitectura Negra, Guadalajara


Bosques Atlánticos
   Tejera negra

El macizo de Ayllón, es una zona de transición entre la España mediterránea y la atlántica, constituye el límite meridional del haya. Aunque son los tejos los que dan nombre a este paraje, su mayor valor botánico lo constituyen sus hayedos, formaciones vegetales de enorme importancia por servir de testimonio de la vegetación de otras épocas, que se mezclan con otras muchas especies forestales en un espléndido paisaje.
 
El último día de la Creación, cuando ya no quedaba mucha luz que otorgar, Dios creó los Pueblos de la Arquitectura Negra. Será por eso que sus fiestas se llenan de multitud de colores, y las botargas, con trajes alegres, mueven sus cencerros y acompañan a los hombres en sus danzas populares. La esencia de esta tierra pervive en sus gentes, en sus costumbres, en las leyendas generación tras generación y de la que son testigo las piedras.
 

La sierra noroccidental de Guadalajara, entre las vertientes meridionales de Somosierra y de la Sierra de Ayllón, atesora uno de los conjuntos más impresionantes de la arquitectura popular europea: la Arquitectura Negra, sorprendente enclave que se encuentra en período de declaración por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, dado su extraordinario valor etnográfico, arquitectónico y paisajístico.



Se trata de un grupo de pequeños y austeros pueblos que a lo largo de los tiempos han conservado su peculiar y rústica fisonomía arquitectónica. La principal característica de esta arquitectura son las grandes superficies de pizarra negra que sirven tanto de cubiertas como de muros para las edificaciones, y que son extraídas del propio terreno de la zona. Estas lajas pizarrosas dan el peculiar color negruzco a las construcciones y el nombre a esta original y excepcional arquitectura tradicional.


Las edificaciones urbanas se estructuran a lo largo de las calles formando núcleos complejos como parideras o patios delanteros delimitados por vallas de pizarra con pequeñas edificaciones complementarias.


Majaelrayo está rodeado de parajes singulares, entre los que destacan el Pico Ocejón (2058 m.), al que se puede ascender desde el pueblo; el Pico Campachuelo, algo más bajo que el Ocejón; la ribera del río Jaramilla; y el arroyo y cascada de la Matilla. En cuanto a la fauna y flora del lugar, ésta presenta especies cinegéticas mayores y menores, así como varias especies de aves rapaces, junto con robles, carrascos, fresnos, abedules, tejos, sauces, chopos, carrizos, avellanos y plantas aromáticas, jaras, cantueso. Una mención especial merece el Parque Natural Hayedo de Tejera Negra por su proximidad al municipio de Majaelrayo.
 Majaelrayo es un conjunto urbano característico de la Arquitectura Negra que está situado a 1.185 m. de altitud sobre el nivel del mar en plena Sierra de Ayllón y dista 68 km. de Guadalajara. Históricamente perteneció al alfoz o Común de Villa y Tierra de Ayllón, formando con otros pueblos de la actual provincia de Guadalajara (Cantalojas, Villacadima y Almiruete) el sesmo de la Transierra, que estaba regido por un sesmero que designaba el señor de Ayllón.
 En cuanto a las fiestas, sin duda hay que detenerse aquí si se llega en el mes de enero para disfrutar de la del Santo Niño.
 


Campillo de Ranas es uno de los rincones más atractivos de la comarca, es un pequeño municipio que tiene una superficie aproximada de 92 km.2, dista 62 km., de Guadalajara y se encuentra a unos 1.100 m., de altitud. Está comunicado por carretera local con Majaelrayo y otras aldeas de notable interés.

 De Campillo de Ranas dependen los pueblos de Campillejo, El Espinar, Roblelacasa, Robleluengo, Matallana, El Vado y La Vereda. Con estos municipios forma un concejo en el que al principios del siglo pasado estaban también integradas las pequeñas poblaciones de El Guijón, Povedillas y Roblendo. Históricamente, perteneció al alfoz o Común de Villa y tierra de Ayllón.


Torre del reloj solar, está situado en la plaza del pueblo, junto a la iglesia parroquial, el reloj solar es uno de los símbolos más emblemáticos de Capillo de Ranas. En su tiempo fue la antigua casa del cura hasta que fue reconstruida por el ayuntamiento como lugar de encuentro.
 
 
Plaza de la iglesia de Santa María Magdalena, esta plaza que se ha convertido en el eje central de la vida de Campillo de Ranas y aparece dominada por la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, es una destacable muestra de la Arquitectura Negra.


Iglesia parroquial de Santa María Magdalena, esta iglesia representa un sencillo ejemplo de construcción en pizarra, cuyas lajas de color negro se entremezclan con las piedras calizas de diversas tonalidades de la torre. Esta torre tiene varios cuerpos y se orienta a poniente. La portada principal es de muy sencilla traza, al igual que el interior del templo.
 

miércoles, 30 de mayo de 2018

Cogolludo ( Guadalajara)




Situada a 40 Km de la ciudad de Guadalajara y menos de 100 Km de la de Madrid, la Villa de Cogolludo sirve de punto de partida para visitar los pueblos y parajes naturales de la Sierra Norte de Guadalajara.

Cogolludo se asienta a unos 900 metros de altitud sobre una colina cercana al Valle del Henares, entre las primeras estribaciones de la Sierra Norte y el final de al Campiña.

Existe constancia de primitivos asentamientos de la Edad del Bronce, si bien la primera noticia histórica de Cogolludo data del año 1100. 
 
La Plaza Mayor, muy extensa, de unos  100 metros de longitud, tiene su origen en la ampliación de la Villa realizada a finales del siglo XV. Enmarcada por largos soportales, fue concebida para proporcionar una gran escenografía a la monumental fachada del Palacio Ducal.
 
  


 Los dominios de los Mendoza

Reconquistada por Alfonso VI en 1085, poco después en el año 1102, Cogolludo recibió el título de Villa. A partir de entonces perteneció a los arzobispos de Toledo, a la Orden de Calatrava y a la familia Mendoza, para finalmente, pasar a formar parte de los dominios del primer Duque de Medinaceli, que edificó aquí su majestuoso palacio.

La  Casa Mendoza, nobiliaria española, tiene sus orígenes en la localidad de Mendoza en la provincia de Álava. Los Mendoza entraron al servicio del Reino de Castilla, durante el reinado de Alfonso XI.

El cardenal, Pedro González de Mendoza (Guadalajara, 3 de mayo de 1428 - Guadalajara, 11 de enero de 1495) fue un aclesiástico, político, militar y mecenas, perteneciente a la alta nobleza y al linaje de la Casa de Mendoza, fue el quinto hijo de Iñigo López de Mendoza, I Marqués de Santillana, y de su esposa Catalina Suárez de Figueroa; sus padres lo destinaron a la carrera eclesiástica desde la cuna. Mendoza constituye una de las figuras más brillantes de la aristocracía de la segunda mitad del siglo XV, en el paso del mundo medieval al moderno.

En lo político, el cardenal alcanzó gran influencia con Enrique IV de Castilla y con el Papa Sixto IV, y en tiempos de los Reyes Católicos se decía que era "el tercer rey de España". En lo cultural Mendoza fue un mecenas excepcional y uno de los responsables de tres cambios fundamentales en la mentalidad moderna: el avance del Renacimiento en España, El descubrimiento de América y la expulsión de los judíos españoles.
 


En el palacio de los duques de Medinaceli, el escudo que centra la fachada está sujeto por dos "angeles" que no son tales. Se trata de dos piñas americanas invertidas, introducidas en España como consecuencia  de la conquista del Nuevo Mundo. También podría ser un quetzal , el pecho del ave sustituye al cuerpo del ángel, con su plumaje, y la cola es exacta a la del quetzal.

Detalle del escudo


El Ducado de Medinaceli
 El Ducado de Medinaceli, título nobiliario español creado por la reina Isabel I de Castilla en 1479 a favor de Luis de la Cerda y de la Vega, V Conde de Medinaceli.


 Según Gómez Moreno en su estudio de 1925 Sobre el Renacimiento en Castilla, el Palacio de Cogolludo fue mandado construir por Don Luis de la Cerda y Mendoza, primer Duque de Medinaceli, para su hija Leonor. Hoy se sabe que Doña Leonor no llegó a vivir en él.
 Hay datos documentales de que don Luis de la Cerda traslada su residencia a Cogolludo en 1492, por lo que se puede pensar que en esa fecha ya estaba hecho el placio. El 19 de marzo de 1943 el Duque escribe desde Cogolludo una carta a su tío el Cardenal Mendoza notificando el regreso de Cristóbal Colón de su primer viaje a las Indias.

 El palacio estuvo habitado por los Duques de Medinaceli hasta el siglo XVIII, habiéndose realizado obras durante los siglos XVI y XVII. Según José Miguel Muñoz Jiménez en la Arquitectura del Renacimiento en el Valle del Henares, las galerías del jardín se construyeron en 1617. 

 Antonio Miguel Trallero Sanz en Las galerías desaparecidas del Palacio de Cogolludo, señala que el palacio sufrió importantes daños durante la Guerra de la Independencia, ya que sirvió de cuartel a los guerrilleros de El Empecinado

 Durante los siglos XIX y XX pasó por distintas manos. en las décadas de 1860 y 1870 estuvo dedicado a posada. En la actualidad el palacio es un Bien de Interés Cultural de titularidad estatal. 
 


El progresivo deterioro ocasionado por el paso del tiempo y la falta de conservación, condujo a la ruina y pérdida de gran parte del palacio. Esta situación es la que la Dirección General de Arquitectura intenta frenar con las obras realizadas en 1967-68. Del palacio quedaba en pie la fachada principal y material para recuperar los arcos de planta baja del patio principal. Apenas nada era reconocible en las galerías del jardín, de las plantas altas o del patio y edificaciones del servicio, estos últimos ocultos bajo la tierra.





 El Patio Principal o Patio de Armas, entorno al cual se ubican las estancias nobles del palacio, disponía de dos alturas con arcos carpaneles de piedra labrada. A la planta alta se accedía por una escalera de tres tramos. Ambos elementos son de gran importancia al tratarse de los primeros ejemplos de patio renacentista y escalera monumental construidos en España.

 Perdido el nivel superior, la arquería de planta baja llegó hasta nuestros días muy deteriorada por estar expuesta a la intemperie. Con los restos hallados de la planta alta y de acuerdo a los criterios actuales de restauración, se han podido recomponer dos módulos de este nivel que, permiten comprender la configuración que tuvieron en su día el patio y la escalera. 
 Los restos han sido protegidos por una cubierta ligera y reconocible que permite su conservación a la vez que se diferencia de las fábricas originales en las que se integra con el uso de materiales naturales y nobles como madera y piedra.


La espectacularidad del escudo que adorna la chimena que preside la sala.

Vista parcial del castillo y las iglesias de Santa María y San Pedro.




 Los Jardines del Palacio se articulan en dos niveles. El alto, más lúdico, tuvo una gran fuente central, cuatro parterres principales, paseos circundantes y una pérgola en el paseo hacia el jardín inferior. El jardín bajo estaba más enfocado a servir de huerto y dispuso de un gran estanque central.
 


 Ambos jardines se comunicaban por escaleras en los extremos del gran muro de sillería con contrafuertes que salva el desnivel entre ellos y que debió constituir el cierre de un primer momento constructivo del palacio, a modo de tapia amurallada. Este muro y los niveles de los jardines estaban ocultos y han salido a la luz tras las excavaciones arqueológicas realizadas con motivo de la retauración del palacio.
 
 El agua de la fuente del nivel superior discurría canalizada hasta una pileta al pie del muro de separación respecto del jardín inferior, recogiéndose en el estanque cuyo perímetro queda ahora marcado por una bordillo y un relleno de grova tras las actuales obras, del mismo modo que se recuerda el  trazado de parterres y caminos en el nivel alto, así como las bases de apoyo de la pérgola, ubicadas en el lugar hallado tras la investigación arqueológica.
 Las galerías del palacio constituían un lugar de privilegio desde el que contemplar la riqueza de estos jardines.
 



 Las galerías de la fachada al jardín constituyen uno de los elementos más importantes y también más desconocidos del palcio. Cada una de sus dos plantas fue construida con 11 columnas y sus correspondientes zapatas, dinteles y arcos rebajados, todo ello en piedra labrada y con una escala monumental.

  Recreación motivo de solería de alfardones con olambres damerados y disteles quebrados. Olambrillas en azulejería de los talleres de la Alcallería de Guadalajara. Circa 1495.



El Palacio Ducal cuyo promotor el primer Duque de Medinaceli, quien, a finales del siglo XV y de la mano del maestro de obras Lorenzo Vázquez, levantó el primer palacio renacentista que se edificaba fuera de Italia, recuerda al Palacio Pitti. 

El edificio fue ricamente decorado con yeserías y azulejerías mudéjares. Testimonio de su magnificencia es la crónica de la visita de Felipe el Hermoso en 1502, que lo calificó como "el más rico alojamiento de España".





Iglesia de Santa María, el templo se alza en lo alto de la villa. Es de estilo gótico tardío de la primera mitad del siglo XVI, si bien su portada es ya renacentista.
 

Despojada en la Guerra Civil de sus antiguos retablos, aún atesora algunas piezas sobresalientes, entre las que destaca un lienzo de José de Ribera.
 



Esculturas funerarias de alabastro, el conjunto funerario procede de la Iglesia de San Pedro de Cogolludo. Allí estuvo ubicado en tres lugares distintos. Desde el año 1543 al año 1675, en la Capilla de la Piedad, su lugar de origen. Ésta capilla tuvo que ser demolida por ruina en el año 1675, fecha en la que fueron colocadas en la capilla que se habilitó debajo del coro. Al ceder la bóveda del bajo coro en el año 1723, ésta se reforzó con dos tabiques formando tres pequeñas capillas. En los laterales de la central se colocaron las esculturas, que es donde han permanecido hasta que en el año 2012 se trajeron a la iglesia de Santa María, por el mal estado de la iglesia de San Pedro.








Las bellisimas grisallas de la sacristía.



Iglesia de san Pedro