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jueves, 1 de mayo de 2025

Ureña (Valladolid)

 
 
  Los romanos utilizaron el emplazamiento de la actual Ureña para situar Oppidum o plaza fuerte, cuya cerca abarcaba una extensión mucho mayor que la posterior muralla medieval. Esta cerca puede aún distinguirse en alguna fotografía aérea. De hecho hay un pago que se sigue denominando Castellares, nombre que se daba en la Edad Media a los lugares en los que había existido alguna fortificación muy antigua.
 

   En el año 944 Ramiro II de León dona al Monasterio de Sahagún el lugar de Pozolos o Pozuelos, poblado por monjes aprovechando los territorios donados por Ebrahem, mozárabe que vivía en Villa de Albine. Ambos lugares, situados en el término de Ureña.
 
 
   En el año 954 Pilote Gebúldez -Ibengibuldo-, rico propietario leonés hijo del conde Gebuldo, funda un monasterio cerca de Mayorga. Entre los bienes entregados a esa fundación está el monasterio mozárabe de san Pedro de Cubillas (que estaba en el emplazamiento de la actual Anunciada) y la cercana Villa de Pozuelos.
 

   Fernando I ordena construir hacia 1060 el castillo de Ureña sobre el antiguo solar de una plaza fuerte romana. 
 
 
Doña Sancha, hermana del rey Alfonso VII, ordena construir sobre la iglesia mozárabe de san Pedro de Cubillas un nuevo templo en estilo románico (la actual ermita). Doña Sancha es dueña de Urueña y se encarga de poblarla y comenzar a construir las murallas (1154). Muere en 1158 y san Pedro de cubillas retorna al patrimonio Real. En honor de doña Sancha se trasladan a Ureña unas reliquias de san Albino (1158). 
 

¿Conocéis el lugar donde van a morir las arias de Händell?
  
Creo que es aquí, en este espacio
donde se inventa la infinitud de los amarillos;
un espacio en el centro del centro de Castilla
en el que nuestros cuerpos podrían sanar para siempre
si tus ojos y mis ojos
mirasen estos páramos
con piedad absoluta
y en donde hasta el espíritu suele arrodillarse
para hacernos su ofrenda
en rosales de sangre.
En este espacio hay un fuego blanco
en el que viene a expirar esa música
que nos llega de lejos, ¡de tan lejos!
 


¿Conocéis el lugar donde van a morir  las arias de Händell?
 
Está aquí, en una tierra con más cielo que tierra,
donde los ruiseñores serenan la alameda
y la alameda sería a los ruiseñores,
y con la emanación
húmeda del tomillo más nocturno,
acude un enjambre de estrellas
a venerar la última espina de Cristo.
Es el lugar donde la luz
llora luz,
y la catedral de los cardos
alza su grito de silencio,
y están solas, muy solas, las vírgenes anunciadas
, y el pueblo amurallado y muerto
asciende vivo sobre un horizonte de lágrimas,
no sé si como un salmo
o como una corona de piedras inciertas.
 


¿Conocéis el lugar donde van a morir las arias de Händell?
 
Está aquí, en el centro del centro de Castilla,
donde por los linderos morados
se tensa, como un arco, la luz;
es un espacio en que la nada es todo
y el todo es la nada,
y en el que junio joven viene por los montes
vertiendo de su copa oro liquido.
En un lugar en el que el espacio y el tiempo
solo son una hoguera
que arde y que mantiene su combustión 
gracias a nuestras vidas (quiero decir:
gracias a nuestras muertes).
La música que más amáis
aquí tiene su tumba
Es la música que, a través de la respiración de las espigas,
viene a morir en la luz que respiran nuestros pechos.
 


Puerta de la Villa
Hacia nuestra izquierda podemos contemplar la ermita de la Anunciada, joya del románico lombardo, levantada en el siglo XI. En su interior se venera la Virgen de la Anunciada, patrona de la villa, cuya festividad se celebra el 25 de marzo. Delante, y totalmente cercada se encuentra la Huerta del Obispo de Osma.
 

Cruzando la carretera que se dirige hacia la Autovía A-6, sobre un pequeño teso, nos encontramos con el pago de Parpalacio en el que nos podemos encontrar con restos de lo que pudo ser una construcción medieval. Por encima, casi en el páramo, las aguas que manan de El Caño, dan lugar a un manantial que baja hacia la ermita por el Sendero de Valdefuentes.
 

Por último, entre las huerta y las laderas que bajan desde Urueña, nos encontramos con dos palomares típicos de Tierra de Campos, en adobe y tapial, uno circular y otro de planta cuadrada.
 

  

 

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