Alma que al fin se rinda al Amor resistido: es alegoría de la ruina de Troya.
Cogióme sin prevención
Amor, astuto y tirano:
con capa de cortesano
se me entró en el corazón.
Descuidada la razón
y armas los sentidos,
dieron puerta, inadvertidos;
y él, por lograr sus enojos,
mientras suspendió los ojos
me salteó los oídos.
Disfrazado entró y mañoso,
más ya que dentro se vio
del Paladión, salió
de aquel disfraz engañoso;
                             (fragmento)
Es considerada la mayor figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII. Su anhelo de conocimiento la llevaron a enfrentarse con los convencionalismos de su tiempo, que no veía con buenos ojos que una mujer manifestara curiosidad intelectual e independencia de pensamiento.
Brilló en la corte virreinal de Nueva España por su erudición, su viva inteligencia y su habilidad versificadora. Defendió el derecho de las mujeres a acceder a la cultura y al conocimiento.  
Ser mujer, ni estar ausente,
no es de amarte impedimento;
pues sabes tú que las almas
distancia ignoran y sexo.
Un amar ardiente reúne los poemas de amor que sor Juana Inés de la Cruz escribe a la virreina María Luisa Gonzaga Manrique de Lara, condesa de Paredes.
En ellos se refleja el amor auténtico, apasionado y llorosa, rendido de abnegación o espinoso de celos y de sentimientos encontrado.
"Sor Juana sobresale en la expresión del sentimiento amoroso y de sus trances: encuentros, despedidas, celos, llantos, risas, soledad. Poesía no del amor divino, sino del humano y que sólo puede compararse a la de Lope de Vega y a la de Francisco de Quevedo. No es un torrente como la del primero ni un abismo como la del segundo: es un remanso de agua en la que el enamorado, a un tiempo, se retrata y se anula." Octavio Paz 
ISBN: 978-84-946018-1-1
Compilación e introducción: Sergio Tellez-Pon
Prólogo: Ramón Martínez
Editorial: Flores Raras
Nº de páginas: 156
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| Museo Thyssen-Bornemisza | 
La madre Juana Inés de la Cruz: mujer admirable por las ciencias, facultades, artes, y varios idiomas que poseyó perfectamente, célebre y famosa en el coro de los mayores, y excelentes poetas latinos, y castellanos del orbe, a quién, con razón, se le da el epíteto de Musa Decima por su singular y agregio numen; Fenix de la América; glorioso desempeño de su sexo; honra de la nación de este nuevo mundo y argumento de las admiraciones y elogios del antiguo.
Nació a las once de la noche, del día doce de noviembre del año 1651, en una pieza de la llamada Hacienda de Labor nombrada en Miguel Neplanta, jurisdicción de Chimalhuacán, provincia de Chalco (distante trece leguas de México. Fueron sus padres el capitán Don Pedro Asvaje y Bargas Machuca y Doña Isabel Ramírez, vecinos de la citada jurisdicción. 
En el siglo fue conocida por Doña Juana Ramírez (porque así firmaba). Tomo el habito de religiosa en el convento del Eximio Doctor de la Iglesia san Jerónimo de esta ciudad de México, el 24 de febrero de 1668 a los 17 de su edad; habiendo antes florecido en su virginal estado en el Real Palacio de los Excelentísimos Señores Virreyes de esta Nueva España, Marqueses de Mancera, sus protectores. Recibió el velo de procesa, gobernándola el Ilustrísimo y Excelentísimo señor Don Fray Payo Enrique de Rivera, Arzobispo Virrey de ella, (el) día de San Matías a 24 de febrero de de 1669.
Ejercitó con aclamación continuas demostraciones de su gran sabiduría, y el empleo de contadora de su convento por espacio de 9 años, desempeñándolo con varias heroicas operaciones, y las de su gobierno en el archivo. Escribió elevadisimos poemas latinos, castellanos, mexicanos y en otros idiomas, como consta de sus Obras recogidas en los tres tomos que corren impresos, bien que no todas se lograron por su modesto descuido (de que es una el soneto que hizo a la Esperanza. Murió con religiosisimas (y) ejemplares demostraciones de católica y religiosa, manifestando el acierto mayor de su elevado ingenio en saber morir a las cuatro de la mañana del día 17 de abril del año 1695, habiendo vivido 44 años, 5 meses, 5 días y 5 horas. Museo de América





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