domingo, 18 de septiembre de 2016

Hotel Palace, Madrid

The Westin Palace, Madrid. ( Foto: A. Dellanotte)


 El solar ocupado en la actualidad por el Palace Hotel, había sido con anterioridad la sede del antiguo Palacio de los Duques de Lerma, levantado en los albores del siglo XVII, y más conocido a partir de finales de la misma centuria como Palacio de los Duques de Medinaceli, al pasar por entronque, a la propiedad de esta Casa Ducal.
 


  El destino  del Palace estaba marcado desde el principio por su emplazamiento. En efecto, el noble edificio se levanta sobre el solar frente al Congreso de los Diputados y en parte del espacio que ocupara a partir del siglo XVII, el histórico Palacio de los Duques de Medinaceli o Palacio del Prado como lo denominaron, más castizamente, los madrileños. El Duque de Medinaceli
 


  El 25 de mayo de 1906 llegó a Madrid, para contraer matrimonio con Alfonso XIII, rey de España, Ena de Battenberg, nieta de la reina Victoria de Inglaterra. Madrid en aquella época era una capital pequeña, pobretona y provinciana; es una ciudad alegre y confiada, bullanguera y castiza en la que todo el mundo se conoce.
 



  Desde el inicio del segundo decenio del siglo y sobre todo a partir de los años de la Primera Guerra Mundial, Madrid se desperezó, emprendió el camino hacia el gran Madrid de hoy y tal vez descubierta ya su vocación de futura metrópoli universal. No fue ajeno ha ese despertar el rey Alfonso XIII, monarca con afanes europeizantes, durante cuyo reinado la capital conocería una época de desarrollo y progreso.
 
  Y no cabe duda de que a aquel esplendor contribuyeron los primeros grandes hoteles, concretamente el Ritz y el Palace, al nivel de los mejores de Europa. Alfonso XIII consideró que Madrid necesitaba una estructura hotelera, y debió prever la oportunidad de dotar a la capital de un hotel excepcional, un establecimiento del máximo prestigio.


  Ya en 1905se había creado en España una comisión nacional encargada de fomentar el turismo a través de la publicidad, del desarrollo de los ferrocarriles y de una eficaz promoción hotelera. 
  Fue decisiva la intervención personal de AlfonsoXIII cerca de Georges Marquet que decidió adquirir en 1910, "un extenso solar privilegiado por su emplazamiento, en el entorno de la Plaza de Neptuno, esquina a la Carrera de San Jerónimo. Sitio perfecto, muy cercano  con el Museo del Prado."
 



  La compañía belga Madrid Palace Hotel, S.A. de Georges Marquet adquirió aquel terreno, por 1.500.000 pesetas. La compañía dispuso todo lo necesario para que el hotel se construyera con la máxima celeridad. A partir del 9 de julio de 1911 cuando fue colocada la primera piedra, ceremonia que presidió el propio Alfonso XIII y el día 21de septiembre de 1912 regidstro su primer cliente el flamante Palace Hotel. Según consta en el libro de registro: Leopold Ghende, súbdito belga, que ocupó el "cuarto" número 141.
 
  Ochocientas habitaciones, salones de fiestas y restaurantes, jardín de invierno, salas de espectáculos y de lectura, el impresionante y fastuoso vestíbulo: era el mayor Palace de Europa y el lujo el confort y la modernidad de sus instalaciones lo situaban a la altura del legendario Hotel Ritz de París o el aristocrático Savoy de Londres.



  Una habitación con baño y teléfono incluidos, le costaba al cliente siete pesetas y media al día...La inauguración oficial del hotel sufrió varios aplazamientos. El Palace se inauguraría oficialmente el sábado12 de octubre de 1912. Aunque la ausencia de Sus Magestades restó cierta solemnidad a la ceremonia, el acto inaugural del Palace constituyó un acontecimiento de extraordinario relieve en la vida madrileña.



  Los invitados alrededor de 1500, se rindió homenaje a Georges Marquet y se brindó por el Rey de España. Presidió el acto don José de Canalejas, Primer Ministro: fue uno de los últimos actos públicos pues tan solo un mes más tarde sería asesinado.
 

  Se alojaron en el hotel figuras como la Maharani de Kapurthala, Anita Delgado, bailarina malagueña de la que se enamoró perdidamente el Maharajá de Kapurthala y a la que, según es fama, le dictaba sus cartas, en respuesta a las apasionadas misivas amorosas del hindú, nada menos que don Ramón del Valle-Inclán quien, a cambio de su tercería, le había pedido que si el idilio finalizaba en boda -como así ocurrió-, le fuera otorgada una distinción que le permitiera usar turbante, caftán y jodhapurs.

  La presencia en el hotel de Vicente Blasco Ibáñez, era la presencia de un triunfador: exhuberante en su comportamiento, elegante en su atuendo de autor de grandes tiradas, y reciente su éxito de "Sangre y Arena", don Vicente se disponía a extraer de la gran contienda  tema para sus libros. Y así sería en "Los cuatro jinetes del Apocalipsis", cuyos derechos de autor y los debidos a versiones cinematográficas, harían del novelista valenciano el primer millonario español gracias a la literatura.
 



  Al llegar la década de 1960, el Palace cumplió su primer medio siglo de existencia. Y el hotel acrecienta su cosmopolitismo. Son los años en los que se registra la presencia de los Duques de Windsor, Henry Ford II, de Salvador Dalí, de Sofía Loren, de Orson Weelles. Madrid se ha puesto de moda como capital de una nación que ha descubierto las inversiones extranjeras y el turismo como fuente de divisas.
 

La policromía de la acristalada bóveda

martes, 13 de septiembre de 2016

Visita a la ciudad de Segovia



El esgrafiado
Una duquesa de Irlanda que visitó Segovia, cuando llegó a su país comentó que lo que más le había impresionado de la ciudad eran las fachadas de los edificios.
-¿Por qué?- le preguntaron
-Más que realizadas por hombres parecen trazadas por la mano delcada de una mujer.
En efecto, presente en algunos edificios se encuentra una especie de filigrana o encaje que recorre los revestimientos externos. Se trata del esgrafiado, una técnica aplicada a la construcción, de origen morisco. 


Plaza de Medina del Campo, estatua de Juan Bravo


Iglesia románica de San Martín



Las tres culturas
No hay restos de mezquitas en Segovia, pero es evidente que también por aquí se asentaron los musulmanes. En el barrio de San Millán y en el de San Lorenzo, tradicional asentamiento de huertas, quedan testimonios. El torreón de Hércules alberga en sus paredes inscripciones en alabanza a Mahoma.
De quienes si han quedado muchos testimonios ha sido de los judíos, todavía se mantienen en pie restos de dos de las sinagogas que tuvieron y dos calles de intrincado recorrido llevan los expresivos nombres de Judería Vieja y Judería Nueva. El Pinarillo, a las afueras de la ciudad, les sirvió de cementerio.
 

 
 

¡Oh caballero cruel,
que a pesar de vuestra fama
os vais detrás de la alondra
abandonando a la dama!
 ¡Que adusta vuestra actitud
que débil vuestra añoranza! 
 
¡Desde el río sube el canto
se oye desde el Alcázar
y Segovia se conmueve
el caballero se aplaca
y abandonando alondras
hasta el río se desplaza
acogiendo entre sus brazos
el cántico de su amada.
                                        Marqués de Serminillo



La catedral es uno de los grandes templos góticos construidos en España. Su primera piedra fue colocada en 1525 en el solar donde anteriormente se encontraba la iglesia de Santa María y en su construcción se aprovecharon partes importantes del antiguo templo, que se levantaba enfrente del alcázar y fue destruida durante la guerra de las comunidades.
 
 

 Verdad que el agua del Eresma
nos va lamiendo el corazón...
¡Torres de Segovia
cigüeñas al sol!
                                    Antonio Machado
 

La Plaza Mayor, corazón de la ciudad, fue fruto de la política urbanística del siglo XVII. Denominada "Mayor" desde 1461, fue el hundimiento (1532) de la iglesia de San Miguel -situada en la zona central y reconstruida en un lateral-, la que propició su diseño actual. La ordenación -trazada por Brizuela en 1623- está dominada por la presencia del Ayuntamiento (1610), con fachada de granito, torres con chapiteles de pizarra y reloj con campanas.

Decorada con soportales y por un kiosco de música, la plaza acoge también el edificio del teatro Juan Bravo (1917), punto de encuentro de la vida cultural de la ciudad. Junto a el, la iglesia de San Miguel, de estilo gótico y con elementos románicos del primitivo templo en cuyo atrio se celebró la proclamación de Isabel de Castilla como reina en 1474.

Casas construidas entorno a 1930 rodean el perímetro de la plaza y le conceden un perfil regular y agradable que se rompe con la imponente presencia de la Catedral.

Interior de la Catedral


 




lunes, 12 de septiembre de 2016

Museo Joaquín Sorolla

                 
Jardín de la Casa Museo de Joaquín Sorolla en Madrid

 Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia, 1863- Madrid, 1923) el pintor de la luz del Mediterráneo. El impresionismo español tuvo en Sorolla a su figura más influyente. Pero el artista fue también el más importante y exitoso de su época. Después de Francico de Goya no habría otro pintor tan importante hasta bien entrado el siglo XX.
                                                                                  
 
  Sorolla, pintor realista por formación y por propia evolución, cuando en 1881 viaja a Madrid para presentar tres Marinas en la Exposición Nacional, entra en contacto con el realismo español, que no podía conocer a fondo en su ciudad natal, salvo el de la escuela valenciana al visitar el Museo del Prado, interesándole ante todo El Greco, Velázquez y Goya.              
         
                                                               
"La región que más me ha emocionado, sin hacer literatura, porque yo jamas hago literatura pintando - es Castilla. Hay en Castilla una conmovedora melancolía. Las cosas adquieren allí un vigor extraordinario. Una figura en pie en aquella gran planicie toma las proporciones de un coloso". J. Sorolla, entrevista por Alejandro Pérez Lugín, agosto de 1915
 
 


Casa Museo de Joaquín Sorolla en Madrid. Sala I


  En febrero de 1863 nace en Valencia Joaquín Sorolla, en la Calle Nueva, sobre el antiguo barrio de pescadores. Un año después nacería su única hermana, Concha. Una epidemia de cólera estalla en la ciudad, y en el calor sofocante de 1865 muere su madre. Su padre fallece tres días después.
 Una tía del artista, la tía Isabel, casada con un cerrajero, no tiene hijos y los recoge. El niño mientras contempla a su tío en la fragua, pinta y pinta.

 
Después del baño, o la bata rosa (1916)
 
  Una muchacha que acaba de salir del mar va a cambiar su bata mojada por una seca. Le ayuda una mujer mayor vestida de blanco. La escena se desarrolla tras un cañizo, y el sol, penetra entre los huecos de las cañas, iluminando la composición a retazos. Lo que aquí interesa realmente al pintor es la luz. Esta es la verdadera protagonista de gran parte de los cuadros de Sorolla, "el pintor de la luz".
                                                         
Después del baño, 1892 y Mis hijos, 1904.

 En la Escuela Normal Superior de la Provincia de Valencia, asistió por las tardes a las clases de dibujo del escultor Cayetano Capuz en la Escuela de Artesanos. Premiado al terminar esos estudios, ingresó en la prestigiosa Escuela de Bellas Artes de san Carlos en 1879. Además, aprendió cerrajería con su tío, José Piqueras Guillén, con quien vivió después de perder a sus padres en 1865.
 
Trata de blancas, 1894 y después del baño, 1892

"...y en el extremo opuesto, los pueblos de la Ribera Alta flotando en los lagos esmeraldas
de sus huertas, de lejanas montañas de un tono violeta, y el sol que comenzaba a descender como un erizo de oro..." 
                                                                                                                  V. Blasco Ibáñez. Entre naranjos, 1900
 

"Yo lo que quisiera es no emocionarme tanto, porque
después de unas horas como hoy, me siento deshecho,
agotado, no puedo con tanto placer, no lo resisto como
antes, es que la pintura cuando se siente es superior a todo;
he dicho mal, es el natural lo que es hermoso.
 
                                                                 Joaquín Sorolla Bastida 
 

  Joaquín Sorolla, trabajó como ayudante en el estudio del fotógrafo Antonio García Pérez, con cuya hija, Clotilde, se casó en septiembre de 1888. Sus visitas a Madrid, en 1881 y 1882, le permitieron copiar cuadros de Velázquez, Ribera y El Greco en el Museo del Prado.
 
 
 En 1884 , en la Exposición Nacional de ese año en Madrid, el éxito de su interpretación realista y dramática del tema histórico de El dos de mayo (Prado), le estimuló a solicitar una beca para estudiar en la Academia Española de Bellas Artes de Roma. Para demostrar sus habilidades a las autoridades valencianas, incluyó otra pintura de tema histórico, El grito de Palleter (Diputación Provincial de Valencia), que le dio la oportunidad de presentar una multitud en posturas variadas, realizada mediante claroscuro.
 
Clotilde, la esposa del pintor

  En enero de 1885, Sorolla salió para Roma. Desde la primavera hasta el otoño estuvo en París, donde le impresionaron las pinturas de los realistas y de los pintores al aire libre, entre ellas, las del alemán Adolph Menzel y el francés Jules Batien-Lepage. En Roma, tuvo la oportunidad de estudiar rodeado de pintores españoles como José Belliure Gil, Emilio Sala Francés y José Villegas y Cordero. 


 En 1887, para satisfacer las condiciones de su beca, envió a Valencia El padre Jofré protegiendo a un loco (Diputación Provincial de Valencia) otra vez de obligado tema histórico. Al terminar sus años en Roma, después de pintar en Asís, regresó a Valencia en 1889, y al año siguiente trasladó su casa y estudio a Madrid.



 En 1892 mostró una nueva preocupación en su arte, se interesó en problemas sociales al representar la triste escena de ¡Otra Margarita! (Washington University Gallery of Art, St. Louis), premiada con medalla de primera clase en la Exposición Nacional, y en 1893 en la Exposición Internacional de Chicago.



  Hasta el fin de la década esta sensibilidad permanece en sus representaciones de la costa valenciana. Poco a poco, Sorolla abandona los temas de niños desdichados de Triste herencia (Colección Bancaja, Valencia), que había sido premiada en la Exposición Universal de París de 1900 y en la Nacional de Madird un año después.
 



 Animado por éxito conseguido con sus resplandecientes imágenes del Mediterráneo y estimulado por su amor a la luz y a la vida de sus soleadas playas, se dedicó a pintar dichas escenas, más alegres y agradables, que le proporcionarían fama mundial.
 

 
"¡El agua era de un azul tan fino! Y la vibración de la luz era una locura. He presenciado el regreso de la pesca: las hermosas velas, los grupos de pescadores, las luces de mil colores reflejándose en el mar...me proporcionaron un rato difícil de olvidar". Joaquín Sorolla, carta a Clotilde.


 
  En su primera exposición individual, en las galerías George Petit de París en 1906, Sorolla también hizo patente sus habilidades como retratista. En 1908, el norteamericano Archer Milton Huntington visitó la exposición de Sorolla que tenía lugar en la Galería Grafton de Londres y pretendió adquirir los retratos de El pintor Aureliano Beruete (Museo del Prado), y Manuel Bartolomé Cossío (colecccioń particular, Toledo), para su Hispanic Society of America.



Al año siguiente, Huntington le invitaría a exponer en la Society, y así ocurrió en los primeros meses de 1909 con un éxito rotundo. La amistad y respeto mutuo que se profesaban motivó el encargo más importante en la vida del artista: la pintura de los inmensos lienzos destinados a ilustrar, en las paredes de la Society, las regiones de España.



"Pinté ayer un estudio y hoy pienso hacer dos más. La faena nada tiene de particular,
lo mismo pudo pintarse esto en Valencia que en China, pero como lo importante son los
colores del conjunto de una viña, pues hice bien en venir"

                                                                                            Sorolla, carta a Clotilde, Jerez de la Frontera, 8 de octubre de 1914
 
 
 
 
  
Sorolla
 
Valencia, el mar mediterráneo.
la mujer joven y guapa
en traje de baño
largo y brilloso como una enagua,
los pliegues que la marea
entre sus muslos traza
mientras vuelve a la orilla donde
juegan niños con baldes y arena
y pasan mujeres esbeltas
cubiertas por sombrillas blancas.
 
A pocos pasos de ellas,
María, la primogénita,
convaleciente, cabizbaja
con su gorro negro, 
replegada sobre sí misma,
como si temblara de frío;
a sus espaldas
una pared de ladrillos,
la fatiga de sus pulmones
minados por la tuberculosis.
 
Y con tanta luz y color
no poder hacer nada 
sino retratarla.
                          Eduardo Mitre